El representaba solo una cosa: miedo. Generaba miedo a quien lo mirase y pobre del que lo hiciera. Sabia que tenia que alejarme, pero no podia. No por quererlo, él me encontraría si lo hacía. Y el castigo que me esperaba no seria muy placentero.
So...
Hasta ahora mi día venía más que tranquilo, eran como las cinco de la tarde, Alexander no daba señales de vida, yo estaba disfrutando de unos brownies hechos por Rosie y el clima era bastante agradable.
Luego de terminar mi postre, iba a buscar un libro cuando escucho el timbre, Rosie abre y luego ingresa un hombre de mediana edad, bastante algo y algo regordete, llevaba consigo un maletín.
― ¿Buenas tardes? ―digo dudosa ya que no sé por qué habrá venido.
―Hola Sra. D'laurentis, soy el doctor Jansen, vine a traerle unos estudios que le realicé el otro día luego de su desmayo y a corroborar otras cosas, pero primero debo hablar con el señor D'laurentis ―asentí algo abrumada por toda esa información; fui a buscarlo, él seguía durmiendo, ojalá nunca despertase.
―Alex ―lo moví― Alex ―lo moví más fuerte pero solo logré que se volteara― Tienen que hablar contigo.
―Deja de joder ―me ordena con su típico malhumor mientras se da vuelta y me mira― ¿Qué es eso tan importante que no puedes esperar a que despierte? ―se sienta en el borde de la cama y me mira atento.
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―Solo venía a decirte que vino un doctor, dijo algo de hacerme una revisión, pero luego de hablar contigo, solamente eso ―digo con algo de nerviosismo ya que todo su ser me intimidaba y el hecho de haberlo despertado, no mejoraba mi situación.
Suspira mientras deja su mirada clavada en mí.
¿Qué tanto quería?
―Acércate.
Eso me tomó por sorpresa.
Me quedé estática.
―Dije algo, sabes que no repito órdenes, así.que.hazlo.
Asentí, temblando, pero me acerqué. En un rápido movimiento me agarra de la cintura y tira en la cama, quedándose encima de mí para luego empezar a besarme, con esfuerzo, se lo sigo, era muy brusco y rápido, por lo visto estaba en su nube de lujuria y ya se había olvidado que alguien está esperándonos.
―Alex...―comienza a besar mi cuello― Alexander, basta, el doctor espera ―le digo separándolo de mi cuello.
―Quieta ―y ataca denuevo mi cuello.
―Por favor, después podemos seguir ― ¿Qué estoy diciendo?
Él mantiene su mirada fija en mí, siento que puede leer mis pensamientos.
― ¿Por qué me evitas? ¿Acaso no soy suficiente? Maldita hija de ―lo corté.
― ¡No! Para nada de lo que sea que estas pensando, solo tengo curiosidad por mi revisión y no me gusta dejar esperando a las personas ―le sonreí para quitar algo de tensión, él, como el loco que es, me devuelve la sonrisa.