So violento So macabro

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Calum era lo más bello que estaba viendo en ese momento, y es que no era el traje de graduación o el nuevo peinado, ni siquera la forma de cómo sus manos se movían para arreglarse, no, eso estaba de más. Era bello porque así lo daba a relucir, así estaba destinado a ser; que Ashton viera la belleza de Calum por cada parte de su cuerpo y forma de ser.

—Todo saldrá bien— dijo Ashton recargado en el marco de la puerta.

—Ya sé, pero... Estoy nervioso, esto es muy importante.

—Y lo harás bien— Ashton se acercó hasta él para estar detrás, era unos cuantos centímetros más alto que el moreno y aquello se dió a relucir en ese momento. Ashton puso sus manos sobre los hombros de Calum, acariciando un poco—. Siempre los has hecho bien.

Calum sonrió a su reflejo sin despegar su vista de la de Ashton, le brindaba seguridad saber que tenía a ese alguien esperándolo todos los días.

Aún así era triste que no pudieran demostrar tal amor con la frecuencia que deseaban. Obstáculos ponía la vida y ellos trataban de superarlos.

Calum salió en dirección a su escuela, por fin sería libre, por fin podría terminar sus estudios básicos para irse a vivir con el amor de su vida, porque esa era la condición.

Ahora estaba a sólo unas horas para concluir con eso, dar un discurso y pasar un rato con sus ex compañeros estaba bien, y después, ir por sus cosas y llevarlas al apartamento donde Ashton y él pasarían una vida tranquila.

Se dirigía a la casa de sus padres, donde también vivía su hermana pequeña.

—Ahi está el nuevo graduado— fue lo primero que su padre dijo al ver que Calum entraba.

—Hola, papá.

—Espero que ya sepas a qué Universidad irás, no quiero sorpresas de identidad—  dijo en un tono serio y bromista a la vez. Él era un hombre muy conservador con sus ideas, donde los hombres debían salir a estudiar y trabajar, mientras que las mujeres deberían estar en casa, Calum odiaba eso, porque su hermana simplemente terminaría el noveno grado y después se dedicaría a los deberes de la casa.

—¡Hermano!— gritó ella bajando las escaleras sin correr, ya que la mirada de su padre estaba sobre ella y si actuaba de una forma poco educada la reprenderia.

Calum esperó a que Ann bajará las escaleras y la envolvió en un cálido abrazo, sabía que no volvería a ver a su hermana, al menos no después de aquella cena.

—Bien, hay que celebrarlo, ¿no?— su padre los guío hasta la cocina, donde la madre de Calum estaba terminando de preparar un rico estofado.

—Mi pequeño hijo— lloriqueó ella un poco, Calum la abrazó con fuerza, pues sabía que su madre no se atrevería a contradecir a su amado esposo.

Su plan era sencillo, cenar, platicar un poco y después darles a conocer las intenciones. Aún así no pudo ocultar su seriedad durante la cena.

—¿Que es lo que te aflige?— preguntó su padre observando el ceño fruncido de Calum, además también de que casi no había comido bocado alguno.

—Yo... Tengo algo que decirles— dijo por fin, pues ya no soportaba quedarse callado, aquel amor que sentía no era digno de ocultarse.

—¿Que sucede?— pronto, su madre ya estaba angustiada.

Calum tardó en contestar, ya que no se atrevía a dirigirle la mirada a su padre, era tanto el miedo y coraje contra la persona que lo obligó a estar en ese punto, que no podía expresar su decisión. Aún así, retuvo la respiración por un momento y pudo hablar.

O. S CASHTON Y MUKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora