EPÍLOGO
(un año después)Cuando Karina abrió los ojos, supo que, en efecto, todo parecía haber cambiado.
Los colores parecían más brillantes, los olores más variados. Los sonidos más audibles, el tacto más diferente.
Era extraño ver las pequeñas diferencias y saber que no se había dado nunca cuenta de ciertos detalles que siempre habían estado ahí.
No dormir era algo a lo que rápidamente se estaba costumbrando. Karina siempre había pensado que, sino fuera porque era necesario, dormir era una pérdida de tiempo, así que no le había resultado demasiado difícil acostumbrarse a ello.
Había decidido esperar un año para convertirse, y sorprendentemente, ninguno de los Cullen se habían negado a hacerlo en aquel momento.
En ese año Karina había estado pasando mucho tiempo con su padre, sin saber de cuánto más podría disfrutar. Se había graduado también, y había sido el chismorreo de todo el pueblo con su acompañante al baile.
Pero sin duda, dejando de lado a los propios Cullen, lo mejor era correr.
Corría como nunca antes lo había hecho. Aquellas sensaciones que correr le había aportado en su momento, ahora se multiplicaban por cien... con la diferencia de que ahora corría la distancia de unas cuantas maratones.
Sorprendentemente, cuánto más corría, más progresaba.
Los Cullen tuvieron más que claro que aquel era su don cuando, de la increíblemente alta velocidad que alcanzó, Karina dejó de ser visible para sus sentidos vampíricos.
L
a nueva vampira volvió de cazar junto a Jasper y se sentó al lado de Carlisle en el sofá. Jasper, por ser la última incorporación y experimentar lo que ella más reciéntemente -además de poder mantenerla tranquila- era el compañero perfecto para salir de caza.
Karina y Carlisle se sonrieron y se besaron con suavidad y cariño, pero enseguida los instintos de neófita recién convertida la dominaron y Karina se sentó rápidamente sobre su regazo, besándole con fuerza y soltando un gemido ansioso.
El resto de los Cullen estallaron en carcajadas, y Karina se sonrojó bruscamente, recordando que no estaban solos en la habitación.
- Alguien está en celo... - canturreó Emmet haciéndose el distraído.
Karina se pusó en pie bruscamente y fulminó a Emmet con la mirada. Todos sabían lo que eso significaba.
- Corre - advirtió Rosalie, antes de que Karina saliera disparada detrás de su novio.
Edward y Jasper se miraron entre sí, divertidos.
- Le doy tres minutos - dijo Edward, divertido - tres minutos para que Karina pille a Emmet.
Jasper se mantuvo un segundo en silencio y contestó.
- Dos - apostó.
Alice sonrió para sí misma. Aquella era una apuesta segura.
- Uno - dijo.
Sí, quizás las cosas hubieran cambiado un poco, pero había cosas que seguirían siendo iguales para siempre.
FIN