Alex cabalgaba junto al carruaje de regreso a casa después de ese momento tan desagradable en el camino. Mantenía su postura firme y su semblante serio, estaba que se la llevaba el demonio por lo que sus ojos habían visto, y no quería hablar con nadie, al menos no hasta llegar a casa.
Piper volteaba a verla disimuladamente de vez en vez con una ligera sonrisa entre sus labios, había tratado a aquel joven con completo desdén por el simple hecho de atreverse a elogiarla, y esa actitud, aunque un tanto posesiva, sin dudas la hizo sentirse deseada y orgullosa. Obviamente intuía que fuera lo que fuera que pasara por la cabeza de Alex le sería reclamado al llegar, y aunque tenía la seguridad de que no había hecho nada malo, de algún modo sabía que le debía una explicación.
Alex no estaba acostumbrada a compartir la atención de las doncellas, toda mujer en el reino que seducía y hacia suya automáticamente se volvía prohibida para los demás, siempre había sido así. Nadie en su sano juicio se atrevería a pretender a la dama que complacía las noches de la reina y mucho menos hacerlo a sus espaldas. Atentar contra eso sería considerado un engaño y una ofensa directa hacia Alex, pudiendo representar un severo castigo para aquel o aquella que osara humillarla de esa manera.
El caso ahora era que ni estaban en su reino, ni Piper era suya ciertamente, estaba enamorada y no había tenido la necesidad de seducirla para que Piper le demostrará su amor, sus sentimientos eran ya correspondidos y eso le había bastado hasta el momento para pensar que su hermoso destello de luz le pertenecía. Sin embargo, darse cuenta de que no era cierto y que en ese lugar no era la única que podía acercarse a ella y cortejarla sin restricción alguna, y peor aún, recordar que Piper seguía siendo una extranjera sin ningún compromiso formal, con toda libertad de corresponderles, la llenó de celos, y desató por completo sus más profundos instintos.
Cuando llegaron, Alex bajo de su caballo y ayudó a Piper a salir del carruaje, la tomó de la cintura sin decir ni darle tiempo de nada y le indicó a todos que no las siguieran, su corazón estaba de malas y necesitaba ser consolado de alguna forma.
Alex la llevó prácticamente a rastras directo hasta una de las habitaciones de la casa, sus agarres y movimientos eran ágiles y gentiles, pero lo suficientemente fuertes para hacerle saber que ella era quien tenía el control. El corazón de Piper ya latía con taquicardia para esas alturas, pues ¿que podía pensar al saberse guiada con tanto atrevimiento hacia la privacidad de una habitación?
Apenas entraron Alex azotó la puerta y acorraló a Piper contra ésta, recargándose sobre su mano izquierda a la altura de su cabeza e invadiendo por completo su espacio personal. La miró, la observó con una mezcla de amor, coraje y deseo. Ni siquiera tenía claro si estaba furiosa o dolida con ella, así que no sabía si preguntarle como ocurrieron las cosas, reprocharle haber aceptado aquella rosa, o colmarla de besos en un intento primitivo por marcar su territorio cual fiera defendiendo su presa.
Piper—¿estas enojada conmigo? Se atrevió a preguntar un tanto nerviosa.
Alex-¿tu que crees?, contestó sobre sus labios con voz lenta, ronca, pesada, prácticamente un ronroneo cargado de celo. – estabas en medio del camino recibiendo los halagos de otro, ¿Cómo crees que voy tomar eso Piper?
Nada en Alex era dulce y educado en ese instante, su mirada, su cuerpo y su voz estaban carentes de timidez, carentes de pudor. Piper intentó moverse un poco pero Alex se lo impidió arrinconándola aún más.
Alex—no vas a ir a ningún lado me escuchas… le susurro al oído, - no hasta que me expliques que hacías con ese hombre.
Piper – fue algo sin importancia mi amor, no te enojes conmigo, respondió cerrando sus ojos, completamente cohibida por la forma tan seductora en que le habló, - sólo cruce algunas palabras con el.
Alex—¿a sí? ¿y de que hablaron? Volvió a preguntarle, pero esta vez aspirando sutilmente el dulce aroma de su cuello, rozando lenta y ligeramente su nariz.
Piper—quería… quería… volver a verme pero le dije que no estaba interesada. La forma tan desvergonzada en que la estaba interrogando nubló por completo sus sentidos, tanto que no le estaba importando pasar por alto semejante falta de consideración.
Alex—Así que quería volver a verte ¿eh?, gruñó uniéndose por completo a su cuerpo, con suavidad, despacio, con toda la intención deliberada de hacerse sentir. - ¿te negaste?
Piper—por supuesto Alex, suspiró logrando tomarla de los hombros. Estaba consciente de que eran los celos los que estaban guiando el actuar de Alex, pero no podía negar que lo que le hacía le resultaba absolutamente placentero.
Alex—¿y porque aceptaste su rosa?, acarició los costados de su cintura.
Piper—Alex…
Alex- ¿ibas a atreverte a llegar con esa flor a mi casa? Lamio con descaro el lóbulo de su oreja.
Piper—Alex…
Piper ni siquiera fue capaz de responder después de ese gesto tan erótico para ella, era demasiado estímulo para su cuerpo así que sólo comenzó a besarla de donde pudo, aferrándose a ella, nunca la había tocado de esa manera y era obvio que quisiera responder y saciar su curiosidad.
Sin embargo Alex reaccionó al sentir que Piper le correspondía, vibraba maravillosamente ante su cuerpo sin la más mínima intención de querer escapar y aunque eso la complació en lo más profundo de su ser, había llegando demasiado lejos, su alma estaba enrabietada y no quería desquitar sus celos con ella.
Alex—no Piper, dijo alejándose de ella, - así no. Camino hacia una de las ventanas de la habitación lejos de ella y tiro con frustración un silla aterciopelada que estorba en su camino.
Piper se quedó desconcertada recargada en la puerta, tratando de regular su respiración y asimilar lo que acababa de suceder. Quiso enojarse con ella, enfurecerse, pero simplemente no podía, recordaba las palabras de Madame y sabía que no tenía ningún derecho de reprocharle nada. Su amor y su culpa crecían a la par, y eso doblegaba su ego.
Piper—yo no hice nada Alex, se acercó con cautela tras ella, brindándole pequeños besos en el hombro y en su cabello en un intento adorablemente fallido por persuadirla - yo solo venía hacia acá cuando me lo encontré en el camino.
Alex-te demoraste, reprochó aún molesta sin voltear a verla, - no llegabas, pretendí darte una sorpresa llegando a casa de Madame, y resulta que la sorprendida fui yo. Se burló con tristeza. - Estabas ahí con ese imbécil aceptando su rosa mientras me restregaba en la cara que interrumpía su conversación privada.
Piper—me incomodo que se acercara a mi y le dije que me dejara en paz, así que se disculpo dándome la rosa.
Alex- ¿ se atrevió a ser irrespetuoso contigo? Volteó a verla con el ceño fruncido y la mandíbula apretada, ¿y por qué no me lo dijiste Piper? ¡Lo hubiera partido en dos en ese mismo instante!
Piper—no lo valía Alex, le contestó tratando de calmarla - le estas dando mucha importancia a algo insignificante, ¿Qué no te das cuenta? Yo solo tengo ojos para ti, yo solo quiero estar contigo.
Alex miró el amor dulce y sincero que esos ojos le profesaban, y la odió, odio con todo su corazón darse cuenta de que no podía resistirse a ellos. Para desgracia de su orgullo eran dos grandes y hermosos zafiros que brillaban con intensidad solo para ella, y ya no fue capaz de seguir reprochándole nada, otra vez estaba perdiendo la batalla contra ella y no le quedaba de otra mas que darse por vencida y aceptarlo.
Alex— no quiero que recibas atenciones de nadie más Piper, le advirtió mientras volvía a tomarla con posesión entre sus brazos, – sólo yo quiero el honor de regalarte el mundo si es necesario y solo yo quiero tenerte así.
Piper—lo tienes Alex, expresó llena de amor.
Alex—bien, entonces voy formalizar esto Piper, el cortejo ya no es suficiente para mi, quiero más… quiero todo. Acuno su rostro y la vio con decisión. —soy una futura reina, y no necesito ni me interesa la aprobación de nadie para estar contigo. Pero quiero estar segura de que aunque te vayas y no te vea por semanas no le entregaras el corazón a nadie más.
Piper—¿me… estas pidiendo una prueba de amor?
Alex—y de compromiso, la observó anhelante. – se que los extranjeros tienen costumbres diferentes y se requiere la aprobación social y de los padres para formalizar una relación, pero yo no necesito eso. Para nosotros los Vause, nuestra palabra representa honor Piper y es inquebrantable. Si aceptas formalizar júrame por tu honor que me otorgas el privilegio de tu amor y el derecho de hacerte mi mujer y yo te jurare cualquier cosa que me pidas…lo que sea.
Una ráfaga incandescente invadió a Piper ante esa petición, cubriendo de rubor todo su ser y generándole la más grande de las alegrías. Alex de verdad no tenía filtros con sus sentimientos y sus intenciones, y no era capaz de resistirse a ella por más que lo intentara. No le importaba su pasado ni el futuro incierto que yacía sobre sus hombros, la amaba con toda su alma y no dejaría pasar la oportunidad.
Piper—lo juro Alex, exclamó con el corazón en la mano, - por mi vida o por lo que quieras te juro que mi amor solo será tuyo y de nadie más.
Alex asintió suspirando por fin, completamente feliz y con el corazón pataleándole de alegría, ahora si, aunque cientos de rosas osaran acercarse a su lucecita, solo ella tendría la virtud de verla y hacerla brillar a cada instante. Ahora si tenía autoridad sobre su amor.
Alex– ahora dime Piper, acaricio su mejilla con el dorso de la mano ¿que es lo que quieres de mi?
Piper no tenia nada que pensar, sabía bien que era lo que necesitaba, su corazón, su vida y su futuro estaban en juego y tenía que hacer lo necesario para defenderlos.
Pipe- yo no pedí encontrarme en tu camino Alex, le hablo con ilusión pero al mismo tiempo con una opresión en el pecho, - ni pedí sentir todo este hermoso amor que tengo por ti… pero pasó, me robaste el corazón desde el primer instante y no logré hacer nada al respecto. La voz de Piper flaqueaba mientras hablaba pero tenía que seguir adelante, ya había iniciado y no podía detenerse. – lo que quiero decir Alex, es que mi amor no es perfecto, y puede ser egoísta a veces, y… puede lastimar. Si aceptas mi amor como yo acepto el tuyo, te pido que me jures que sea lo que sea y pase lo que pase, antes de juzgar cualquier cosa, me escucharas. Júrame por tu honor que siempre confiaras en mí y me dejarás explicarte el porqué de las cosas.
Alex escuchó atenta a cada palabra de Piper y aunque notó temor y preocupación en su mirar y en su hablar, lo que pedía era justo, acababa de reprocharle algo en lo que no había tenido culpa y entendía el porqué de su angustia.
Alex—lo juro mi hermosa dama, contestó tomando su mano derecha para besarla con dulzura e inclinando su cabeza en un gesto de respeto. - Por mi honor juro que mantendré siempre mi corazón dispuesto a escucharte y a confiar, en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia.
Piper no pudo contener la emoción y la abrazo con todas sus fuerzas, cada instante con ella la hacía feliz y en ese momento lo era más que nunca.—te amo Alex.
Alex- y yo a ti Pipes. Correspondió con entrega su abrazo y comenzó a besarla con amor, con pasión, robándole de los labios el tan preciado aire vital para reemplazarlo con los suspiros de su alma, ahora no se guardaba nada, estaba siendo ella misma sin ninguna restricción, abriéndose por completo hacia ella.
Alex—más vale que salgamos de esta habitación milady, dijo sonriendo entre sus labios, - o no podré evitar la tentación.
Piper sonrió ruborizada y asintió, aún no estaba acostumbrada a tratar el tema con tanta libertad como lo hacia Alex y eso la avergonzaba por completo.
Ambas salieron de aquella habitación con la misma sensación de euforia en sus corazones y más enamoradas que nunca, Piper fue acompañada por Einar hasta el gran salón donde le brindaron una gran variedad de postres que Alex había ordenado hacer para ella, mientras Alex se dirigió con Nicky hacia el jardín.
Nicky - ¿todo en orden alteza? Preguntó con cautela.
Alex—Formalice mi relación con Piper, alardeo contenta. De ahora en adelante será mi mujer y deberá ser tratada como tal.
Nicky — ¿de verdad? Sonrió feliz, - me alegro mucho por ti.
Alex—lo sé, soy la mujer más feliz del mundo por haberla encontrado.
Nicky – ¿y porque estamos aquí? Preguntó extrañada.
Alex—el hombre del camino, el que estaba con Piper. Mencionó cambiando de semblante mientras veía hacia el jardín.
Nicky – amm… si, ¿que con él?
Alex—búscalo, llévate a dos hombres y buscalo.
Nick—claro, obedeció sin entender.
Alex—incomodó el camino de Piper y fue irrespetuoso con ella, así que encuéntralo y mándale mi saludo.
Nicky sonrió complacida por la orden recibida, y asintió con una pequeña reverencia hacia su reina – vaya que será un placer alteza, me aseguraré de que reciba todos los honores.
Alex- que no los olvide nunca Nicky…