Karina se movió levemente, despertándose, y se acurrucó aún más contra el cuerpo a su lado. Entonces recordó y abrió los ojos.Verdaderamente, Carlisle se salía fuera de lo normal. Estaba exactamente igual que la noche anterior, a excepción de unas cuantas arrugas en su ropa. Pero nada de ojeras, el pelo perfectamente peinado y el rostro impecable y despierto.
Karina debió de soltar un suspiro, porque Carlisle despegó la vista de la ventana y la centró en ella. Sus ojos dorados eran espectaculares, Karina se preguntaba si algún día se acostumbraría a ellos.
- Buenos días, Karina - sonrió levemente, dejando de acariciar su brazo - Te mueves mucho por la noche, ¿ lo sabías ?
Karina se dió cuenta entonces de que estaba medio encima de él, y se sonrojó notablemente, alejándose un poco.
- Lo sé. ¿ Te he dejado dormir ?
- No te preocupes por eso - sonrió - no duermo mucho igualmente.
Karina se preguntó cómo era capaz de sonreír tanto, y con sonrisas tan perfectas. Pequeñas, pero agradables y sinceras.
Carlisle reaccionó, después de mirarla fijamente un buen rato.
- Bueno, creo que es hora de desayunar - y suponiendo que la chica necesitaba tener un par de minutos de su tiempo, añadió - Te prepararé algo.
Ella lo siguió con la mirada a medida que se levantaba.
- No hace falta, Carlisle.
Él la miró y sonrió antes de desaparecer en dirección a la cocina.
- No vas a hacerme cambiar de idea.
Karina se mordió el labio y ocultó una sonrisa involuntaria. Entonces, se dió cuenta de lo que estaba pasando. ¿ Sería posible ? Se... ¿ Se estaba enamorando de él ?
Sin querer darle más vueltas, se fue al baño y se miró en el espejo. Se rió, tenía pelos de loca.
Se lavó la cara con agua fría y se puso un chandal gris, atando su cabello en una cola alta. Aquello tendría que valer.
El olor a tortitas la invadió mientras entraba a la cocina. Karina se acercó a Carlisle para ver cómo las hacía.
- Hacía tiempo que no las tomaba.
Carlisle volteó levemente para verla y sonrió.
- Y yo que no las hacía.
Karina lo miró en silencio unos segundos.
- Por cierto, ¿ de dónde has sacado las cosas ?
Carlisle señaló una bolsa sobre la encimera, y Karina reconoció el logo de la tienda de la esquina en ella.
- ¿ Tanto he tardado ? - preguntó confundida. Que ella supiera, apenas había pasado unos cuantos minutos en el baño.
- No, soy rápido - se limitó a decir, y a continuación, cogió un plato y puso la última tortita en ella - Esto ya está.
Karina observó la montaña de ellas y se echó a reír.
Él la miró confundido.
- ¿ Qué ocurre ?
- Creo que te has pasado.
Carlisle sonrió entonces y se encogió de hombros, poniendo el plato sobre la mesa y sentándose.
- Mejor que sobre a que falte, ¿ no ?
Karina asintió dándole la razón, y se lanzó a por su primera tortita, ocultándola con una marea de sirope de chocolate.
- Están genial - dijo, cerrando los ojos un momento y disfrutando del sabor.
- El chocolate está genial, querrás decir - bromeó Carlisle- Dudo que con esa cantidad de chocolate llegues a notar el sabor de la tortita.
Ella soltó una risa. Karina se dió cuenta de que se encontraba más feliz de lo normal, y eso no solía pasarle, especialmente por las mañanas.
Comieron en silencio un rato, hasta que Karina volvió a hablar.
- Gracias por esto, Carlisle - dijo, sonriéndole amplia y sinceramente - No tenías por qué. Y puedes irte cuando quieras, seguro que tus hijos te están esperando.
- No es nada - le devolvió la sonrisa - Y ellos ya son mayorcitos.
Justo en aquel momento, alguien llamó a la puerta.
Ambos se miraron alarmados. No estaban haciendo nada malo, pero los dos sabían que si su padre los veía las cosas acabarían mal.- ¿ Cuánto tiempo se tarda en abrir una puerta ? - Carlisle escuchó refunfuñar al otro lado y se sintió aliviado.
- Es Alice - informó, abriendo.
Alice lo miró confundido de que estuviera allí, pero pasó adentro igualmente y abrazó a Karina en cuanto la vio.
- Lo siento, ¿ estás bien ? No entiendo cómo no lo vi venir antes.
- ¿ Qué ibas a saber tú, Lice ? - sonrió - No pasa nada, estoy bien.
La chica asintió y devolvió su atención a Carlisle.
- ¿ Y tú ? - miro a su alrededor -Espera... ¿ has dormido aquí ?
Él asintió sin más, mientras que Karina enrojecía y deseaba que la tierra se la tragara.
Sin embargo, para su suerte y a pesar de la sorpresa de su amiga, esta solo sonrió ampliamente, como si aquello le hubiera hecho realmente feliz.
- ¿ Sabes quien es "M", Kar ?
Ella negó con la cabeza.
- ¿ Las tienes aquí ? Las cartas.
Karina asintió, y terminando el desayuno, los tres se trasladaron a su habitación.
Alice cogió la caja que su amiga le tendía y la abrió.
- Vaya.
- Lo sé - dijo Karina - al principio era una cada dos días, como mucho. Ahora...
- Sí, son muchas. ¿ Puedo llevármelas ?
Karina se encogió de hombros.
- Claro. ¿ Qué vas a hacer con ellas ?
Alice frunció el ceño mientras alzaba una de las cartas en el aire.
- Investigar.