18. Fragmentos

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—¡Hermano! ¡Hermano mira!

Por primera vez, había conseguido moldear una ave de arcilla.

—¡Que bonito _____! Esa es mi hermanita.

En ese entonces tenía siete años.
Me pasaba la mayoría de veces con mi hermano y con sus amigos. Ellos no tenían problema en estar conmigo, ellos me decían que les gustaba.

Al volver a casa después de haber estado con ellos, mi hermano y yo nos encontramos con nuestros padres discutiendo, pero no era una típica discusión. Era sobre mí.

—¡_____ es muy peligrosa para el mundo shinobi! —le oí gritar a mi madre.

—Cariño, cálmate. Ellos están por llegar —intentó tranquilizarla.

—¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡Ella..., ella es un monstruo! ¡Ha heredado los dos Kkekei genkai más poderosos del mundo, ella sola!

Mi hermano y yo nos escondimos tras la puerta. Él me abrazaba, mientras me acariciaba la cabeza.

—Ella es un peligro para los Kawasaki. Con el golpe de estado, acabaremos con su vida también.

—¿Y qué haremos con Deidara? ¿Cómo se lo explicaremos?

—Ya se nos ocurrirá algo.

Me separé bruscamente de mi hermano, y salí corriendo a mi habitación. Allí, preparé una mochila con algo de comida, kunai's y ropa. Deidara se quedó en el marco de la puerta, mirando cada acción mía.

—Me voy —le dije—, lo siento. No puedo esperar a los dieciséis. No me detengas.

—No te detendré —eso, aunque se lo hubiera pedido, me dolió un poco—, es tu deseo. Entiendo que no puedas más. Yo no puedo acompañarte. Tengo que seguir mis clases con el tercero. Pero te prometo una cosa —se acercó a mí, y me plantó un beso en la frente—, te buscaré, y cuando estemos de nuevo los dos juntos, iremos a vivir a Suna, como dijimos —le sonreí, y salté por la ventana.

Antes de irme, fui a donde el Tsuchikage.

—Adelante —abrí la puerta—, ah _____, eres tú. ¿Qué te trae por aquí? ¿Y cómo es que has entrado por la puerta?

—Tengo una petición para usted.

—Dime.

—Me voy de la aldea. Me gustaría que no le dijese nada a mis padres, Deidara ya lo sabe. También querría pedirle... —le mostré mi banda shinobi, y con un kunai, la rayé. Luego, se la tendí—, que tomase esta banda, y se la diese a mi hermano. Dígale que me he convertido en renegada.

—¿Ese es tu deseo? —asentí convencida—. Está bien. Así lo haré.

—Gracias, Lord Tsuchikage. Si me necesita por algo, no dude en mandar un ANBU a buscarme. Estaré encantada de poder estar a sus servicios.

—Bien, pero, ¿no eres muy pequeña?

—No hay edad para viajar —le mostré una sonrisa, y como solía hacer, salí por la ventana.




—Hoy chicos, es vuestra graduación. A partir de este mismo momento, soys gennin oficiales —nos dijo Iruka-sensei.

Muchos de los alumnos gritaron de felicidad, yo solo sonreí.

—Os asignaremos un mentor, y os reuniréis con él esta tarde.

Iruka-sensei comenzó a asignar grupos a gente, hasta que me tocó a mí, que fue enseguida.

—Equipo tres: Kawasaki _____, Sasaki Kohaku, y Shimoguchi Daiki.

Los tres nos miramos mutuamente, y sonreímos. Ellos eran buenos amigos, y me encantaba la idea de ser compañera de ellos dos.
A Shikamaru le había tocado con Ino y Choji. Te deseo suerte pensé.

Al acabar el asignamiento de grupos, los tres nos reunimos en el patio.

—¡Que guay! —exclamó Daiki—. ¡Somos el mejor equipo de todos!

—No lo dudo —contestó Kohaku.

A la tarde, nos reunimos con nuestro sensei. Comenzamos con las presentaciones, y luego un pequeño entrenamiento, en el que debíamos derrotarle.




—Chicos, os tengo una buena noticia —nos dijo nuestro sensei—. Estáis a cargo de una misión muy importante. Tendréis que ir a Suna, y llevar un pergamino al Kazekage. Pero... Yo no podré ir con vosotros, así que la tendréis que hacer hacer vosotros solos. _____, tú serás la líder del grupo. Salís hoy mismo.

Entusiasmados, nos fuimos a preparar las cosas, y al poco rato, salimos hacia Suna. De aquí en adelante, ya sabéis lo que pasó.

Ese incidente marcó mi vida, dejando una etapa atrás, y dando comienzo a otra. Así fue como, con doce años, dejé Konoha, y volví a mi viaje por las aldeas.



Tras la “masacre” del clan Kawasaki, los restantes decidimos repartirnos por las naciones, y nombrarme a mí la cabeza del clan.

Ya tenía catorce años, y me encontraba comiendo en un bar cuando me crucé con una de los legendarios Sannin. Me acerqué a ella, y comencé a hablarle.

—H-hola —le saludé.

—Ah, hola pequeña. ¿Quién eres?

—Soy _____ Kawasaki. ¡Un placer conocerla! —hice una reverencia.

—Hola _____, yo soy...

—Senju Tsunade-sama, lo sé. Usted es una de los legendarios Sannin, la admiro muchísimo —le confesé.

—Ah... Pues gracias —me sonrió.

—Yo... Querría proponerle algo —le dije algo avergonzada. Ella me miró intrigada—. Me gustaría... Me gustaría que me tomase como discípula.

Tsunade lo pensó un rato, y habló algo con su compañera que no llegué a escuchar.

—Acepto, pero con una condición: me harás caso en todo, y si te pido algo, lo cumplirás.

—Sí, como usted desee.

—Genial. Ella es Shizune, mi compañera. Mañana a primera hora nos reuniremos en la entrada de la aldea. No quiero que llegues tarde.

—¡No lo haré!

Así fue como me convertí en la discípula de Tsunade-sama, a la que hoy en día, la considero como una madre, y ella a mí como una hija. Me entrenó en Taijutsu y ninjutsu médico, y me convertí en una muchacha muy fuerte. Pero, un día, Tsunade se encontró con Orochimaru, otro de los Sannin, y por mí seguridad, me dijo que no podía seguir con ella.

—Esto no es un adiós. Solo, un hasta luego —me dijo, con unas pequeñas lágrimas en los ojos.

—Si necesita cualquier cosa, solo diga mi nombre, y allí estaré. Gracias por haberme cuidado tanto tiempo, y por haberme entrenado.

Me separé de Tsunade-sensei a los dieciséis, pero pronto volvimos a encontrarnos, esa vez, como Hokage a antigua alumna.

¿Nara o Hyuga? »Neji y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora