CAPÍTULO LXIV: PRIMERAS VICTIMAS

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Magali termino el nudo de la sutura y todos aplaudieron. La operación había resultado ser un éxito y la paciente estaba ya estable. Dante fue la encargada de cuidar a Historia Fritz hasta que saliera del hospital.

Acomodaron en terapia intensiva a Historia, realizaron una entubación endotraqueal como protocolo poscirugía, para evitar un paro respiratorio por las anestesias, al terminar, la cama la acomodaron en posición semi fowler, conectaron de nuevo el electrocardiograma, junto con una nueva venoclisis. En los pies de la cama pusieron el nombre, diagnostico y medico encargado de ella, subieron los barandales de la cama, las enfermeras empezaron a limpiar todo el lugar para dejarlo despejado

Cuando Dante regreso a la habitación de Historia una alta figura intento acercarse, pero le detuvieron tres policías fuertes, que escoltaban el cuarto de la rubia para evitar interrupciones como esa.

- ¿Qué ha sucedido? Quiero ver a mi esposa, ¡déjenme entrar! - les grito enojada. - ¡tengo derecho a verlos!

-Comprendemos como se siente, pero por favor entienda que-

- ¡Ustedes que entenderán como me siento! -la interrumpió forcejeando. - ¡Exijo entrar de inmediato!

-Señor Fritz, no puede pasar por ordenes del comandante Logan. Por favor espere un poco-

- ¿comandante Logan? -miro a la enfermera. - ¿qué carajos le paso a mi esposa?

Dante ya tenia diez años como enfermera y el próximo año, cuando se retirara Gabriela, ella ocuparía el puesto de jefa de enfermeras del hospital St Michael. Vio una infinidad de pacientes y sus familiares. Al principio podía tener empatía con ellos e incluso facilito en determinadas ocasiones las visitas furtivas, pero con el paso del tiempo la indiferencia fue apareciendo hasta que solo quedaba en su mente los protocolos y métodos de acción de una enfermera. La gente no comprendía que eso les pasaba a todos los trabajadores de la salud. Ver a diario personas enfermas y heridas te ocasionaba una gran impresión, pero si te dejabas llevar por eso no lograrías cumplir tu rol, así que la respuesta era poner una gruesa capa de hielo que dividía la profesión y los sentimientos humanos.

-Lo lamento, pero no puede entrar, señor Fritz la doctora Magali me ha pedido hablar con usted sobre algo... por favor espere a que salga. -dijo neutral mientras entraba a la habitación.

Encontró al paciente justo como la dejo. Era realmente hermosa y algo en su interior se estremeció, era... ¿lastima? ¿compasión? Sí, probablemente era eso considerando lo que le sucedió.

-Hola, señora Fritz, ¿Cómo se encuentra?

A pesar de que la indiferencia estaba en su rol, Dante siempre saludaba a sus pacientes aun cuando estuvieran conscientes o no. Estudios demostraban que podían escuchar así que ella se mostraba amable y servicia, ¡era enfermera! Dios sabia que esa hermosa profesión tenia un toque tan hermoso con los humanos y no pensaba Dante perderse en esa cruel mañana nueva de descuidar la mente.

-Ha venido a verle su esposo, está afuera intentando entrar. -se rio mientras anotaba los signos vitales de la rubia. -Desgraciadamente no le puedo permitir entrar hasta que se mejore o despierte. Depende de usted el resto.

La observo. Pero no sucedió nada. La anestesia aun no pasaría por completo y el cansancio que tenia su cuerpo no le permitirían abrir los ojos en unos días. Dante camino a los pies de la cama y miro las hojas, recordaba perfectamente todo y lo difícil vendría cuando tuviera que hablar con el señor Fritz.

-Lamento mucho tu perdida... ha sido horrible lo que te paso. -le murmuro las condolencias con una lagrima. Ella también había perdido un hijo.

Salió de allí y encontró a Ymir sentada con las manos en la cabeza. Al oírla se levanto y la tomo de los hombros.

DESEO DE MEDIA NOCHE (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora