¿Nara o Hyuga? »Neji y tú

34. Chakra rosa

—Hit you with that ddu-du ddu-du du —canturreé.

Nos encontrábamos sentados bajo un árbol en el bosque. Tenía mi cabeza apoyada en las piernas de Neji, y me acariciaba la cabeza.

—¿Qué quieres hacer hoy? —me preguntó tranquilo.

—No lo sé —contesté—. Pero quiero pasar más tiempo contigo —dije haciendo un puchero.

Neji río levemente, y luego se inclinó para besarme.

—Todavía eres mi esclava —me recordó—, estás a mi merced.

—¿Y qué quiere que haga, Hyuga-sama? —dije con algo de burla.

—Quiero... —fingió pensar en algo, mientras que ponía su dedo índice en su mentón—, quiero que me beses.

Suspiré derrotada, y acepté su orden.

—Quiero un beso —se quejó como un niño pequeño—. Y lo quiero ya —hizo un adorable puchero, del cual no pude resistirme.

Me acerqué a él, y primero, apreté sus mejillas. Se veía súper tierno. Luego, lentamente acerqué mis labios a los suyos, para fundirnos en un tierno beso.

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—¡¿Neji y tú sois novios?! —gritó emocionada Ino.

—Ino, baja la voz —le pedí divertida—. Y así es, Neji es mi novio.

—¿Eso cuándo paso? Nos tienes abandonadas —me replicó Sakura.

—Hace dos días, en la vuelta de mi misión en Suna —le respondí.

—Por fin sois novios —me dijo Tenten—. Cada vez que un chico se acercaba a tí, Neji ponía una mueca, y se le notaba los celos a kilómetros —explicó Tenten.

Seguimos hablando sobre temas triviales, hasta que decidimos volver a casa. Por el camino me encontré con Naruto, al cual hacía tiempo que no veía, por lo que nos dimos un abrazo y nos contamos cosas que nos habían pasado, suprimiendo el tema de mi noviazgo.

Después de hablar con Naruto, me encontré con Neji.

—Parece que estás hasta en la sopa —me dijo divertido.

—Pero yo estoy más buena que la sopa —sacudí mi pelo en plan diva.

—Creída... Sobre la comida, ¿qué te parece venir a comer mañana a la mansión Hyuga? —me propuso—. Aunque puede que esté Hiashi-sama...

—Mm... Está bien. No tengo nada que hacer —acepté—, además, estará bien conocer al actual líder, pues yo también pertenezco a los Hyuga, de alguna manera.

—Perfecto —me dio una leve sonrisa—. ¿Mañana a la una? —asentí—. Te vendré a buscar.

—No, no hace falta. Voy yo, así conozco el camino a tu casa, ya sabes, por si necesito algo —subí y bajé las cejas con cara pilla.

—Eres una pervertida...

Reí por su expresión de disgusto y diversión. Me frotó el pelo, diciendo que no tenía remedio.

—Pero aún así me quieres —le saqué la lengua.

Pasamos la tarde juntos, de aquí para allá, sin un rumbo fijo. Al anochecer, nos despedimos, y cada uno nos fuimos a casa.
Volviendo me crucé con Shikamaru.

—¡Me abandonaste! —me gritó cuando estuvimos de frente.

—¿Qué? —pregunté perpleja.