El gran comedor estaba servido, y los platillos listos para ser degustados, todos hablaban sobre cosechas, ventas, ganancias; todas conversaciones vacías, carentes de interés para su ánimo. Aun así Piper interactuaba con los invitados de la manera más elegante y dulce posible, el rey había convocado a sus líderes vasallos para informar sobre los nuevos tratados comerciales con Reznikov y el liderazgo que Piper tomaría de ahora en adelante.
Todos acataban los nuevos cambios sin problemas y algunos aprovechaban la ocasión para felicitar a la princesa y elogiar su belleza, insinuando en ocasiones su intención de presentar a sus hijos nobles y ricos como candidatos viables a un matrimonio.
Piper era ya toda una doncella, y era obvio que pronto se interesaría en algún joven de su edad, así que Bill dio su consentimiento para que todos dieran sus propuestas.
Hecho por demás inútil para Piper, pues ninguno de los presentes era alto, de tez lechosa, no tenían los ojos verdes, ni el cabello negro, pero lo más importante de todo, ninguno de ellos se llamaba Alexandra Vause.
Todos intentaban hacerle platica y conocer sus gustos, pero Piper apenas contestaba una que otra pregunta, pues quería asegurarse de no dar la más minina esperanza a ninguno de ellos, ella ya gozaba del más hermoso cortejo y no había lugar para nadie más.
Carol quién ya intuía el secreto de su hija, notó su total falta de interés de lo que ocurría, así que le ordenó fuera a descansar, con el pretexto de que en la mañana partiría temprano hacia la costa. Piper agradeció con el alma aquella acción de su madre y cortésmente se despidió y se retiró a dormir, ansiosa ya por estar frente a la única persona de quien realmente deseaba recibir atenciones.
La noche fue larga, la más larga de su vida pensó, pues por más que intentaba conciliar el sueño, la emoción de llegar a la isla y verla la mantenía alerta, tanto que por más que rogaba amaneciera no sucedía, pareciendo incluso que el mismísimo sol se negaba a salir por el horizonte, castigándola sin ninguna razón.
Pero por fin llegó la hora, por fin todo estaba listo, el carruaje preparado y sus pertenencias equipadas.
Esa mañana optó por usar un vestido de mangas cortas color crema, sencillo y cómodo para todo el viaje, pero asegurándose que sus criadas empacaran los más finos y elegantes de todos, pues estaría en compañía de Alex y debía estar completamente linda para ella.
Bill- ten buen viaje hija, espero que todo salga bien, le dijo dulcemente al despedirse de ella.
Piper sabía qué era lo que debía hacer al estar con Madame y qué era lo que exactamente debía supervisar, aunque eso no fuera la causa de su emoción.
Carol- ven, le hizo seña para que se acercara y poder darle un abrazo, - no se que pasa en esa cabecita tuya, pero confió en ti ¿de acuerdo? Le dijo besando su cabeza y en voz baja para que su padre no escuchara.
Piper asintió y les sonrió a ambos, acatando lo que su madre le había dicho. Subió al carruaje donde ya la esperaba Polly y enseguida partieron rumbo al camino principal, atravesando los enormes jardines que se encontraban frente al palacio.
La guardia era doble en esta ocasión, pues Bill había ordenado a su propia escolta acompañar a la de su hija, asegurando con eso protección absoluta.
A diferencia de la vez anterior, Piper sonreía y apreciaba el paisaje del recorrido, ya no molestaban las irregularidades del terreno, ya no molestaban las largas horas sentada, ahora todo valía la pena, todo con tal de llegar a ella.
Su carruaje arribó en la costa al anochecer, y sin importar el riesgo de la marea alta, exigió partir a la isla inmediatamente, las embarcaciones que se dirigían a la ciudadela eran pequeñas, nada igualado al gran barco Vause, capaz de navegar a mar abierto durante días y semanas sin ninguna complicación, pero eso no la detuvo, la isla solo estaba a una hora de camino, quería llegar y nada la detendría.
Aunque Polly trató de persuadirla para que esperarán al otro día como el rey lo había hecho, sabía que era más que inútil intentarlo. Así que obedeciendo todos, tomaron dos embarcaciones, uno que las llevaba a ellas y los capitanes de su guardia y el resto viajo con el equipaje.
Eran pasadas de las 8 de la noche cuando finalmente llegó con Madame Reznikov, estaba cansada y a decir verdad moría de hambre, pero que mas daba si ya se encontraba donde tanto ansiaba estar.
Red- Princesa! Exclamó boquiabierta al verla después de que uno de sus trabajadores le anunciara su llegada. – ¿pero… que hace aquí? Preguntó con preocupación.
Piper—Buenas noches Madame, le respondió con una enorme sonrisa mientras entraba a la lujosa casa.
Red- disculpe… buenas noches, contestó tratando de asimilar lo que estaba pasando - ¿Cómo es que ha viajado tan de noche? ¿Viene desde su reino?
Piper—Si, salí hoy al amanecer, contestó con ansiedad y alegría. – Madame, ¿tiene noticias?
Red – Princesa pero navegar de noche pudo ser muy peligroso.
Piper—¿Madame?
Red- ordenare que preparen las habitaciones, debe estar exhausta, ¿gusta cenar algo….
Piper—¿Madame? La interrumpió con ilusión, rogando con la mirada una respuesta - ¿Sabe algo de ella?
Red sonrió al verla preguntar, pues descubrió que ese brillo en su mirar no había disminuido en lo más mínimo. – No princesa, la reina aún no ha llegado.
El rostro de Piper palideció por unos segundos, pues tenía la esperanza de que ya estuviera allí a su llegada.
Piper—pero… si volverá ¿cierto?, dígame que ella regresará.
Red- lo hará princesa, le contestó con total seguridad. – ella jamás faltaría a su palabra, no tiene de qué preocuparse.
Piper suspiró aliviada sonriendo feliz, pronto llegaría, pronto estaría junto a ella otra vez.