Hablemos

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Como quería tomar distancia de mí, Malena le había pedido a mi papá no venir hoy a casa y él la avaló, entendiendo porqué no quería verme. Así que me había tocado a mí ir a buscar a Sofía al jardín y quedarme cuidándola, lo cual en realidad no me molestaba. Sabía que mi hermana me había extrañado los diez días que no estuve, así que pasamos toda la tarde juntos.

Por otra parte, le había escrito a la rubia varias veces a lo largo del día pero nunca me respondió. Eso me tenía triste. Yo necesitaba tenerla cerca, no soportaba saber que estaba sufriendo por mi culpa.

De: Lele ♡

Para: Tomi ❤

¿Estás despierto? ¿Podemos hablar? Si me decís que sí, voy a tu casa.

Recibir ese mensaje me puso nervioso y ansioso. Ella sabía que iba a estar despierto. Desde ayer que no podía dormir por estar peleado con ella. Quería hablar con ella, verla y sentirla. Pero por otro lado tenía miedo de que todo salga mal. Malena había tomado una decisión, y eso me aterraba. ¿Y si me decía que quería terminar todo y volver a ser amigos porque se había dado cuenta de que esto era una error y nuestra relación no era como la esperaba? Otra opción era que quisiera terminar conmigo y cortar todo tipo de vínculo. O mucho peor, ¿y si me decía que venía a despedirse porque se dio cuenta que no quiere estar acá sino estudiando en Estados Unidos? Eso sí que no podría soportarlo, tanta distancia era inconcebible para mí. También podía ser todo lo contrario y venía a decirme que quería que sigamos juntos, pero tenía que prepararme para lo peor por las dudas.

De: Tomi ❤

Para: Lele ♡

Son las 2:23 de la mañana, Lele. Es muy tarde para que andes por la calle sola, mejor voy yo a la tuya.

De: Lele ♡

Para: Tomi ❤

No estoy en mi casa, ya estoy yendo para allá.

Solté un suspiro y le pedí que me mande su ubicación en directo. No me gustaba que esté sola dando vueltas por la ciudad. Menos a la madrugada de un sábado cuando muchos irresponsables andan manejando alcoholizados, pero no podía hacer mucho. Salí de la cama para vestirme y esperarla en el living.



Vos no estás bien, Malenita. Me dijo mi abuela después de que terminamos de cenar.

Había ido a pasar la noche con ella porque necesitaba salir de mi casa, estar ahí todo el día no me había hecho bien. Levanté la vista de mi plato para mirarla.

No comiste casi nada de la tortilla que te hice y es tu comida favorita, estás callada y tenés la mirada triste. ¿Qué pasó?

Me peleé con Tomás.

No lo había hablado con nadie aún. A mis padres había logrado dibujarles la situación para que no se enteren y con mis amigos no había hablado. Me sentía un poco mal por eso, una buena amiga debería interesarse por cómo la pasaron en el viaje. Pero la realidad era que no podía caretear la alegría por ellos y tampoco quería hablar de mi relación porque lo más probable era que ellos lo defendieran a Tomás. Me di cuenta que él les había contado a Camila y Alan porque los mensajes que me mandaron no eran como los de los demás que sólo querían verme, ellos insistían en que tenía que creer en mi novio.

¿Por qué?

Porque me engañó en Bariloche. Dije con la voz mucho más baja que de costumbre.

El poder de un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora