—¡TOMÁS! ¡Se hace tarde! ¿Estás listo? —Me gritó papá desde el living.
—¡Sí! —Respondí de la misma manera.— ¡Ahí voy!
Terminé de guardar las cosas que me faltaban en mi mochila y revisé no estar olvidándome de nada. Menos mal que lo hice, porque me estaba dejando el cargador del celular enchufado. Cuando tuve todo listo salí de mi habitación y me reuní con papá y Sofía en la entrada de casa.
—¿Tenes todo? —Me preguntó él mientras abría la puerta.
Asentí llevando mi equipaje a la camioneta para guardarla en el baúl. Nos subimos los tres y papá manejó hasta el colegio. Ese era el punto de encuentro con todos mis compañeros. De ahí nos subiríamos a un micro por aproximadamente veinte horas para llegar a Bariloche.
—Pareces más triste que contento por irte de viaje de egresados. —Señaló papá riendo.
—No, sí estoy entusiasmado. —Aseguré.
—¿Entonces? ¿Qué te pasa? —No le contesté, mirando mi celular. No me había llegado ningún mensaje ni llamada y eso no cambiaba a pesar de que lo revise diez veces por minuto.— ¿Estás esperando algo?
—Le escribí a Malena antes de salir de casa porque se suponía que iba a ir allá para venir con nosotros pero no me respondió.
Eso habíamos acordado ayer a la tarde mientras me ayudaba a armar la valija. El resto del camino lo hicimos hablando sobre el viaje y las actividades que estaban planeadas para nosotros. Papá aprovechó ese tiempo para darme todas las instrucciones que creía necesarias para que no me pase nada. Su alegato cuando le pregunté porqué estaba tan insoportable con esas cosas, me dijo que era su deber de padre y que si lo hacía cuando llegáramos al colegio yo lo iba a mandar a la mierda por avergonzarme frente a mis amigos. Reí al escucharlo porque tenía razón. Lo que más repitió fue que me divirtiera mucho pero que tuviera cuidado con el alcohol.
—¿Estás bien, enana? —Le pregunté girándome para verla en su lugar en el asiento trasero del auto. No había hablado en todo el trayecto y eso era raro en ella.
—No quiero que te vayas, Tomi. —Confesó con la voz apagada.
—¿Me vas a extrañar?
—Sí, mucho. —Sonreí en su dirección.
—Yo también, enana. Pero son sólo diez días, vas a ver que se van a pasar rapidísimo. —Le aseguré.— Además, vas a estar con Male y la vas a tener para vos sola. —Asintió con vehemencia al escucharme decir eso.
Papá encontró lugar para estacionar a dos cuadras, así que tuvimos que caminar hasta el colegio. En la puerta había un micro de dos pisos esperando por nosotros. Ya habían llegado varios de mis compañeros y a lo lejos se podía notar la alegría de todos a pesar del horario. Mientras algunos padres iban entregando las valijas para que los choferes las acomoden en la baulera del vehículo, los grupitos se iban armando. Rápidamente visualicé a Juli, Lola y Seba, los mellizos no habían llegado todavía. Me acerqué a ellos con mi hermana a upa porque no quería soltarme. Unos minutos más tarde llegaron Cami y Alan. Todos me preguntaron porqué Malena no había ido a despedirnos, para lo que no tenía ninguna respuesta. La ronda se hizo más grande cuando nuestras familias se unieron a nosotros.
La euforia en la entrada del colegio era cada vez mayor conforme se acercaban las diez y media de la mañana, horario en el que nos iríamos. Faltaban poco más de treinta minutos cuando vi en la otra cuadra a una chica rubia corriendo. No me costó nada identificarla. Malena venía vestida con un buzo naranja, jean y zapatillas. Llegó a nuestro lado y noté que no traía absolutamente nada de maquillaje. Todos, incluidos lo adultos, soltamos una carcajada al verla estirar un brazo pidiendo que le demos un minuto. Apoyó las manos sobre sus rodillas y se agachó para recuperar un poco de aire.
ESTÁS LEYENDO
El poder de un beso
Romansa|| It's the first kiss, it's flawless, really something, it's fearless ||