DESEO DE MEDIA NOCHE (CITRUS)

CAPÍTULO LI: LOS PECADOS QUE CONSUMEN EL ALMA

La ceremonia se realizó sencilla, el cuerpo de Paola descansaría junto a la de su madre, hermana y abuela. Yuzu mando a comprar el terreno para la familia Conti y tras encargar un rápido acomodo de las tumbas se enterró a la pequeña. El sacerdote era Raoul, conoció a la familia y sus palabras fueron entusiastas a pesar de sus setenta y ocho años. Las lecturas al igual que las de Liz hablaban de un Dios que se llevaba a los buenos para tenerlos en su gracia, pero se preguntaron esta vez todos los reunidos por qué Dios creía que si a él le gustaba esa forma los demás debían alegrarse por eso, el dolor de la muerte no puede ser sanado simplemente leyendo un libro que ni siquiera certeza tenía para muchos.

El clima fue sombrío, llovizno de principio a fin. Yuzu contemplo todo como si un torbellino de sentimientos que no podía saber identificar, estaba su cabeza pensando tantas cosas que llegaba el punto en que se perdía en las divagaciones.

-Descanse en paz nuestra hermana Paola Okogi Conti, que Dios la tenga en su santa presencia. –dijo Raoul con lágrimas.

-Amen. –dijeron al unísono.

Los presentes en el velorio fueron la familia Okogi y Aihara. William Graham no asistió.

Fate había asistido a pesar del estado crítico de su esposa e hija –contando al que milagrosamente sobrevivió en gestación. - le debía a la pequeña Paola la vida de su familia y no podía pagárselo más que asistiendo a su ceremonia. Vivio aún seguía en operación, su rostro y algunos vasos sanguíneos dificultaban un poco la rapidez de la operación. Los médicos se mostraban entusiastas y lo único que podría llegar a mostrar complicación seria que la pequeña tuviera perdida de memoria y que quedara ciega por el impacto (esto último en probabilidad baja. Su familia estaba bien mientras que la de Yuzu no.

Ymir, Historia, Matsuri, Harumin, Elías, Chise y Yuu también asistieron. Ningún presente mostraba o trataba de lucir fuerte, a diferencia de la ceremonia de Liz no hubo nadie que tratara de forzar unas palabras de consuelo para Yuzu, nadie podría lucir feliz con la pérdida de un infante.

Cuando fue la hora de sepultar a la pequeña solo Yuzu, Kunio, Historia, Ymir y Mei pasaron a depositar la tierra. Para las tres del día termino la ceremonia y se retiraron con excepción de Yuzu, Mei, Historia e Ymir. Miraron en silencio la tumba.

-Historia está embarazada, Yuzu. Sé que no es el mejor momento para pedirte esto, pero nos gustaría que tú y Mei fueran los padrinos de nuestro hijo, y si se pudiera en nuestra boda.

-Ymir, cariño, este no es el momento. –dijo Historia observando a Yuzu con pena. Sabia que la intensión de la morena era introducir algo de alegría a la atmosfera, aun así, fue inútil.

Yuzu despego la mirada de la tumba para mirarlos con una sonrisa que trataba de ser feliz, pero le salió melancólica logrando que Ymir se sintiera mal por su petición.

-Felicidades a ambas. –dijo lentamente. -Cuando mencionaron que Mei y yo fuéramos padrinos del pequeño lo pidieron porque nos casaremos, ¿verdad? -dijo sin saber el porque menciono aquello. Tenía la sensación de estar viendo todo a través de una proyección, como si fuera un sueño.

-Sí. Así es.

Mei sabía a donde quería llegar Yuzu y comprendía perfectamente los motivos de la rubia así que renuncio a su ceremonia para darle tiempo a Yuzu.

-La boda se cancelará. –dijo Mei soportando las ganas de llorar. Yuzu la miro de inmediato con sorpresa y antes de que quisiera arreglar las cosas con palabras torpes prosiguió. –La muerte de Pao es difícil para todos y no creo que una boda sea lo más apropiado.

-Tal vez por eso sea lo mejor, Mei. –dijo Historia conmovida por esas palabras. –A Paola no le gustaría que la boda se interrumpiera por nada del mundo y-