Capítulo 26

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Las horas pasaron y aunque habían terminado de cenar hacía rato, ninguna de las dos quería levantarse de esa mesa, era tan plácida la compañía mutua y el vino tinto un refrescante aliciente que el tiempo no alcanzaba para saciar la necesidad que se tenían una de otra. Alex dejó de sentir el cansancio del viaje y Piper literalmente olvido su angustia causada por las cartas recibidas.

Eran sólo ellas en ese momento, de nuevo en su burbuja, sólo ellas presentes en esa perfecta velada que ninguna de las dos tenía la intención de terminar ahí…

Alex—a ver dime ahora mi amor…, preguntaba feliz después de reír por una anécdota que acababa de contarle sobre sus travesuras de  pequeña al ir de cacería con su padre. – dime una travesura tuya, algo que nunca te hayan descubierto.

Piper—¿una travesura mía? Repitió la pregunta en voz alta y entrecerró su ojos tratando de recordar alguna, - Emm… no… ninguna, sonrió con evidente descaro mientras daba otro sorbo a su copa de vino.

Alex—¿ninguna?… enmarcó su ceja completamente incrédula y se cruzó de brazos.

Piper- no… ninguna, reafirmó con la cabeza.

Alex—no te creo.

Piper- es la verdad.

Alex—mentirosa.

Piper- fui educada con los más altos estándares, alardeó alzando la barbilla con arrogancia - así que es lógico, siempre fui una damita bien portada.

Alex—si claro!… carcajeó encantada ante semejante desfachatez y derroche de egolatría. – eres una embustera vanidosa de lo peor Pipes! La tomó de la muñeca y jaló su silla haciendo que ésta se levantará.

Piper – no te rías es la verdad, dijo aun con más falsedad mientras obedecía al tacto de Alex y se acercaba a ella.

Alex—de acuerdo señorita modestia, continuó y la sentó en sus piernas de lado como si de una niña se tratara , ¿vas a decirme ahora que nunca has hecho nada malo?

Piper – no, jamás. Sonrió y  rodeó el cuello de Alex con sus brazos para sostenerle la mirada de cerca.

Alex—¿estás segura?

Piper- por supuesto

Alex – mentirme así puede considerarse delito Pipes, le advirtió peligrosamente.

Piper – no en mi caso.

Alex—¿por qué no?

Piper- tus leyes no aplican en mí.

Alex—por supuesto que sí, eres mi novia.

Piper – exactamente.

Alex lo pensó por un segundo e inmediatamente frunció la boca y arrugó su frente entendiendo el punto de Piper, tenía razón, mientras ella fuera la mujer que amara jamás podría castigarla realmente por algo.

Alex - eres un fastidio ¿lo sabías?

Piper- lo sé, admitió con el gesto más angelical e inocente que pudo pero al mismo tiempo con una mirada tan profunda y coqueta que prácticamente dejó sin palabras a la mujer que la sostenía.

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