CAPÍTULO XXX: LA CAÍDA DE UNA FLOR

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Cuando Liz fue dada de alta todos fueron a recibirla en el hospital, Ymir llevaba un cartel que decía "ya era de que sacaras tu trasero de allí" Historia había contado la buena nueva a su amiga que su rostro cobro color al oírlo y las felicito a ambas. William había conducido el auto donde viajaría Liz, pero por órdenes del médico solamente debían ir pocos en el vehículo para evitar fastidiar a la paciente. Una vez ella fue subida y arranco el auto las caras felices se disiparon como humo y se tornaron tristes y lúgubres.

-Ella es médico oncólogo y sabe perfectamente su estado. –dijo Oliver resignado por la insistencia de Liz por salir del hospital y pasar lo poco que le quedaba de vida en casa. –Es comprensible que desease eso, por lo que al menos deberían darle apoyo y cariño para que no se deprima. En su condición actual la metástasis del cáncer ya alcanzo casi todo el cuerpo, el tiempo no es aliado así que aconsejo aprovechar el tiempo y despedirse de ella.

-Gracias por cuidar de ella. –dijo Yuzu con una reverencia. -No sé cómo pagártelo, Oliver. -se sentía humilde y humillada a la vez. El que la persona de la que quisiera vengarse salvara a su esposa la dejaba en una condición bastante incomoda.

-Lo hice como médico y porque la amo. No por ti, Yuzuko. –su voz era despreciativa. –Deja de perder el tiempo aquí y ve con ella, a estas alturas te necesita más que a cualquier medicamento. Eres lo único que le da fuerzas para seguir, así que saca tu asquerosa cara de mierda de mi vista. -se dio la media vuelta e ingreso al hospital.

La semana que Liz pudo estar en casa fue la más corta para todos con excepción de Liz. La fiebre la atacaba constantemente junto a vómitos. Ya no podía comer ni beber nada así que todo entraba a través de cables a su cuerpo. Los sudores, ictericia ocasional (coloración amarillenta de la piel causada por altos niveles de bilirrubina) y pesadillas la ponían cada vez peor. Su cuerpo estaba perdiendo la batalla, ya no podía protegerla más tiempo. Temiendo la pronta muerte de Liz todos se reunieron para despedirse.

Oliver Coulter al enterarse por Tomoya acudió de inmediato a ver a Liz. Por ordenes de la paciente se quedaron a solas para hablar. No tardo más que cinco minutos y se retiro sin mirar a nadie, pero Ymir pudo ver las lagrimas secas en sus mejillas.

Mei fue avisada por Historia que fue en persona a llevarla con Liz para que ella pudiese despedirse.

-No es culpa de nadie esto. –beso la mejilla de Mei. –La muerte viene por nosotros tarde o temprano y nada puede evitarlo.

-Pero si adelantarlo. -dijo ella con remordimiento. -Yo provoque esto.

-Mei, ni siquiera puede uno adelantar la muerte. -sonrió gentilmente. - ¿No ha sucedido que personas sobreviven ante intentos de asesinato? ¿A intentos de suicidio? Si Dios no permite que muramos nada puede contradecir eso. Así que deja de culparte por cosas como esa.

-No sé si pueda verla a la cara. -dijo Mei mordiéndose el labio.

-No lo sabrás hasta que estés allá. Vamos o nos quedaremos sin turno para verla. -le insistió Historia y la tomo de la mano.

DESEO DE MEDIA NOCHE (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora