CAPÍTULO IV: MELANCOLÍA

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Mei había sido despertada por una llamada de Ume, sus vacaciones estaban terminadas y Shou al parecer quería irse a España para ver unas cosas por lo que Ume volvería a Japón sola. A veces Mei se preguntaba asombrada como soportaba esa mujer a su padre, si ella fuera Ume desde hacía unos tres años se habría divorciado de él.

Ume fue clara en el hecho de que se desviaría un día en llegar a casa, primero iría a ver unas cosas en Fujioka así que mañana a primera hora de la mañana estaría en Japón. Mei suspiro algo aliviada y preocupada, que su madre llegase un día más tarde le daba un poco más de tiempo para regresar a Kumagoro, comprar esos boletos para la exhibición botánica para los tres y listo, nada tan fácil como invitar a tu ex-prometido a una noche con tu madre.

Desafortunadamente los asuntos con el hospital Okogi no fueron muy bien, la investigación hacia Costa le fue encomendada por Tomoya como un favor personal. Mei quería dejar el trabajo en ese lugar gracias a Oliver que curiosamente parecía calmado pero no por eso dejaba de ser pegajoso en el aspecto de las citas. No tenía nada fuera de lo común ese hombre, deudas tenia al igual que familia, pero el hecho de que no diese el presupuesto para su departamento preocupaba.

-No, no. Ya puedes sacarlo de tu cabeza. –se dijo por décima vez.

El lavado de dinero era un delito común dentro de las organizaciones que manejaban un capital como el hospital del señor Okogi. Oliver lo había sugerido y eso le había molestado, ese hombre siempre se pavoneaba por todo el lugar alardeando de saberlo todo. ¿Qué le daba el derecho a acusar a alguien de ese tipo de crimen? Costa había recibido mucha ayuda y apoyo por parte de Tomoya así que hacer ese tipo de cosas no estaban bien, no eran dignos de alguien que estaba en deudas de ese tipo.

Con desesperación cerro las carpetas, ese no era el lugar para seguir leyendo asuntos del hospital. Mei miro por la ventana de su despacho y suspiro. Choul acababa de entregarle los documentos de la presidenta del consejo estudiantil con respecto a los presupuestos de los club's, eventos futuros y los viajes que hacían las de segundo y tercer año a Fujioka. Aun recordaba cuando iba al instituto, no tenia de eso sino unos cuatro años, era ya algo vieja se decía a menudo y maldecía el siempre ser seria y no disfrutar las cosas como era debido.

La puerta se abrió y una pelirrosa entro con familiaridad, cerró la puerta y se dirigió al estante donde Mei guardaba el licor. Matsuri se sirvió algo de Whisky, pero no dejo la botella sino se la llevo con ella hasta el escritorio de Mei, tomo asiento y se recostó de forma que sus pies estaban sobre la otra silla.

Mei la miro atentamente pero no le dijo nada. Matsuri bebió del vaso y lo volvió a llenar, se lo ofreció a Mei pero esta negó, no bebía después de aquella vez. La pelirrosa lo recordó y se sonrojo apenada por eso y bebió del vaso. Repitió la acción unas tres veces más cuando el aclarado de garganta de la pelinegra le advirtió que el límite lo había alcanzado y se detuviera. Matsuri suspiro y dejo la botella en el escritorio.

-¿Puedo ayudarte en algo, Matsuri? -ofreció amablemente.

-Sí. Hacerte cargo de mis responsabilidades de niña rica para que pueda irme a las Bahamas para perderme en el mar de mujeres sexys y bikinis exóticos. -gruño con las mejillas rojas, estaba comenzando a subirsele el alcohol.

-¿Otra pelea con Taniguchi? -dijo mirando como se estremecía la bajita en su silla al oír eso.

-En mi defensa ella exagero todo. -se levantó.

Mei sonrió y se recargo en el respaldo de su silla y este se inclinó un poco para atrás, cruzo sus dedos de forma que le dio aspecto de juez macabro.

-No dejabas de verle el escote a esa mujer.

Matsuri se coloreo hasta la raíz de su cabello. Murmuro algo que no alcanzo a escuchar Mei y se dejó caer de nuevo en la silla.

DESEO DE MEDIA NOCHE (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora