¿Niñera? ¿Modelo?

32 5 4
                                    

—¿En qué pensas? —Me preguntó Male al sentarse al lado mío.

—En que siempre, pase lo que pase, estamos los siete juntos. —Le respondí acomodándome para quedar mirándola de frente.

—Sí, eso es verdad y está buenísimo. Extrañaba estas juntadas con ustedes.

—Somos mucho mejores que tus amigos yankees, admitilo. —Dije haciéndola reír.

—Ellos sí —señaló a los demás—, vos no sé, tendría que pensarlo.

Solté una carcajada.

—Yo estoy a otro nivel, ni siquiera entro en competencia porque ganaría por afano.

—¡Tarado! —Se rió mientras me pegaba amistosamente en el pecho.

—Gracias por haber vuelto. —Le dije más serio mirándola a los ojos.

—Cuando éramos chicos prometimos estar siempre para el otro, no me podía quedar allá.

—Te quiero mucho, ¿sabías, no? —Dije abrazándola por la cintura, ella me abrazó por el cuello y esa fue su respuesta.— Y sí, sabés que soy mucho mejor que cualquiera de tus amigos yankees.

Ambos reímos y nos separamos para encontrarnos con que estaban todos riéndose de que Juli le había ganado a Seba a la play.

—¿Qué haces? —Preguntó Seba sentándose al lado mío al rato de que Malena se levantara.

—Acá, bien. ¿Vos?

—No puedo creer que Julieta me haya ganado boludo, o sea, ¡Julieta! —La forma en que lo dijo nos hizo reír a los dos.

—Y bueno, si sos malísimo en la play vos.

—Ah pero que gracioso estás che. —Dijo mientras me pegaba en el brazo.— No creí que vinieras hoy.

—Yo tampoco. —Dije riendo levemente.— Male insistió y bue.

—Ah bue, qué pollerudo. ¿Y qué onda con ella?

Miré hacia el patio y la vi riendo junto con Alan y Juli. ¿Estaba fumando? Había aceptado el cigarrillo que Alan le ofreció y le dió un par de pitadas.

—La mejor, como siempre.

—¿Cómo siempre? —Me cuestionó él con picardía.

Sebastián siempre creyó que entre ella y yo había algo más que amistad, nunca le pude hacer entender que no era así.

—Sí, como si estos años que ella estuvo afuera no hubieran cambiado nada. 

Justo llegó Camila, que escuchó lo que dije y se sentó en frente nuestro.

—Eso es porque ella es la misma chica que se fue y nosotros los mismos que nos quedamos acá.

—Concuerdo con Cami. —Comentó Seba.

—Además —agregó la negra—, ella siempre habló con nosotros y todo seguía igual. Vos fuiste el que perdió el contacto.

—Ya lo sé, no necesito que eternamente me recuerdes lo idiota que fui. —Dije cansado.

Ella siempre que podía me decía eso, haciéndome sentir peor de lo que ya me sentía esos años.

—Vos sos consciente de que volvió por vos, ¿no? —No le respondí.— Ella había terminado la escuela y la habían aceptado en una universidad que no es algo tan fácil de conseguir. Dejó todo por vos, ¿sabías?

—No. No sabía de sus planes porque no me hablaba con ella y creeme que es algo de lo que me arrepiento.

—Lo sabemos, ¿te pensas que no? Vivías preguntándonos a todos por ella, qué hacía, qué no hacía, cómo estaba. —Dijo Sebastián. Los tres nos quedamos en silencio hasta que él volvió a hablar.— Tengo una idea brillante. Espérenme un minuto.

El poder de un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora