A Crime To Remember | Muke

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Mi nombre es Arleth Clifford Hemmings, y hasta ahora tengo una vida muy bella, mis padres fueron integrantes de una banda. Me adoptaron cuando tenía 6 años y poco después se casaron, recuerdo aquel día perfectamente. Papá Luke llevaba un traje blanco con una rosa de adorno y papá Michael llevaba su traje negro elegante, aunque unos zapatos blancos. Se veían tan felices que hubo un momento en el que solo existían ellos dos.  Lo supe por la forma de como se miraban, como papá Michael tomaba la mano de su esposo y  le acariciaba la mejilla como si no existirá algo más frágil.

Fui criticada por muchas personas y mis padres también, pero no me importaba, yo sé que viví bien y no me hizo falta nada.

Papá Michael trabaja en una disquera famosa y papá Luke se queda conmigo en casa, haciendo la tarea, viendo películas, a veces le ayudó a cocinar, etcétera. No me puedo quejar de esta vida.


Ayer escuche que papá Luke se quejaba por su dolor de cabeza, sin embargo, nos dijo que no era nada grave que se tomaría unas pastillas, realmente no sé si lo hizo, por la tarde fuimos por un helado. Los tres caminabamos por la acera, ellos tomados de la mano y yo junto a papá Luke, bromeaba sobre su nuevo anillo, hasta que de pronto se quejo del dolor de cabeza, lo vi más pálido. Al llegar a casa él solo dijo que necesitaba dormir, por la madrugada cuando me desperté para tomar un vaso de agua, escuché que ambos platicaban.

—Tienes que ir, Luke— oí a papá Michael.

—No, estaré bien, en serio...

En ese momento pensé que ya por fin acabaría su plática, desgraciadamente escuché un golpe como si hubieran tirado algo.

—Luke, Luke— escuché los gritos ahogados de papá Michael.

—Papá, ¿Qué pasa?— no soporté más y abrí la puerta, vi en el piso a papá Luke, pensé y sentí lo peor.

—Llama a una ambulancia, Arleth, por favor — hice lo que me ordenó, trate de calmarme, pero no podía quitarme de la mente a papá Luke en el piso inconsciente y a papá Michael reteniendo las lágrimas.

Entonces papá Michael lo llevó al hospital. Fue internado de emergencia, en la radiografía* salio un tumor pequeño en la cabeza. La noticia fue desgarradora para papá Michael que lloró toda la noche.

Hoy estoy sola en el hospital. Observando a papá Luke y le susurro al oído cuanto lo necesitamos, miro su rostro y ahora sé porque papá Michael se enamoró. Y por eso él no pudo verlo así aquí, inmóvil.


Ha pasado un mes de quimioterapias y tratamientos inútiles, perdiendo la fe que teníamos, o al menos yo sí, pero papá Michael aún no la perdía, se reusaba a la idea de perder a su otra mitad. Buscó especialistas y métodos costosos para el tumor que repentinamente creció en el cerebro de papá Luke quien tenía alucinaciones y sueños extraños, llamaba a sus amigos y gritaba cosas sobre el pasado, me partía el corazón.

—¡Largate! Todo fue tu culpa—gritaba papá Luke una tarde que regresaba de la escuela, papá Michael aún no llegaba del trabajo, cuando abrí la puerta de papá Luke pude ver claramente que él estaba sentado en la cama con sus manos en la cabeza, oprimiendo.

—No, papá Luke, por favor —me acerqué a él lentamente.

—Arleth, hija... Vete, odio que me veas así — lloriqueó y trató de alejarme.

—No... Jamás te dejaré, papá. Por favor —suplique con lágrimas pesadas y ardientes rodando por mis mejillas.

—No quiero que me recuerdes así, mi pequeña...

Papá Luke estaba mucho más delgado, pálido y débil. Nos quedamos abrazados por un largo rato hasta que se quedó dormido. No sé cuanto tiempo más puedo soportar el dolor de verlo así.

Pero como es el ciclo de la vida, naces, creces, encuentras al amor de tu vida, tienes hijos y llega el maldito momento en el que debes a morir, aunque realmente es injusto.

Los últimos dos días de la vida de mi papá Luke fueron tranquilos, después de tantas alucinaciones y sufrimientos.
Sigo sin dejar de pensar en la mirada de esperanza de papá Michael cuando vio que papá Luke se levantó con una sonrisa, preparando el desayuno y bromeando con nosotros, creo que jamás sabremos cuanta felicidad tuvimos en ese momento. Nadie hizo nada durante ese día, vimos películas ridículas y comimos pizza, por la noche por fin dormí con un gran alivio al saber que papá Luke ya no gritaría y arrojaría cosas.

El segundo día fue paz sólo por la mañana. Cuando veíamos la televisión, uno de los programas favoritos de papá Luke, éste se levanto y apagó todo.

—Quiero que hablemos de otra cosa — dijo cruzando los brazos, caminó hacia  papá Michael.

—¿Cómo que?— vi la mirada de miedo en papá Michael.

—Quiero recordar, Mikey.

—¿Qué cosas?— pregunté interesada.

—Aquí tengo algo que nos servirá. — Sacó una caja azul, al abrirla venían muchas fotos, reconocí algunas, eran de ellos con sus amigos de la banda, también una que otra de nosotros tres.

—Oh, mira—dijo papá Luke.

Me mostró la foto, estaban ellos dos  en un concierto, papá Luke le extendía un ramo de rosas a papá Michael.  Pasé algunas y la mayoría era de sus viajes antes de mí.

—Esta es mi favorita de ti — me dijo papá Luke. Estaba yo tratando de saltar a lado de un perro enorme. Sonreí al recordar ese momento, cuando papá Luke me separo de ese perro.
Reímos y conversamos un rato más hasta que anocheció.

Y en cuanto iba casi a dormir escuché que papá Michael me llamó desde su cuarto.

—Arleth, ven.

Caminé lentamente, todo iba tan perfecto y aún así todo debía acabar.

—Después de todo si llegamos a ancianos—dijo papá Luke débil.

— Lo recuerdo, te veías ridículo con esas medias—bromeó papá Michael reteniendo más lágrimas.

—Pero te gustó—tosió varias veces.

Papá Michael no contestó, sólo lloraba.

—Arleth, estar contigo estos nueve años hizo que mejorara mi vida—
Solté el llanto, solo pude darle un beso en la mejilla y sonreír como lo hacia él—. Michael, jamás olvides que te amo, mi ex cabeza de colores.

Fue lo ultimo que dijo, cerro los ojos y murió con la mano de papá Michael entrelazada con la suya y la fotografía de su boda en la otra.

Lloré todo lo que me había tragado por más de un mes, una parte de mi había muerto con mi papá. Vi desaparecer el brillo de sus ojos azules y al mismo tiempo el brillo de los ojos verdes de papá Michael.






N/a: Y dice la Biblia que tengo más razones para escribir cosas más tristes. Pero ese será el último.

O. S CASHTON Y MUKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora