Capítulo 5

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Red- Buen día, bienvenido su majestad, es un honor tenerlo en mi morada. Mencionó mientras hacía una pequeña reverencia hacia Bill.

Bill -Gracias, respondió asintiendo con la cabeza, ella es mi hija, la princesa Piper Chapman. Y mi sobrina, Polly Harper.

Red -Bienvenida también Alteza, -señorita.

Piper- Gracias, le sonrió ligeramente. Aquella mujer de edad madura tenía el pelo corto y rojo, llevaba un largo vestido color vino con detalles blancos en el corsé, la tela era muy fina y ligera. Tenía también múltiples anillos en cada mano y un collar de discretos rubíes. Muy elegante para la ocasión pensó ella.

Red.  Y a que debo privilegio de su visita majestad, rara vez viene a visitarnos.
Los guió hasta el gran comedor en el centro del salón, con al menos 20 sillas y decorada con hermosos manteles blancos y adornos florales.

Bill. Negocios propiamente, a decir verdad, sonrió. Y otros asuntos en los que espero contar con su ayuda.

Red. Pues tiene toda mi atención su majestad, sonrió sin disimular su alegría. - Pero antes, les apeteceria algún bocado. Supongo han de estar hambrientos.

Bill. Me parece una buena idea. Dijo viendo a Piper. - Dejemos los negocios para después.

Red – perfecto.  – Freida puedes por favor ordenar que traigan los alimentos.

Freida- en un momento, afirmó saliendo del salón.

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Lorna – Stella ella es Gina, una de nuestras compañeras. También están Norma y Anita, pero ellas no trabajan hoy así que las conocerás hasta a mañana.

Gina- hola Stella, llegas en un gran día, porque acaba de llegar el rey de los valles, le dijo dando pequeños brincos de emoción .

Stella- ¡del reino Chapman! respondió exaltada.

Lorna- ¡sí! ¿No es emocionante? Y nos va a tocar atenderlos personalmente.

Stella – ¿y… vino solo? Preguntó nerviosa sin poder evitarlo.

Lorna- no, llego con la princesa, es más hermosa de lo que decían.

Stella no puedo evitar sentir un vacío en el estómago y una ira desbordante, Piper Chapman estaba ahí, la princesa que Larry le había restregado en la cara, la mujer que tenía todo lo que él deseaba.

Stella- entonces podré conocer a la princesa, dijo forzando una sonrisa que ocultara su enojo.

Lorna- tal vez cuando se vayan, porque solo Gina y yo podemos pasar al salón. Red nos mataría si dejamos atender a la muchacha nueva. Así que ayuda en la cocina. Ven Gina vamos a la bodega por los mejores vinos que tenemos.

Stella estaba que se la llevaba el mismísimo demonio. Como se atrevían esas dos tontas a impedirle conocer quién era esa mujer. Era tal vez la única oportunidad que tendría de verla de cerca, y no la iba a perder la ocasión.

Así que se acercó a las dos sirvientas que preparaban los platillos, tratando de encontrar un pretexto para ir al salón, la comida ya estaba servida, solo era cuestión de esperar la orden de llevarlos.

Frieda – muy bien, comiencen a servir los platillos de entrada. Ordenó desde el marco de la cocina. – donde están Lorna y Gina? Pregunto al no verlas.

Stella- acaban de salir, creo que dijeron algo sobre ir por vino o algo así.

Frieda – ¡A buena hora se les ocurre ir por el vino!, respondió molesta, ¿y tú quién eres?

Stella- Stella mandame, Lorna me dio el empleo hace unos días y me dijo que me presentara hoy.

Frieda- mmm… vaya día para comenzar… dijo viéndola con atención, - ¿y sabes servir una mesa niña?

Stella- claro mandame, le he servido a muchas familias ricas en mi pueblo.

Frieda dudo un momento si debía dejar que ella atendiera al rey, pero no iba a dejarlos esperando hasta que regresaran de la bodega - Muy bien, vas a ayudar a servir en lo que regresan Lorna y Gina. Pero cuidado con cometer un error, sino tendrás problemas niña.

Stella – Como ordene madame. Sonrió disimuladamente, vaya que la suerte estaba de su lado. Era verdad lo que había dicho, ella siempre había atendido a su padre y la mesa de los demás mercenarios con los que trataba, así que sabia bien lo que debía hacer.

Freida- ¡anda! Comienza a llevar los platillos.

Stella tomo estos de una manera hábil y sin temor. Acompañó a Frieda hasta el salón y entro con seguridad y rapidez. Se presentó formalmente y comenzó a servir, primero a Bill quien se encontraba en la cabecera de la gran mesa como detalle de respeto por parte de Red, después a Piper con quien se mostró aún más servicial y sonriente, después atendió a Polly y finalmente a Red.

Red miró sorprendida y algo molesta a Frieda tratando de buscar una explicación del porque atendía ella y no Lorna y Gina. Pero Frieda le sonrió discretamente indicándole que todo estaba bien.

Realmente la maestría con la que Stella se desenvolvía y atendía dejó sorprendidas a ambas mujeres, pues su andar era delicado y ligero y su actitud era completamente servicial.
Bill y Piper también lo notaron pues quedaron gustosos por la forma de ser atendidos. Así que Red simplemente hizo caso omiso de la situación y le ordeno que regresara más tarde con los siguientes platillos junto a Lorna y Gina.

La comida trascurrió con tranquilidad mientras Bill y Red hablaban sobre trivialidades y el buen servicio por parte de las muchachas, quienes habían regresado poco después con el vino, teniendo lidiar para su desgracia con la actitud opacadora de Stella.

Bill – los alimentos fueron deliciosos madame. Es un gusto ser recibido de esta manera.

Red- el honor es mío majestad. Sonrió satisfecha por lo bien que había salido todo.

Bill – Ahora, quisiera platicar a solas con usted sobre los temas que me han traído aquí.

Red- Como ordene majestad le sonrió, viendo a las muchachas y a Frieda dando la señal para que salieran del salón.

Bill- Hija voy a hablar a solas con Madame, has el favor de retirarte también. – Polly, sería un buen momento para que Piper y tu den un paseo y conozca más la ciudadela.

Polly- Claro Majestad, respondió confundida por la petición de rey. Vamos princesa.

Piper – ¿Padre? Expreso viéndolo aún más confundida que Polly.

Bill- obedece Piper, repitió con voz calma, la plática es entre madame y yo.

Piper notó la seriedad con la que su padre le había dado la orden, algo que rara vez hacía. Así que no tuvo más remedio que obedecer.

Bill- Madame, los tratos que quiero hacer son importantes, pero hay otro asunto del que quiero hablar con usted y quiero tener la garantía de lo que aquí se diga será completamente entre nosotros dos. ¿Tengo su palabra madame?

Red- majestad, respondió sorprendida y seria. Por supuesto, por mi honor, nada de lo que me diga será repetido fuera de esta casa.

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Alex había llegado esa mañana al muelle norte de la isla, al otro lado de la ciudadela, donde se encontraban embarcaciones un poco mas grandes que en el muelle del este, pues ahí solían llevar cargamentos más pesados.

Nick solicitó al menos 12 caballos para poder dirigirse con madame Reznikov, pues Alex no gustaba mucho de usar carruajes a menos que fuera sumamente necesario. Como era de esperarse el mejor ejemplar fue destinado para ella quien con suma facilidad lo montó, ante la mirada extraña de los que ahí se encontraban, pues no era propio de sus costumbres que una mujer cabalgara, y menos como ella lo hacía.

Era una ocasión importante para Alex, pues era la primera vez que regresaba a la ciudadela como lo que era, la futura reina.

Así que optó por usar un atuendo digno de ella, un pantalón de suave piel rodeado por una larga falda de seda negro rojizo, la cual cubría por completo sus piernas dando la apariencia de vestido, pero con una abertura al enfrente que le permitía montar a caballo cómodamente. En su pecho llevaba un largo chaleco de piel desde la cadera hasta el cuello, con delicadas costuras a lo largo de este y un cinturón de cuero a juego en su cintura. Sus brazos estaban descubiertos, con una elegante hombrera de múltiples pliegues en su brazo izquierdo y un pequeño chal cubriendo su hombro derecho. Vestimenta sumamente elegante y ligera para la ocasión.


No tuvieron tiempo de avisar que el cargamento había llegado, así que optaron por llevarlo personalmente

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No tuvieron tiempo de avisar que el cargamento había llegado, así que optaron por llevarlo personalmente. Éste fue custodiado a lo largo del trayecto por varios guardias, mientras Alex, Nick y Kubra encabezaban la cabalgata, Nick y Kubra hasta adelante y Alex en el centro, rodeada por el resto de su escolta, a modo de quedar en total protección.

Alex contemplaba el camino mientras andaban, sus recuerdos llegaban fugazmente por las veces que acompaño a su padre. Algunas cosas estaban como las recordaba y otras mas eran nuevas y excitantes para ella.
Por donde pasaban eran fijamente observados, distinguían a la nobleza con facilidad, pero no exactamente de quien se trataba, algunos haciendo ademán de respeto hacia ellos y otros simplemente veían con curiosidad.

Hombres y mujeres la veían, aunque ninguno le sostenía la mirada por mucho tiempo, y aquellas que lo hacían se sonrojaban casi enseguida, pues Alex tenía encanto natural aun sin la intensión de serlo.

Nick- Estamos a unos cuantos kilómetros de distancia alteza, ¿quieres hacer un pequeño descanso?

Alex- no, continuemos ya quiero llegar. Dijo, acelerando un poco más el trote.

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