Veintidós

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Thomas

  Tom, no conozco a esta gente. ¡Ven a buscarme! Me estoy olvidando de todo, Tom. De todo menos de ti... Tengo mucho que contarte...

   Todavía no comprendo como hace para hablar en mi cabeza. Teresa hizo una pausa y luego dijo algo que no logré comprender.

   El Laberinto es un código, Tom.

   No quería verla. Ni a ella, ni a él. A ninguno de los dos.

   En cuanto Newt se fue a la Finca, gracias a la excitación del momento, logré escabullirme hacia nuestra pequeña casa en el bosque.

    Me acomodé en la cama improvisada y me cubrí con las sábanas hasta la cabeza, en un intento de alejar su voz de mi mente.

—La peor parte fue olvidarte.

  Me tapé los oídos con los puños al escucharla. Pero no, esta vez ha sido distinto. Era una voz de mujer y venia desde afuera.

    Poco a poco, me quité la sábana de la cara.

   Teresa estaba ahí, apoyada contra la pared de enfrente con un aspecto muy diferente, está despierta y alerta. Con una camisa blanca manga larga, jeans y zapatos cafés; luce mucho más atractiva que cuando estaba inconsciente. Su larga melena negra enmarcando su pálida piel a la luz de la luna, donde brillan ese par de ojos azules cautivadores.

—Tom, ¿de verdad no me recuerdas? —preguntó con su voz suave.

—¿Acaso... tú te acuerdas de mí? — repliqué.

—Sí, tal vez. Digo, no —respondió —. Es complicado.

   Soltó un suspiro y se sentó a mi lado.

—Yo recuerdo que me acordaba —murmuró —. Emociones y sentimientos. Como si las caras y nombres estuvieran detrás de una pared de cristal, pero está empañada. Tú estás allí, Tom.

—¿De dónde me conoces?

—No lo sé, es de antes de llegar al Laberinto —contestó —. Es algo de nosotros.

—¿Como es que conoces el Laberinto? ¿Quien te hablo de el si te acabas de despertar?

—Yo... —dijo, mordiendo su labio inferior —, es todo muy confuso en este momento —confesó, acercando su mano a la mía —. Pero sé que somos amigos.

    Me destape por completo, inclinando me hacía ella para tomar su mano.

—Me gusta cuando me llamas Tom.

  Teresa puso los ojos en blanco.

—Es tu nombre, ¿no?

—Sí, pero casi todos aquí me llaman Thomas, excepto Newt... que me dice Tommy.

   Ella volvió a poner los ojos en blanco.

—No hablemos de eso, Tom.

—Bien —dije. No entiendo su repentino cambio de humor —. Cuéntame como... ¿Como es que hablas en mi cabeza?

   Hizo un gesto con la mano para quitarle importancia.

  Ni idea, solo me sale. Dijo en mi mente y luego volvió a hablar en voz alta.

—Es como si trataras de andar en bicicleta aquí, si la hubiera. Estoy segura de que podrías hacerlo sin pensar, ¿pero acaso recuerdas haber aprendido?

—No, digo... Recuerdo que andaba en bicicleta, pero no como aprendí —dije con una repentina tristeza —, ni quien me enseñó...

—Bueno, es algo así —dijo volviendo al tema.

The Maze Runner (Newtmas) |Paro indefinido|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora