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Cuando Karina despertó al día siguiente, se sentía tan a gusto que apenas abrió los ojos los volvió a cerrar.

- Buenos días, Karina - Carlisle la saludó suavemente, pero la chica fingió estar dormida - Sé que estás despierta, tu corazón suena distinto.

Karina maldijo en su interior a los vampiros y sus habilidades, pero siguió sin reaccionar.
Él esbozó una sonrisa pícara.

- Me habré equivocado - susurró en voz alta, dejándolo pasar.

Sin embargo, Karina lo notó moverse a su lado, y un segundo después, sintió sus suaves labios sobre su cuello.
Suspiró, no lo resistió más y atrajo su rostro hacia ella para besarlo.

- Sabía que no estabas dormida- se burló Carlisle cuando se separaron, divertido.

- Has jugado sucio - susurró ella muy cerca de él. De pronto, se sentía muy ansiosa.

Carlisle sonrió ampliamente como respuesta y unió sus labios de nuevo. En cuestión de un momento, el beso pasó de ser dulce y suave a uno más intenso y animal. Con un movimiento hizo que se sentara sobre él y dejó sus manos sobre la parte baja de su cintura, mientras que ella colocaba ambas manos a los lados de su rostro y profundizaba el beso. Karina deslizó una de sus manos dentro de su camiseta y acarició su espalda, notándola fuerte y suave. Entonces Carlisle se separó y la miró con los ojos oscuros. Karina captó con una mirada que sería mejor parar en aquel momento, y bajó la mirada sonrojada.

- Lo siento, no sé que me ha pasado - dijo, y en verdad no entendía porqué se estaba sintiendo así, como si tenerlo a su lado no fuera suficiente - Es que contigo... no sé, todo es diferente.

Karina se dió cuenta de que aquella era una gran verdad.
Lo que tenía con Carlisle era distinto a lo que había experimentado con otros chicos, y no solo porque fuera mayor que ella... y un vampiro.
Era algo que aún no sabía explicar con claridad.

Carlisle alzó su rostro mientras sus ojos volvían a su color habitual, y le mostró una sonrisa sincera.

- Me pasa lo mismo, Karina. Aunque sea lo mío, me haces perder el control, y en todos los sentidos.

La miró el tiempo suficiente para ver aparecer en su rostro una sonrisa y le dió un beso suave y dulce. A Karina le gustó tanto como todos los demás.

- ¿ Bajamos ?

Ella asintió, y antes de que pudiera ayudarla rodó por la cama y se acomodó en su silla.

- Vamos - sonrió, y sin esperar a ver si la seguía se dirigió hacia el salón.

Carlisle apareció sentado en el sillón al lado de Jasper, alzando una ceja en su dirección de forma burlona.

- Bueno, bueno, la parejita finalmente ha decidido salir de la cueva - comenzó Emmet con una sonrisa traviesa - Suerte que Carlisle es el rey del autocontrol, Karina, o ahora mismo no podrías estar sentada. Aunque tú no se lo has puesto fácil, debo decir que...

Rosalie le dió un manotazo antes de que terminara, mirándolo escandalizada, mientras que Carlisle lo fulminaba con la mirada y Karina enrojecía. Había olvidado que todos allí, no solo Carlisle, podían escuchar hasta el más mínimo susurro de aquella casa. El vampiro a su lado acarició la palma de su mano distraídamente, y Karina alzó la cabeza para mirarle. El amor que sentía por él era sin duda el más fuerte que había sentido nunca, y estaba segura de que aumentaría aún más con el paso del tiempo. Karina sabía que él era el diferente. Cada vez que lo miraba o pensaba en él no podía evitar sonreír.

Sin embargo, tenía algo de miedo, porque recién comenzaba algo con él y ya le hubiera dado todo lo que le pidiera.

Edward sonrió ampliamente, casi riendo, y todos lo miraron.

KARINA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora