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Karina tomó aire profundamente y suspiró con lentitud, dejando el aire escapar a través de los dientes.

Se agachó al suelo, y se aseguró de tener los cordones bien atados. No le apetecía caerse delante de media California, ese día no.

Se volvió a erguir y estiró los brazos.

Observó como su entrenador se acercaba y sonrió levemente, una pequeña pero sincera sonrisa.

- ¿ Lista ?

Ella asintió, pero no se la tuvo que ver muy convencida porque Severaite se rió suavemente, dándole unas palmaditas en el hombro.

- Lo harás bien, Ari, no tienes de qué preocuparte.

La chica suspiró.

- Lo sé, solo estoy nerviosa.

- Es normal - sonrió él, una de esas sonrisas que a Karina tanto le gustaban - Ten confianza en ti misma. Llevas haciendo esto desde hace mucho, y lo haces de maravilla. No he tenido en el equipo a alguien como tú en mucho tiempo. Llegarás lejos, Karina, ya lo verás.

Karina sintió como los ojos se le llenaban de lágrimas. Había luchado, había dado todo de sí durante años, dejando a un lado los estudios y las fiestas, las excursiones de fin de curso, sus propios cumpleaños... Y al fin estaba allí. Su sueño estaba a un paso de cumplirse. Solo tenía que ganar aquella carrera e iría derecha a la Estatal, y con suerte, en cuatro años estaría en la Internacional.

Los organizadores del evento comenzaron a hacer pasar a los participantes, abriendo la verja que separaba la pista de las gradas.

Karina lo observó todo y devolvió la vista a Severaite, pasándose la mano por los ojos y aclarándose la vista.

Severaite echó un vistazo pista adentro y se volvió hacia Karina, apoyando ambas manos en sus hombros e inclinándose levemente para mirarla de cerca a los ojos.

- Bien, escúchame, Karina. Si estuvieramos en una competición normal, te diría que empezaras lento y aumentaras el ritmo progresivamente. Pero esto es la clasificatoria para la Estatal. Aquí todas las chicas están bien preparadas, tienen buena resistencia, como tú. Se pueden permitir el lujo de empezar rápido porque saben que podrán aguantar después. Algunas saldrán disparadas nada más empezar la carrera. Pero no te agobies, no trates de adelantarlas, porque se cansarán. Empieza con un ritmo rápido pero constante, no des todo de ti. Cuando pases a la calle libre aprieta un poco. Ahí muchas de las que te han acompañado en la carrera acelerarán. Hazlo tu también, pero quédate de las últimas de la tanda - los participantes fueron llamados a través de los megáfonos, pero Karina solo tenía oídos para su entrenador- A los 300 metros, te toca a ti. Adelanta al grupo y alcanza a las primeras. No te preocupes por ser la número uno, aún queda carrera. A los 500 metros, la cosa es toda tuya. Ahí tienes que dar lo mejor de ti. No te reprimas, no quieras guardar energía. Ya lo has estado haciendo antes. A partir de ese momento, ve al máximo. No dejes que nadie te adelante. Recuerda que tu mente es tu mejor aliado. ¿ Entendido ?

Karina asintió, asimilando toda la información.

Los megáfonos volvieron a sonar, y supo que era hora de entrar en la pista de atletismo.

- Una cosa más, Karina- le dijo, mientras ella ya comenzaba a dirigirse hacia dentro. Karina se volvió y lo miró interrogante- Disfruta.

En el rostro de Karina se dibujó una sonrisa enorme. Asintió enérgicamente y caminó sin prisas hacia el punto de salida. Definitivamente, amaba a Severaite.

Antes de posicionarse, reguló su respiración, sonrió hacia el sol, y buscó a su padre entre la multitud. Lo localizó en una de las gradas principales, debía haber llegado de los primeros. Ajax alzó los brazos y levantó una pancarta hacia su hija. Karina rió y le lanzó un beso.

"Atletas, a sus puestos" resonó por todo el estadio. Karina borró la sonrisa y apretó la mandíbula en una expresión decidida.

"Preparados"

Dio un pequeño salto y se colocó en los tacos, acomodando sus pies para una buena salida.

"Listos"

Miró hacia el frente y botó suavemente sobre el apoyo.

Al sonido del disparo del juez, las atletas se lanzaron a sus calles.

El estadio entero rugió, cada uno animando a sus favoritos.

Karina no se molestó en mirar lo que hacía el resto de participantes. Se centró en llevar su ritmo, constante y rápido. Ni siquiera tuvo que esforzarse en controlar su respiración. Después de tantas carreras, Karina había aprendido a hacerlo automáticamente.

Cien metros más tarde, abandonó su calle para entrar en la principal. Sintió como la seguían de cerca, llegando un par de chicas a adelantarle, pero no se preocupó por tomarles la revancha.

Siguiendo los consejos de Severaite, las seguió muy de cerca, casi pisándole los talones.

Karina alcanzó los trescientos metros casi sin esfuerzo, cosa que no habría podido conseguir años atrás. Por ello, no le resultó difícil apretar el paso, y colocarse al frente del primer grupo.

Durante un buen rato, ella y otras dos chicas estuvieron adelantándose mutuamente, Karina aún sin ir al límite de sus fuerzas.

Karina situó los 500 metros, y se preparó para lo que iba a hacer.

Corre, corre, Karina.
Tú puedes. Tú puedes.

Y los 500 llegaron. Karina comenzó a acelerar aún más, poniéndose la primera, pero sus competidoras no le dejaban marcharse.

No basta con correr, Karina. Tienes que volar.

Karina apretó durante un segundo las manos, decidida, y aceleró el paso. Dió lo máximo de ella, alargó las zancadas, soltó todas sus fuerzas. Sus piernas se movían tan rápido que parecía que solo las puntas de sus pies tocaban el suelo, impulsándola siempre hacia adelante.

Karina notó el aire frío chocar contra su rostro, refrescándola. Y así, a toda velocidad, se sintió viva.

Y corrió y corrió, y no pudo con ella la pesadez que comenzaba a sentir en sus piernas, ni la respiración fatigada, ni el sudor ni el cansancio. Mucho menos sus contrincantes.

Corrió como nunca lo había hecho.

Karina sonrió y se lanzó a la meta. La cruzó, y no pudo sentirse más feliz. Gritó, saltando de euforia sin poder parar, por muy exhausta que estuviera. Lo había logrado. Lo había logrado. Sus dedos estaban rozando su sueño. No podía creérselo. ¡ Se iba a la Estatal !

Soltó una risa y abrazó a su compañera de equipo, Mia, que había logrado entrar quinta.

Mia le dijo algo cuando se separaron, pero Karina estaba tan emocionada que ni siquiera entendió muy bien lo que decía, y simplemente la abrazó otra vez.

Severaite gritó su nombre desde fuera de la verja. Su padre había bajado de las gradas y estaba también junto a él, con la expresión más orgullosa que un padre pudiera tener.

Karina comenzó a correr hacia ellos para abrazarlos y celebrarlo, pero sintió un extraño hormigueo en las piernas. Y entonces, se cayó.

KARINA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora