Buenas noches

19 3 2
                                    

—Te creo.

Escuchar esas dos palabras de su boca mientras me miraba fijamente a los ojos me devolvieron el alma al cuerpo.

—¿Eso significa que seguimos juntos? ¿O me crees pero igual no queres estar más conmigo? Si es así decímelo ahora porq...

—Significa que te creo. —Me interrumpió.— Y que te quiero lo suficiente como para no tirar todo a la mierda por algo que no puedo comprobar y no voy a poder comprobar nunca. —Asentí, aliviado.— Eso sí —advirtió señalándome con el dedo y haciendo que vuelva a tensarme—, estoy eligiendo confiar en vos, dándote el beneficio de la duda, porque cuando te miro a los ojos siento que es lo correcto.

—¿Pero?

—Pero es la primera y la última vez. La próxima que pase algo así, no va a ser lo mismo. Y si me conoces, sabes que estoy hablando en serio y que soy rencorosa.

—Lo tengo muy claro, pero te prometo que no va a haber próxima vez. —Aseguré con convicción.

—Me alegra escuchar eso. —Dijo con una sonrisa de esas que hacía muchos días no veía.— ¿Me vas a besar en algún momento pronto o vas a seguir mirándome como un idiota?

Solté una risa antes de estirarme y juntar sus labios con los míos. Apoyé las manos en su cintura y ella cruzó las suyas atrás de mi cuello para profundizar el beso. Se dejó caer hacia atrás y me arrastró con ella. Ni siquiera pensé en negarme, la iba a seguir en lo que quisiera porque la muy maldita me tenía agarrado en un puño y estaba seguro que no tenía en sus planes dejarme ir. No me quejaba de eso porque yo tampoco la dejaría ir a ella. Me acomodé mejor arriba suyo y rompí el beso para mirarla a los ojos. Así de cerca era incluso más hermosa, el celeste de sus ojos era intenso y podía perderme en su mirada por horas. Volví a besarla con mis manos en su cintura por adentro de su ropa hasta que un carraspeo nos interrumpió y me obligó a separar mi boca de la de ella.

—Papá. —Dije sorprendido.— ¿Qué haces despierto?

—Me levanté para ir al baño y me llamó la atención ver la luz del living prendida a las tres de la mañana. —Respondió y pude ver la diversión en su mirada. Quise incorporarme pero Malena no me lo permitió porque había escondido el rostro en el hueco de mi cuello y me estaba casi ahogando por la forma en la que me sostenía contra ella, cubriéndose.— Me alegra que se hayan reconciliado. —Sonreí en su dirección.— Buenas noches, cuídense. —Agregó con doble sentido antes de desaparecer por el pasillo.

—Qué vergüenza, boludo. —Manifestó empujándome para sentarse.— Me quiero ir.

—No seas tonta. —Le respondí entre risas. Como se había levantado, efectivamente para irse, la imité y la abracé para retenerla.— Menos mal que viniste vos a mi casa y no yo a la tuya, mirá si era tu papá el que nos veía así. —Bromeé y conseguí hacerla reír para que deje de sentirse incómoda.— Vamos. —Dije agarrándole la mano para llevarla a mi habitación.

—¿Seguís teniendo mis regalos? —Me preguntó cuando entramos y cerré la puerta.

—Sí, aunque no debería dártelos porque cuando lo hice me los despreciaste. —Dije cruzándome de brazos. Malena levantó una ceja, fingiendo incredulidad y siguiéndome el juego.

—¿Ah sí? —Asentí.— ¿Y qué debería hacer para conseguirlos devuelta?

—Mmm... —Me quedé pensando unos segundos con una sonrisa traviesa en mis labios.— Quizás, sólo quizás, si me das un buen beso... —Sugerí sentándome en mi cama.

Entrecerró los ojos, como evaluando mi propuesta, y caminó los pasos que la alejaban de mi. Sonrió con convicción e hizo un leve asentimiento con la cabeza durante el trayecto antes de sentarse arriba mío a horcajadas. Puso las manos a los costados de mi cabeza y presionó mis labios con los suyos suavemente. Inmediatamente cerré los ojos, disfrutando de los ligeros roces de nuestras bocas. Cuando me desesperó que se mantenga haciendo esos movimientos casi imperceptibles, intenté profundizar el beso pero se alejó unos centímetros.

El poder de un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora