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A L I C I A 

No sabía qué hora era pero me sentía cansada como no se dan una idea, tenía los brazos entumecidos por tenerlos atados, las piernas dormidas debido a la pose en la que estaba y ya me dolía la cabeza de tanto llorar y arrepentirme por lo estúpida que soy, estaba harta de repetir escenas en mi cabeza en donde yo continuaba mi vida sin problemas, en donde Alexander no me encontraba nunca más, pero todo era en vano, yo estaba acá, encerrada con el cadáver del que fue una de las mejores personas que había conocido, juro que llegó a ser tan especial como lo fue Theo.

Theo...espero que en donde sea que estés, me acompañes, te extraño demasiado.

No tengo idea de que hora del día es, si ya pasaron semanas, días o simplemente son horas que parecen una eternidad, la cual me consume y ahoga.

 O M N I S C I E N T E

Luego de estar suspirando de tristeza, finalmente Alicia logró conciliar el sueño pero no por mucho tiempo ya que al poco tiempo, entraron dos gorilas de Alexander para llevarse el cuerpo de Thomas.

-¿Qué creen que hacen?¡Déjenlo pedazo de imbéciles!- grita histérica hacia los dos hombres, ellos la miran de reojo y medio sonríen, como si la pobre chica les hubiera dicho un chiste.

Alicia seguía frenética y les gritaba que dejen a Thomas en donde estaba, pero ambos guardias hicieron oídos sordos a sus súplicas y se lo llevaron, dejando a la chica en su miseria. 

-Ay, Thomas, dejen a Thomas- escuchó como se burlaba esa persona que tanto odiaba. -Mierda, amor, te ves ridícula llorándole a un muerto, y más cuando él no valía nada-

Alicia tuvo que morderse la lengua para evitar reaccionar mal ante la estupidez que estaba diciendo Alexander.

Él se acercó y ella se arrinconó en una esquina de la habitación con algo de dificultad debido a que estaba maniatada. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de su chica, la sostuvo por la nuca y le besó su mejilla izquierda, mientras que la chica trataba de arrinconarse lo más cerca posible a la pared, como si eso fuera su única salvación para escapar de tal demonio. Alexander comenzaba a descender sus besos al cuello de ella y subía a su boca, Alicia se encontraba en medio de un ataque de pánico, el cual fue tan fuerte que provocó que se desmayara; cuando Alexander se percató de que estaba inconsciente, la desató, la levantó para llevarla al baño y así poder despertarla. 

Al meterla en la ducha, le sacó su ropa, en el proceso no pudo evitar excitarse al ver lo hermosa que era. Solo Alicia podía excitarlo de tal manera, era una diosa, su diosa a pesar de que era prácticamente una niña a comparación de él pero eso no le importaba, ya había dejado de torturarse pensando en que era un depravado por fijarse en alguien muchísimo menor que él.

Luego de unos minutos de estarla intentando despertar, Alicia reaccionó e instantáneamente quiso quitar los brazos de Alexander de ella, quería estar lo más lejos posible.

-Bien amor, vas a bañarte y más tarde vamos a hablar seriamente, nos quedó una charla pendiente- dijo serio y frío, un tono al cual Alicia estaba más que familiarizada. -Tu ropa está encima de la cama- dicho eso, la dejó.

A L I C I A 

Luego de limpiarme bien el cuerpo, salí de la ducha y fui a ver la ropa que Alexander me había preparado, me esperaba algún conjunto de lencería como los que a él le gustaban y a mi no, pero en vez de eso me encontré con una camiseta de mangas largas y un short de pijama, miro la ropa con cero ánimos de vestirme, mientras estaba enfocada en la nada misma, entra el demonio, quien comienza a decirme sus nuevas estupideces.

-Entonces pensabas, ¿todavía tienes la maldita esperanza de escapar de mi? Me impresiona tu perseverancia amor, sinceramente creía que seria como antes, ¿sabes? cuando eras más pequeña, más sumisa, creo que eso fue lo primero que me incitó a corromperte- yo estaba de espalda a Alexander, pero lo sentí acercarse para luego tomarme del cabello y tirarme para atrás, dándole acceso a mi oído, por inercia llevo mi mano a su brazo para que no haga tanta presión. 

-Creo que es momento de que verdaderamente aprendas lo que puedo hacer- sin más, me tira a la cama, lo miro con miedo creyendo que abusará nuevamente de mi, pero en vez de eso, toma su computadora y me muestra un vídeo, el cual parecía como si fuera de una cámara de vigilancia, el vídeo mostraba la entrada de mi casa...¿mi casa?¿Qué pretendía Alexander con esto? Ahora el vídeo mostraba una camioneta negra parada en la entrada de mi casa.

-Mira bien pequeña, ¿ves esa camioneta?¿Ves esa casa?¿Sabes quién está ahí adentro, no? Mi suegra, a la cual no me gustaría lastimar, es decir, dió a luz a la mujer de mi vida, no me gustaría hacerle nada y tampoco le haré nada, sino mis hombres, yo presiono este número, y tu mami va a terminar con tiros por todo su cuerpo, quien sabe, capaz antes la viola alguno de mis hombres, yo ya no controlo sus deseos carnales- antes de que siguiera diciendo puras mierdas lo corté.

-A mi podés hacerme lo que quieras, ya sé la clase de porquería que eres, pero a mi mamá no la vas a tocar- a pesar de que estaba a merced de Alexander no iba a dejar que me amenazara con lo único por lo que vale la pena vivir- ella es la única razón por la cual no me maté y sigo aguantándote, pero se muere ella y me muero yo- digo mirándolo fijamente a los ojos, evitando sentirme acobardada. No me importaba sonar "intimidante" o que mi advertencia fuera tomada como un chiste pero a juzgar por la sonrisa socarrona que me mostró, supe que todo lo anteriormente dicho por mi le dio igual.

Alexander quitó la computadora de mis piernas y la colocó con delicadeza sobre la mesa de noche, seguidamente, se me acercó, sin sacar esa sonrisa burlona que amaría destrozar. Se agachó, quedando cara a cara conmigo y me dice de forma suave:

-Si tengo que mantenerte amarrada para que evites cualquier estupidez que atente contra tu vida, no dudes que lo haré, tus palabritas no me generan nada, simplemente evidencian lo sumisa que puedes llegar a ser si me meto con quienes amas- me mira y coloca un mechón detrás de mi oreja.

-¿Entonces si te amo, por fin te matarías y me dejarás en paz?- ni siquiera me inmuté por la fuerte cachetada que me había proporcionado ni cuando me sostuvo fuertemente del cabello por segunda vez. Con una mano sostenía la mano de Alexander y con la otra trataba de que no se me cayera la toalla, aunque eso no me servía como barrera contra el imbécil.

-Escúchame, preciosa- dice acercándome bruscamente a su cara, de tal forma que nuestros labios se rozaban -Ya no sé como hacer para dejarte grabado que nunca voy a dejarte en paz, ya grabé mi nombre en tu piel, ¿también debo grabartelo en el cerebro?, y si muero, te atormentaré de por vida en tus sueños, nunca moriré mientras siga vivo en tus recuerdos, amor, porque aunque no me lo digas, dejé grandes marcas en tu psiquis y con eso estoy feliz, prefiero que me temas a que me ames- yo lo miraba duramente con la mandíbula tensa mientras que él se dedicaba a verme detalladamente cada parte de mi rostro hasta que se acerca y me besa de forma apasionada.

Del cansancio y queriendo que la situación termine rápido, me dejé usar, no le correspondí el beso pero tampoco lo evité, simplemente me comporté como una especie de muñeca, como lo que soy desde que me tiene secuestrada. 

Rápidamente la ropa desapareció al igual que mi toalla, y la violación fue el paso siguiente para terminar de cerrar mi mente completamente, bloquearme e imaginar que no estaba siendo violada por un chico mayor obsesionado por mi, para intentar desaparecer mentalmente.



Mafioso PosesivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora