DESEO DE MEDIA NOCHE (CITRUS)

CAPÍTULO XL: CRUEL ENGAÑO

-Cuando llegue a Italia no sabía mucho de esos lugares. –comenzó a decir Yuzu una vez todos estuvieron sentados, Paola estaba en las piernas de Historia mirando atentamente a Mei. –Yo me hospede cerca de la calle Dinoso y me mantenía buscando... los libros de los cuales ya saben. Conocí a una prostituta de nombre María y de inmediato nos hicimos cercanas ya que su abuela Louis, en paz descansé, me invitaba a cenar. Ellas eran amables conmigo y yo a cambio de su calidez solía darle a María dinero para sostener tanto a Paola (su hermana menor) como a Louis.

-Tengo sed... -murmuro la pequeña. - ¿Puedo ir por agua?

-Vamos por el vaso con Yuu. –dijo Ymir ayudando a Paola a bajar del regazo de la rubia. –Creo que tiene jugo de naranja, te vendría bien después de tomar tus vitaminas.

Yuzu asintió y se fueron los tres a la cocina. Ume le urgió haciendo sonar sus zapatos en el suelo.

-Ya voy madre. –dijo sonriendo. –Las apoye antes de irme a Transilvania, María, ella... murió. Así que les deje dinero para vivir un año con la esperanza de que Louis saliera adelante junto a Paola. Pero lamentablemente Louis murió a la semana y media. Yo estaba en Italia cuando me notificaron de esto y de que... bueno, de que Louis antes de morir lego la custodia de la niña a mí.

Las risas de la pequeña llenaron la estancia y Mei miro a donde estaban, Paola sonreía y alejaba la cara de la morena que intentaba besarle la mejilla.

- ¿No podía cuidar de Pao alguien más? –dijo Ume.

-No. Desgraciadamente cuando murió su madre paso a ser María, al morir ella, la única familia que tenían era Louis y no quería que su nieta fuese a una casa hogar en espera de ser adoptada. –Miro con cariño a su niña que reía alegre. –Ellas me tenían confianza aun cuando sabían que yo estaba en cosas... malas. Tenía miedo e incluso estuve a punto de decir que no, pero al verla tan sola y enferma yo supe que debía acoger a la pequeña. –Mei la miro. –Después de ver que mi condición económica era buena (ayudo mucho mi apellido) dejaron a la niña conmigo, regresamos a Londres para comenzar los trámites ya que mi residencia oficial es allá. Comencé la rehabilitación psicológica junto a ella.

- ¿Qué tenía ella?

-Depresión. No hablaba ni comía para nada. –Yuzu se pasó la mano por su cabello. –Ella... me recordaba un poco a mí cuando perdí a papá así que me esforcé para ayudarla. ¿Lo recuerdas, madre?

-Yuzu...

-Veía en ella a mi. Triste y sola. Ese vínculo fue el impulso que necesitaba para avanzar.

-Los niños siempre lo serán. -concordó Ume mirando a Yuzu y Mei.

-Paola es una niña muy lista así que pronto supero todo, la eduque para aprender japonés ya que el inglés lo sabía por su hermana María.

Ume asintió conforme oía la historia y se sintió orgullosa de su hija. Si bien había pasado un duelo largo y dañino, se mostró fuerte para salvar a esa pequeña niña.

-Yo no tome consideración sobre nuestro compromiso cuando acepte cuidar a Paola. Discúlpame por eso, Mei. Pero no podía permitir que esa pequeña estuviese en una casa hogar o cualquier lugar de ese tipo.

-No comprendo que debería perdonarte. –dijo Mei sonriendo. –Yo no te culpo por eso. De haber estado en tu lugar yo habría hecho lo mismo.

Ume se sintió como la tercera rueda de la bicicleta, quería irse, pero sabía que si lo hacia Yuzu daría por terminada las explicaciones y se iría.

-Y ahora que volviste, ¿Qué harás con respecto al hospital y el compromiso con Mei? –dijo seria.

- ¡Madre!