CAPÍTULO LVII: LA PSIQUIS QUE INTENTA VIVIR

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Áyax Litman, en sus cuarenta y cinco años como profesional en el área mental siempre considero como requisito riguroso para los que habían intentado suicidarse una estadía de seis meses, pero, Yuzu mostró una increíble recuperación en tan sólo dos meses. Era raro, pero estaba seguro de que ella no quería salir para volarse los sesos en la primera oportunidad. Mas bien, ella tenía el propósito de mejorar para salir de allí y vivir.

Los expertos como él vieron pasar cientos de pacientes que fingían mejorar, y eran terribles para eso. Yuzu por su lado nunca mencionó si su recuperación ya le permitía salir. Nunca pregunto ni exigió saberlo. En pocas palabras, ella realmente quería mejorar.

- ¿Cuándo podré ver a Mei, doctor? -preguntó Yuzu mientras leía un libro.

-Pronto. Aún falta avanzar algunas cosas. -sonrió al ver como su paciente asentía conforme y continuaba con su lectura. -He visto cuanto te emociona verla. Tanto que deseas ya verle. -se rasco la barbilla. -Eso me recuerda a nuestra primera sesión y tu reacción, has evolucionado bastante. Incluso podría decirse que el amor que le tienes a Mei te permitió avanzar.

-Así es. Me emociona... -murmuro agachando la cabeza como lo hace un retraído ante algo hermoso. Áyax dio media vuelta y se fue dejándole a solas en su catre. -Amor... una palabra bastante fuerte como para describir lo que siento.

Yuzu había confrontado sus emociones hacia Mei y ordenó sus sentimientos hacia ella. No fue fácil, pero se logró. Luego pasaron al tema más delicado; la muerte de su esposa e hija. Áyax siempre considero terapéutico que los pacientes vieran el expediente médico de sus difuntos con el propósito de que observarán que la muerte sucede como un evento aleatorio e imposible evitar por los hombres. Yuzu detenidamente leyó ambos expedientes.

El de Liz fue fácil y rápido, pero el de Paola no. Con ese expediente duro una semana de análisis para Yuzu y siempre terminaba en gritos de rabia e impotencia. Litman ordenó que no se le detuviera en esos episodios o en la mayoría, desafortunadamente la primera vez que leyó el archivo Yuzu estalló en un episodio violento que ni tres guardias fornidos pudieron controlar. El sedante fue el encargado de tranquilizar a la rubia. Tras eso pasaron dos días con ella sin decir palabra mientras Mel jugaba frente a ella, solo la observaba con nostalgia y dolor imaginando a su difunta hija. Áyax sabía que estaba pensando Yuzu; "así se vería mi niña de no ser por ese accidente".

Yuzu volvió a hablar decidida a superar todo. El pasado formaba el presente, pero al final no podría vivirse de los viejos cimientos cuando la torre no deja de crecer. Algo había cambiado en ella. Algo que le daba una sensación de extraña ternura.

Mel Myers siempre estaba junto a Yuzu jugando e incluso estudiando algún tema adecuado para una niña de su edad. El abecedario. Fue fácil enseñarle a la niña aquello, era muy inteligente y hábil. Cosa que mejoraba su aprendizaje y sumándole una excelente maestra. Áyax estaba orgulloso de la rubia.

-Ahora podremos comenzar con las sumas y restas. -anuncio Yuzu a su pequeña pupila.

- ¿eeehhh? -soltó Mel cansada. -Creí que íbamos a jugar.

-Y lo haremos. Será después de tu primera lección.

Mel gruño indignada por la tremenda jugarreta. El engaño por parte de su maestra le dolió, pero sabía que era necesario. Su sueño era ser enfermera, como su madre. Pero también quería ser médico cirujano como su padre, Thomas Myers, que en paz descanse. La única persona que tomaba en serio su sueño y le ayudaba era Yuzu. Le respondía dudas e incluso explicaba a fondo de forma que entendiera todo a pesar de ser temas complejos, como, por ejemplo; la muerte.

DESEO DE MEDIA NOCHE (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora