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Los días pasaron.

Las temporadas de exámenes eran lo peor para Karina, y no por el hecho de estar atestada de exámenes en si, no por los agobios ni por el estrés - que también los tenía, como la gran mayoría de sus compañeros-, sino porque estar horas y horas encorvada sobre la mesa estudiando sin parar, eso hacían que su mente y su cuerpo se cansaran de inmediato. Antes, cuando no estaba sentada en aquella maldita silla de ruedas, salir a correr un rato le hubiera supuesto un descanso del estudio, una liberación. Ahora solo podía ir de estar sentada en un sitio a estar sentada en otro. Qué gran diferencia.

A veces deseaba haber perdido también la sensibilidad de las piernas. Si no las sintiera, quizás no sería tan frustrante. Pero es que ella las sentía, las notaba, la energía, los golpes, las ganas de moverlas.

Alice ayudaba, y mucho.
Ella era su respiro de la depresión en la que estaba metida. Su esperanza.

- Oye Lice, sabes que si quieres puedes sentarte con tus hermanos, ¿ no ? - le preguntó, sientiéndose culpable de acapararla tanto rato.

- Lo sé - sonrió - pero ya los he visto durante demasiado tiempo.

- Creo que Jasper no piensa lo mismo - dijo viendo como el chico no apartaba la mirada de su dirección.

- Jasper me tiene para él solito toda la noche - contestó mirándolo desde donde estaba con intensidad.
Él sonrió de lado y alzó una ceja, mientras que el resto de los Cullen ponían caras de asco.
Karina sonrió ante la casualidad de que por sus gestos parecían haber escuchado la conversación.

- Me encantaría haber tenido hermanos.

Alice la miró fijamente.

- Quizás los tengas algún día.

- A no ser que mi padre decida empezar a adoptar como el tuyo, no lo creo - dijo medio riendo, y en eso la imagen del doctor Cullen apareció en su memoria, desvaneciéndose rápidamente.

Alice parecía discrepar y querer decir algo, pero solo sonrió.

- ¡ Hey Ari ! - la saludó Newton llegando hasta ella - ¿ Hiciste las actividades de biología ?

- Sí, claro - dijo alzando la cabeza para mirarlo.

- ¿ Me las dejas ?

Karina frunció el ceño.

- No es justo, Mike...

Él puso su mejor cara de pena.

- Por favor...

Karina rodó los ojos.

- Solo por esta vez - advirtió, abriendo la maleta y buscando la fotocopia, mientras que Mike lo celebraba a su lado.

Entonces, a la vez que sacaba las hojas y se las tendía a su amigo, Karina vio algo rojo en el fondo de su mochila.

Extrañada, metió la mano y miró lo que era sin sacarlo de allí. Era un sobre oscuro.

- Gracias, eres la mejor - sonrió Mike dándole un rápido abrazo y alejándose acelerado. Karina ni siquiera reaccionó, aún mirando el sobre.

- ¿ Qué pasa, Kar ? - preguntó Alice, sabiendo que algo pasaba. Por alguna razón, no consiguía ver qué.

- Ha... ha aparecido esto en mi maleta - contestó, sacándolo y dándole vueltas en la mano - No es mío.

Alice lo miró con curiosidad.

- ¿ A qué esperas ? Léelo.

La campana sonó en aquel momento, y Karina guardó el sobre rápidamente.

- Tengo clase, nos vemos.

Alice se dió la vuelta y miró a Edward en busca de respuestas, quien se encogió de hombros confundido.

Karina no fue directamente a su clase, sin embargo. Se metió en el baño y dudó en si abrir aquel sobre o no. Había algo que le daba mala espina en aquel asunto. Quizás lo mejor sería no abrirlo, ignorarlo.
La curiosidad le pudo y rasgó el sobre, sacando una hoja de su interior.

"No te pares al lado de mi tumba, y solloces.
No estoy ahí, no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan y desaparecen.
Soy el destello del diamante
bajo la luz del sol.
Soy la lluvia, y el frío.
Soy la brisa que juega con tu pelo, y el silencio.
Soy el rojo y el negro, y las estrellas que brillan por la noche.
No te pares a un lado de mi tumba, y solloces.
No estoy ahí, no he muerto".

M.

Karina releyó la carta una y otra vez, intentando comprender algo; de quién era, qué quería... Aquello no tenía ningún sentido. ¿ De verdad alguien se había puesto a jugar a las adivinanzas con ella ?

Y aunque no supiera ninguna de las respuestas, sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo desde el inicio de la columna hasta la punta de los pies.

KARINA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora