Capítulo 29

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Larry que había sido traído de vuelta al reino ayudado por Méndez, pasó un par de semanas recuperándose después de la paliza recibida en la ciudadela, aquel día unos lugareños lo habían encontrado inconsciente en medio del camino y al ver sus ropas elegantes lo auxiliaron motivados por el interés de recibir algún beneficio económico. Cuando pudo recobrar el   conocimiento unas horas después en la casa de aquella gente, exigió ser llevado a donde mantenía a Stella, pero para colmo suyo ella no estaba, así que furioso por los dolores y frustrado por la ausencia de su amante, pagó para ser trasladado a la isla menor donde se encontraba Méndez. Este inmediatamente lo ayudó y preparó todo para llevarlo al castillo. 

Cuando llegó y le contó al rey quien había sido la causante de sus heridas Howard explotó colérico, ordenando inmediatamente armar algunas fuerzas de ataque que estuvieran listas para arremeter contra el barco Vause en cuanto regresara a la ciudadela. Sin embargo, Larry tenía una mejor idea, Alexandra Vause tenía un punto débil y era ahí donde debían atacar.  Le contó a sus padres el amorío enfermizo que había descubierto entre la reina y la princesa Chapman y el engaño de ésta en complicidad con Reznikov; y aunque en un principio el rey dudó en continuar con el propósito de casar a su hijo con tan desagradable mujer, Larry lo convenció de continuar, en primer lugar porque si lograban conseguir llegar al rey de los valles y llevar a cabo ese matrimonio, las tierras y las riquezas Chapman estarían garantizadas para ellos, y en segundo lugar, la idea de vengarse y arrebatarle a la reina del bosque la oportunidad de estar con la princesa y de paso darse el gusto de ser él quien que se la llevara a la cama cada noche para ponerla en cintura y corregir su comportamiento repulsivo le había trastornado la cabeza, no dejaba de obsesionarse con eso y estaba empecinado en llevarlo a cabo costara lo que costara.

Amy Bloom, la reina, era un cero a la izquierda en la mayoría de las decisiones importantes, pero en esta ocasión alzó la voz decidida y abogó plenamente por su hijo.  Larry era su único motivo, su única adoración, pues aunque durante muchos años intentó embarazarse de nuevo, para desgracia de su familia fue la única reina en varias generaciones que sólo fue capaz de concebir a un varón. Así que para apaciguar su frustración dedicó su vida entera a mimarlo y darle todo lo que quisiera, incluida ahora a la mujer que deseaba para él y la que sin dudas  le daría la seguridad de un legado y la opulencia económica a la que tanto estaba acostumbrada. lo había criado para que fuera el gobernante más rico  e importante de los reinos, y una mujer como Alexandra Vause cuya estirpe no era originaria de esas tierras no le arrebataría esa oportunidad a su hijo y mucho menos a su reino.

Por otra parte, los conflictos internos habían llegado a un estado crítico, las tierras que aún eran fértiles estaban aún sin trabajar y la escasez mantenía un ambiente tenso por todos lados, para remediarlo, como siguiente movimiento Howard apresuro el nombramiento de sus nuevos señores y con ello sus más recientes alianzas, y tanto Méndez como todos sus allegados que habían sido perjudicados por el inesperado rompimiento comercial de los Chapman, tomaron bajo la más estricta discreción posesión de todas esas tierras que durante varias generaciones le habían pertenecido a las familias más antiguas y le juraron lealtad al rey.

Ahora todos los mercaderes de las islas menores respondían a Howard, cediéndole control sobre parte del comercio exterior y de las rutas marítimas que no administraba Galina Reznikov, dándole con eso una  pequeña ventaja comercial al Reino del sur por sobre los otros reinos y quebrantando completamente la neutralidad de las islas.

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Frieda- Red! Ya regresé ¿Donde estás? Habló emocionada asomándose a su recámara.

Red- aquí… contestó molesta.

Frieda- Red quiero hablar contigo… te tengo una excelente noticia! Entró rápidamente con una enorme sonrisa.

Red- no creo que nada me pueda poner de buen humor Frieda pero dime, murmuró con fastidio desde su sillón favorito mientras leía unos documentos.

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