Reencuentro

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Cuando me desperté a la mañana siguiente noté que Malena no estaba conmigo y en su lugar había una nota junto con mi ropa que usó para dormir.

Tomi, buenos días. Son las 9 de la mañana y por lo que veo seguís teniendo el sueño tan pesado como antes. Me fui a mi casa. Los espero a las 3 de la tarde a vos y a Sofi así vamos a pasear como le prometí. Te quiero. Male.

Agradecí haberme despertado solo porque no sé cómo se podría tomar la erección con la que amanecí. Miré la hora y el reloj marcaba las 12:37 del mediodía. Extrañamente, o no, me sentía con ganas de salir de la cama, así que después de poner a cargar mi celular bajé a la cocina y me encontré con mi papá y mi hermana terminando de preparar la comida.

—Hola Tomi. —Me saludó mi hermana con una sonrisa corriendo a mis brazos, por lo que la levanté.— ¿Cómo dormiste?

—Muy bien, ¿y vos?

—Bien, ¿por qué no vino Male? Ella me había prometido que hoy nos íbamos a ver.

—Está en su casa ahora, tenía que estar un rato con sus papás también, ¿te acordas de Marcela y Mariano? —Ella asintió con la cabeza.— Bueno, ellos son sus papás y también querían estar con ella porque hace mucho que no están juntos.

—Ahh, está bien. ¿Pero va a venir a verme?

—Me dijo que nosotros vayamos a buscarla a la casa en un rato para ir los tres a pasear.

Nos sentamos a almorzar los tres en familia como hacía días no hacíamos por mi culpa. Extrañaba a mi familia y no podía seguir destruyéndola, decidí que iba a ser maduro e iba a intentar que seamos más unidos.

Una vez que Sofía se conformó con su vestuario, estuvimos listos para salir. Si era así a los cuatro años, no quiero imaginar lo que va a ser cuando tenga quince. Ser hombre era mucho más fácil en muchos sentidos, incluyendo ser más simples y no dar tanta vuelta con la ropa, maquillaje, peinado y todo eso.

Caminamos hasta la casa de Malena y cuando llegamos mi hermana tocó timbre. Nos abrió Marcela, quien nos hizo pasar y nos dijo que su hija ya bajaba, que la esperáramos. En menos de cinco minutos apareció por las escaleras y nos saludó con una sonrisa.

—Me gusta como te vestís, Male, yo quiero vestirme como vos. —Le dijo mi hermana al verla bajar con unos jeans gastados, un suéter grueso verde agua de cuello alto, borcegos y un gorro de lana negro que resaltaba su pelo rubio.

—Un día vamos al shopping y hacemos compras juntas, ¿queres? —Le ofreció ella con una sonrisa.

—¿Va a ser toda la tarde así o me van a dar bola a mi también en algún momento? —Intervine con fastidio.— ¿Podemos irnos?

Ambas se rieron de mí y partimos hacia la plaza que quedaba a pocas cuadras y que estaba bastante vacía porque era jueves. Malena parecía que tenía cuatro años también jugando con Sofía. Cualquiera podría pensar que éramos una familia, pero la realidad estaba tan cerca de eso como lejos. Nos queríamos como una familia pero éramos amigos y eso me encantaba porque podíamos ser completamente sinceros, compinches y confidentes.

A Malena le sonó el celular y miró la pantalla con el ceño fruncido, pero de todos modos atendió.

—Hi ... What's the matter with you? ... I don't owe you any explanation ... I can do whatever I want ... Whatever ... Let me clear this up for you: one of the most important people to me needs me and so do I ... I don't give a fuck about what you think ... We were nothing, just for the moment so ... Damn Christopher, i'm old enough to do whatever I want and of course this is what I want ... Go fuck yourself, you fucking idiot!/(*)

El poder de un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora