El pintalabios no mancha, cicatriza

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Es jodido que sean las 4 de la madrugada y aún no encuentre cama en que dormir. Ando descalza de calle en calle y no doy la razón de como dos labios chocándose se ven más bonitos cuando no son con los míos. Sigue habiendo legañas y locura de lagrimas en cada caricia desconocida. Que por algo mis medias están rasguñadas y mis manos solo llevan el tacón derecho. Esta lloviendo y me da mas miedo tropezarme que destrozarme el vestido. He echado a perder el rimel en una noche de frágiles y cicatrices. Que encontré mas precipicios en las copas de vino que en su boca de presumido. Buscaba alma perdida, que fuera mítica y no tuviera otra opción que encontrar un mapa en sus costillas. Que buscar entre tus piernas no dio pistas de en que puto momento deje mi inocencia atragantarse. Murió en el intento de llorar en una esquina y esperar que alguien me abrazara de la espalda, porque nadie a las 4 de la puta madrugada se le ocurre soñar ser princesa de un cuento sin hadas. Hay que estar como una jodida loca como para ir de bar en bar robando copas, tomando tequilas y besando labios de gente ajena. Eso va de tirantes caídos y disfrutar de carcajadas en una noche sin vicios, solo con amigos que te hagan la putada de llenarte el vaso hasta arriba, y que se desborde ante tus ojos como barco hundido. Existen relojes que paran el tiempo, hacen que retrocedas en este, y que tomes la decisión de quedarte en casa o hacer llorar las calles de Valencia. Decides salir de fiesta y las oportunidades se te agotan como si fuera un reloj de arena. Así que decides por la tercera opción, destruir tu visión de una nueva vida, y dejas que tu alma se mate en esa misma calle en la que el mundo decidió pararse y temblar ante suicido tan conmovedor, porque simplemente fue un beso con la muerte, un baile de despedida, escalofrió en su mirada y saltaron el vació, tal como la primera vez.

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