CAPÍTULO XLI: ADVERTENCIA Y SENTENCIA

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En el recuento de todas las acciones que había hecho durante el ultimo mes, tuvo que conceder que se le estaba saliendo de las manos un pequeño detalle importante y era que Paola, sin querer, estaba acercando a Mei. La inesperada invitación de su pequeña hija le dejo perpleja y molesta. No era culpa de la pequeña, no era su intensión, aun así, su colera era imposible de apaciguar.

Tendría que agradecer a Dios. Kunio cancelo en la noche por motivos de salud, no le explicaron a detalle a la niña, pero el sufrió una caída fastidiándole la lumbar regalándole un pase directo al reposo por dos semanas. Paola se desanimo un poco y pido ir a cuidar a su abuelo. Con la niña fuera de la casa podría concentrarse y actuar libremente, solo tenía unos días y eso era lo que exactamente necesitaba.

Yuzu estaba sentada en la silla y puso sus pies sobre la mesa. Miraba al techo y sonreía. Una vez terminado el asunto podría vivir tranquilamente con Paola, donde la niña decidiera mejor, intentar ser un padre ejemplar... ¿o madre? El termino correcto era madre, pero desde que tomo las responsabilidades de ser heredera dejo atrás su lado femenino para ocupar un rol masculino y darse a respetar ante el circulo conformado por la elite económica del mundo. ¿Cuándo había sido la última vez que se permitió disfrutar algo? No lo recordaba con exactitud, pero sabía que la última persona que la había visto feliz y relajada fue Liz.

"¿De verdad crees que se pueda?" interrogo esa voz. "Paola es una buena niña... una adecuada heredera de un imperio importante como este."

Yuzu frunció el ceño ligeramente ante esa oración y temió la continuación. Podría referirse a-

"Sí... me refiero a eso. Sabes perfectamente que sería difícil una"

Conseguir una...

La idea quedo flotando en el aire como una condensación de incienso en espera de llevar las plegarias al cielo. La puerta se abrió y alguien entro, no se molestó Yuzu en incorporarse siquiera.

- ¿Pero qué demonios haces en mi oficina, Okogi? –dijo Oliver con un perfecto tono de desprecio.

-Esta oficina es de Tomoya Okogi, o en su defecto de los Okogi, Oliver. –no se movió en lo mínimo y se abstuvo de arrojarle algo por interrumpir sus pensamientos. –Que no se te olvide tu lugar aquí.

Oliver camino hacia su escritorio y quito los pies de Yuzu con fuerza y se acercó a ella para tomarle del cuello.

-Quien no debe olvidar su lugar eres tú. –dijo sonriendo. –Por si no recuerdas yo soy quien dirige este lugar.

Yuzu lo empujó hacia la pared con fuerza estrellándole la cabeza. Yuzu escupió a un lado con desprecio y le sostuvo de los hombros con fuerza.

-Él que debería recordarlo eres tú, imbécil. –dijo frialdad y cara indiferente. –Déjame recordarte quien soy yo, bastardo. Yo soy alguien de quien se debe cuidar... creo que de eso sabes perfectamente.

Oliver sentía miedo, pero no podía permitirse que lo viera Yuzu. Le dio la expresión más petulante que pudo hacer en este momento.

-Una asesina. –dijo con tono burlón. –Una vulgar asesina que por su influencia no piso la cárcel. ¿Acaso piensas matarme como a esos hombres?

-Defensa propia es el dictamen legal. Además, déjame recordarte que termine con la bala en el corazón. -se señalo con el dedo el lugar y sonrió. -Ellos amenazaron a mi esposa y abuelo. Merecían eso y más.

- ¿Estás diciéndome que disfrutaste lo que hiciste? –inclino la cabeza. - ¿Qué diría Liz si te oyera?

Yuzu no soporto más y le golpeo en el abdomen haciendo que se doblara por el dolor y cayo de rodillas jadeando.

DESEO DE MEDIA NOCHE (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora