CAPÍTULO LIV: REFLEXIÓN

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- ¿Tú quieres... morir? -repitió Liz sobrecogida.

-Si. Ya estoy harta de vivir teniendo que perder a las personas que amo. Yo mate a mi padre, a esos dos individuos, a ti, Oliver y Paola.

-También te mataste a ti. -dijo la muerte servicialmente. -Cuenta a todos aquellos que privaste de vivir.

-Ya lo oíste. También yo fui víctima de mí misma. -Yuzu hizo una mueca de desagrado por la intervención del encapuchado que se hacía llamar la muerte y usaba su rostro.

- ¿Entonces al tú perder personas amadas quieres privarlos a ellos de quien aman? Es como una venganza para con ellos por tus pérdidas... eres egoísta.

-Yo no estoy privando de nada a nadie, Liz.

-Lo haces. A Ume le estas quitando a su hija. A Historia, Ymir, Matsuri, Harumin, Sara, Nana y al resto les quitas a su mejor amiga. A Kunio y Tomoya a su nieta. A Chise, Elias y a Yuu un buen señor que les trata como de la familia. Y a Mei le quitas a la persona que más ama en el mundo. -Se incorporó de su silla y le miro con gesto despectivo. -Ellos han perdido seres amados y no por eso apuntaron un arma a su persona y dispararon.

Yuzu no hablo. Liz siempre que le reprendía usaba argumentos sólidos y aplastantes. Tenía razón en eso, pero no se imaginaba volviendo y tener que soportar una llamada para avisarle que alguien falleció.

-No podemos evitar la muerte, Yuzu. -respondió ante la interrogante que se planteaba apenas la rubia. -Es algo que está más allá de nuestra capacidad.

-Estas diciéndome entonces que permanezca sentada y plácida mientras veo como mueren todos... -hizo una mueca. -Algo interesante.

- ¡NO! ¡Yo estoy diciéndote qué aproveches a las personas antes de que sea tarde y su tiempo en el mundo termine!

-Lo mismo.

Liz soltó un bufido de indignación contra Yuzu. Estaba reacia a comprender argumentos que se le dieran y para ser honesta, Liz no tenía muchos más para convencerla de vivir y el tiempo se estaba acabando.

La muerte se levantó de su silla y les dio la espalda. Alzo los brazos como un director de orquesta y los movió rítmicamente. Comenzó a escucharse violines en un muy claro orden armónico que daba a conocer clase, lentitud y un mensaje oculto tras las notas. Yuzu reconoció la pieza y se rio.

- ¿Tocaras música de Vivaldi hasta hartarme para que me largue?

-No. -respondió atendiendo a su pieza.

Liz también se acomodó como si fuera a verlo, al lado de Yuzu y sacó un álbum de fotografías. Ojeo las páginas y soltaba risillas de niña traviesa. Yuzu decidió centrarse en Liz.

- ¿Qué haces? -dijo tratando de ver.

-Veo tu infancia. -respondió. -No sabía que llegaste a atorarte en un retrete... lo torpe nunca que se quitará. La diferencia es que antes tus tonterías eran tiernas.

Yuzu frunció el ceño y le quito el álbum a Liz. Ella tenía razón. Muchas fotografías de ella en etapa infantil adornaban la página con la fecha y lugar debajo de cada una.

-La que más me gusta es donde tú y Koichi fueron al parque de diversiones. Cuando tenías tres años... ¿recuerdas? Fueron a esa feria por ser la Golden week. -mientras le describía cambiaba las páginas hasta detenerse donde Yuzu sonreía abrazando a un atractivo hombre de cabellos castaños y algo quebradizos. Usaba lentes y tenía una pequeña cicatriz en el ojo izquierdo. Ojos color avellana y una expresión afable.

-Padre... -susurro acariciando con las yemas la imagen. -Ya había olvidado como se veía. -la nostalgia cubrió su rostro. -Yo... seguro que él estaría decepcionado de mí en estos momentos.

DESEO DE MEDIA NOCHE (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora