Nadie nace con escudo y espada

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Y decidió por escribirte sobre su pasado. Largo. Demasiado largo. Podría decirse que infinito por ser tan pequeña. Y es que tuvo que crecer demasiado deprisa. Aprender más de lo que debería saber a su corta edad. Como luchar. Como defenderse. Como ganar. Demasiado para tan poco tiempo. Lo peor es que tuvo que hacerlo sola. Encerrada en su habitación, que hasta al estar callado, hacia eco. Y no sabe por donde empezar a escribir. Se acuerda de todo, pero de nada. Solo pensarlo los ojos humedecen. Lagrimean. Lloran. Y es que aún no se dio cuenta de que ella es fuerte. Que tuvo que crear su propia armadura para combatir contra todo. Todo. Y ahora pisa fuerte, pero muy en el fondo, su corazón sigue cicatrizado. Y son marcas de guerra, de algunas se avergüenza, pero de otras se enorgullece. Y siempre será así. Su pasado sera una mierda. Siempre. Y aún no ha llegado a la mitad de su vida, ni a la cuarta parte de esta, y a tenido que hacer más batallas que Colón, y ha escrito más poemas que Lope De Vega, y a recreado más pinturas que Picasso. Porque ella es así. Tiene que serlo. Una guerrera con un pasado. Porque nadie nace con escudo y espada. Deben encontrarla en alguna batalla en el infinito del horizonte, del cual todos desconocen. Hasta ella. Ella aún no llegó hasta este horizonte, porque sabe que aún quedan batallas que luchar, cicatrices que marcar. Y solo quiere eso. Que la recuerde. Que recuerden su nombre. Porque al fin y al cabo, todos merecen un nombre en este mundo.

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