25

5.6K 181 12
                                    

A L I C I A

Estaba asustada, y bueno, ¿Cómo no estarlo? La mirada que Alexander adquiere cuando llega a su punto de demencia es simplemente triste y a la vez me genera un miedo indescriptible, también sentía una gran lástima por él, raro, ¿no? La pobre chica secuestrada desarrolla sentimientos de pena por su captor, creo que finalmente estoy enloqueciendo pero todos nacemos con una luz que nos caracteriza, y que Alexander ya no posee y dudo que algún día la vuelva a tener. Esa inocencia que nos impulsa a descubrir el mundo, él la perdió pero ¿Cómo y cuándo? Esa cuestión divagaba por mi cabeza, ha decir verdad, jamás me había puesto a pensar en la razón por la cual Alexander es como es...¿Debería empezar a conocerlo y saber sus verdaderos puntos de quiebre para después poder ir contra él? Tuve que haber pensado en eso antes pero mejor tarde que nunca, podría ayudarme y bastante, ganar la confianza, algo cliché pero igualmente útil, uno de mis últimos recursos.

Dejé de pensar en eso y me concentré en la ventana que daba al patio de la casa, uno muy hermoso, cabe destacar; veo cómo algunas hojas comienzan a cambiar su color verde a marrón, dándome una señal de que han pasado varios meses después del secuestro ya que cuando Alexander me trajo a este lugar, los arboles estaban de un color tan vívido como mi felicidad.

Fue inevitable pensar el tiempo que he estado encerrada y todo lo que ha sucedido: las idas y venidas, mi madre, mi pobre madre esta siendo vigilada constantemente por aquel demente que solo espera el momento en que yo falle para ir y lastimarla, pero creo que ambos estamos atados de manos, él no atenta contra ella y yo no me suicido, así de simple.

La puerta abriéndose de golpe me sacó de mis pensamientos, ¿acaso no puede ser delicado con sus cosas? 

Él se quedó mirando mientras que se apoyaba en la puerta y me sonreía de una forma casi maniática.

-¿Cómo hice para tener a una mujercita como tú? Tan bella, tan delicada, sencilla- sonrió aún más y comenzó a acercarse mientras que yo me mantenía quieta en la cama y me enfocaba en escucharlo.

-Eres única, Alicia, por algo me llamaste tanto la atención, tu cabello largo y hermoso- dijo posicionándose a mi altura y acariciando un mechón suelto, al tenerlo tan cerca pude ver que sus pupilas casi cubrían su iris, así mismo su respiración estaba agitada, algo no estaba bien...bueno, más de lo normal -Tu timidez y rápida forma de asustarte, cual pajarito-  dice pasando su mano de mi cabello a mi mejilla, automáticamente me quejo, la sentía caliente de la cachetada que me había dado Alexander -Mi amor, tan pequeña...tan mía- y en ese momento me besa de forma lenta, sosteniendo mi cabello con su puño y con su otra mano en mi mejilla sana, no sabía que hacer...¿Y si lo intento? Seguido de eso, le correspondí el beso a Alexander, fue raro, verdaderamente raro, por más que anteriormente Alexander me obligó a besarlo, hacerlo por mí cuenta era algo nuevo.

Por lo visto mi accionar lo sorprendió puesto que comenzó a besarme con mayor emoción pero de repente paró.

-Me quieres manipular, esto no es real- dice parándose y alterándose aún más, su respiración se agitó peor -Siempre teniéndome bajo tu control, claro que si pero no lo vas a lograr, el que tiene el control aquí soy yo- eso me desconcertó...¿Le gustaba forcejear contra mí?¿Acaso no quería que yo le corresponda? Aunque debo decir que sumó 2+2, debí ir más lento pero por algo siempre debo empezar.

-Es eso, ¡Quieres jugar con mi mente! Puta- y me pegó una bofetada de nuevo -¡Desgraciada!- me golpeó con el puño cerrado en la boca, sentí la sangre salir de mi comisura.

Mafioso PosesivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora