«Mirada al frente», «hombros rectos», «espalda derecha», «manos detrás de la espalda en una pose correcta»... Esas eran las indicaciones que mi instructor me daba todos los días. Siempre aburrido y monótono. Pero debo hacerlo, no quiero que mi padre, el rey, comience con sus reprendas aburridas. Una de las cosas que aprendí, no solo por ser el príncipe, sino por ser hijo del Rey, es que nunca hay que hacerlo enojar.
—¿Por qué no tengo un día libre como los otros?— cuestioné caprichoso.
—Ay mi niño, porque dentro de poco tendrás que elegir a una pareja digna...- respondió Jadis, la nana con la que he convivido desde niño.
—Y así subir al trono, bla, bla, bla— interrumpí. Frunci el ceño y crucé mis brazos, no eran justas esas tradiciones.
—Al menos ayúdame a convencer a mi madre— rogué, poniendo aquellos ojos que convencían a cualquiera, porque sí, yo tenía ese poder y a veces era perfecto usarlo en estos momentos.
Jadis se resistió por varios minutos, hasta que accedió apartando la mirada.
—Bien, niño, lo haré, correremos ese riesgo— y yo salté de felicidad juntando ambas manos.
—¡Gracias! ¡Gracias! Eres la mejor, ¿Lo sabías?— besé su mejilla.
—Si, niño... Ahora vaya a tomar un baño, yo prepararé su ropa para la reunión de esta noche— dijo mientras tomaba mis hombros y me dirigía hasta la habitación.
No me quejé, pues debía comportarme si quería aquel día libre. Me sentí emocionado al pensar en lo que pudiera hacer, qué es lo que haría, a dónde iría, qué es lo que vería en todo el reino. Jamás, en mis 17 años, había visitado formalmente las calles de nuestro reino. Probablemente no sería la gran cosa o quizá sería algo maravilloso. Debía descubrirlo, sí o sí.
Al salir de la bañera, me encontré con aquel traje café claro sobre la cama, tan formal que me daba náuseas, aquella cena era una de las más importantes, según Henry, ya que ahí se decidirían algunas candidatas para mí.
No pedían mi opinión o si era la mejor opción, simplemente yo sólo sería como un arreglo más, mientras mi padre y algunos de sus consejeros reales le daban algunos nombres y cargos de las mejores mujeres en el reino. O, en su defecto, quienes podrían ser las mejores para las alianzas con los cinco reinos. Hijas de Lores que tuvieron conflicto con la corona.
—¿Está listo, joven Michael?— Dalia asomó su rostro después de escuchar una aprobación de mi parte.
—Si listo te refieres a que debo escuchar un futuro que no quiero, entonces sí— suspiré. Ella sonrió de lado, pero salí, la seguí hasta el inicio de las escaleras, bajé mientras todos los presentes ponían su vista en mí.
Traté de no rodar los ojos, todo este proceso era un poco aburrido, bajé cada escalón con decencia y delicadeza, tal y como me lo han enseñado, llegué hasta donde se encontraban mis padres y los consejeros, me hubiera gustado ser el hermano menor, a ellos no les exigían tanto, aunque no tengo hermanos menores.
La cena transcurrió en silencio, yo trataba de no chocar miradas con mis padres, porque si lo hacía quizá los miraría con odio y eso significaría un regaño después de la cena.
Al terminar, los sirvientes recogieron absolutamente todo, dejando el gran comedor reluciente. Pronto, mi padre junto a los consejeros nos dirigimos hasta la sala real, una habitación con una gran mesa al centro y ocho sillas.
—Creo que es hora, ¿Verdad?— habló Gerard, la mano del Rey, un señor amargado que arrugaba su nariz de la forma más desagradable posible, me irritaba su precencia, siempre.
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O. S CASHTON Y MUKE
De TodoOne Shots. Historias (algunas cortas, otras no tanto) que no están relacionadas entre sí, tan sólo son las ideas que surgen de mi mente. El propósito principal había sido que fueran de diferentes Bromance entre los integrantes de 5SOS, pero creo qu...