CAPÍTULO II: UN DÍA CANSADO

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Tres años después...

La pertinente brisa que cubría con rastros de un olor a sal dejo a Mei un sentimiento de nostalgia. La cubierta del crucero de los Udagawa acababa de ser remodelada y ahora se encontraba en la reunión bimestral para discutir sobre el plan a llevarse a cabo para mejorar el rendimiento y servicios del hospital.

-No digo que sea malo el probar el tratamiento experimental, pero su nombre lo dice, es "experimental". No puedo arriesgar al hospital a datos al azar. -dijo Mei cerrando la carpeta.

-Creo que si lo usamos ahora será la mejor oportunidad del hospital.  -contrarresto Oliver Coulter con una sonrisa desagradable para Mei.

-No. Aun la FDA* no da el visto bueno. Y no me arriesgare a tener en contra de nosotros un escándalo por uso de métodos y medicamentos no autorizados por las autoridades, hasta que nos den luz verde se pondrán en marcha. Me gustaría que nos centráramos más en el aspecto  administrativo, pasando claro, por las nuevas normas de salud. -Mei dijo firme.

-Como desee. Pero, le recuerdo que un hospital es también una entidad que maneja intereses propios. Debemos pensar en el bienestar y ganancia del hospital de los Okogi.

-Lo sé. Estoy estudiando administración de empresas internacionales. Conozco perfectamente sobre que trabajo, Coulter. -dijo Mei con algo de aspereza.

Oliver sonrió y se acomodo el cabello de una forma lenta y con la mirada penetrante en Mei. Ella sintió un escalofrió y le dio ganas de reír en alto, ese cretino llevaba coqueteandole desde hacia dos años y aun no entendía la negativa. Ella no estaba interesada en él o en cualquier hombre, o persona, solamente en Yuzu, pero para los demás solo decía:

-considero a las mujeres más atrayentes a la hora de hablar de encantos -era lesbiana pero en palabras disfrazadas. 

Se lo había dejado con pistas sutiles pero entendibles pero ese hombre que era un completo imbécil, siempre presumiendo sus músculos; pectorales, oblicuos y rectos abdominales bien trabajados. Acababan la paciencia de Mei pero se controlaba, era el mejor ginecólogo y neurocirujano del hospital y tenia la reputación de ser un ninfomano empedernido, orgulloso y manipulador. Solo no lo despedía por ser amigo de Tomoya Okogi, pero ganas le sobraban, se metía con cualquier mujer que viera, las enfermeras y pasantes no se salvaban, las doctoras le evitaban y tan desesperadas estaban por que estuviera lejos que aplicaban el famoso "soy lesbiana, lo siento", eso le dolía, era un homofobico arraigado.

-Los homosexuales son la peor escoria del mundo, a esos deberíamos usarlos en las pruebas de enfermedades y vacunas. Asquerosidades despreciables. -decía altanero.

Mei la primera vez que lo escucho se molesto tanto que estuvo a punto de despedirlo, pero él era intocable. Hacia cinco años atrás cuando apenas se graduó de la facultad de medicina de Londres y se le ofreció una plaza en el hospital de "Sn Andrew" le detecto cáncer de matriz a la esposa de Okogi, Misaki. Con esto y tratamiento oportuno se le logro salvar la vida pero dos años después murió en un accidente automovilístico. Desde la muerte de la señora Okogi, Oliver se volvió con el favor del señor Okogi.

-Entonces, ¿como están las divisiones de Medicina y Cirugía? -dijo Mei para abordar el tema de una vez y poder despedirse de él.

-Necesitamos cambiar los aparatos de las resonancias, más material quirúrgico, eso implica nuevos materiales ya que los bisturí están perdiendo el filo. -dijo mirando a sus manos. -Sin mencionar que debemos ampliar un poco el hospital.

-¿Y la división de apoyo?

-Agh -hizo una mueca de asco. -despide a esos inútiles de dietologia y botica... los de epidermiologia son unos mantenidos, no sirven esos departamentos. Hablando de inutiles ese supuesto hombre de... ¿que era su especialidad?

DESEO DE MEDIA NOCHE (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora