Capítulo 18

508 67 49
                                    


Los días pasaban y Alex y Piper continuaban disfrutando de su amor, alimentándolo, satisfaciéndolo e incluso padeciéndolo.

Piper era la única persona que no obedecía a Alex si no se le daba la gana, así que cuando no estaban de acuerdo en algo, era toda una odisea para las dos decidir quién tenía la razón. Y aunque en general Alex expresaba buenos argumentos y daba batalla hasta el final, por algún motivo que ni ella entendía siempre terminaba cediendo a las peticiones de su amada, ya fuera esto leer un libro en lugar de otro, practicar el arco en vez de cabalgar, o incluso comer en el jardín en lugar del salón. Piper siempre lograba convencerla de algún modo para que  hicieran lo que más le gustaba. Algo que más que molestarle a Alex terminó por adorar, pues independientemente de los disgustos momentáneos que le causaba, ver a Piper feliz la llenaba de satisfacción y alegría.

Piper-- ¿ya terminaste mi poema? Preguntó emocionada acercándose a Alex, quien se encontraba en un gran sillón individual en la cabecera de la mesa.

Alex—no Piper, hasta mañana.

Piper— pero dijiste que ahorita lo terminabas.

Alex—pues cambié de parecer.

Piper—bueno, entonces déjame leer un verso. Dijo tratando de quitarle lo que estaba escribiendo.

Alex—no te estoy escribiendo versos, es una carta en general. Contestó alejando de su alcance aquel pergamino.

Piper—¿vamos, porque no quieres enseñarme lo que escribes para mí?

Alex—porque aún no está listo, así que no.

Piper—no importa, insistió arrebatándole rápidamente el pergamino.

Alex—no Piper ya te dije que aun no está listo, obedece, dijo levantándose de su lugar.

Piper ignoro lo que dijo para comenzar a leer lo que decía esa carta, sin embargo, un arrebato fuerte le quitó toda posibilidad de continuar con la lectura.

Alex—te dije que no!  Gritó molesta.

El pergamino se rompió sorprendiendo a Piper y a los sirvientes que se encontraban en el salón. Era la primera vez que Alex le levantaba la voz de esa manera, y aunque bajo cualquier circunstancia eso habría ameritado su enojo y una gran ofensa para Piper, fue dolor lo que sintió,  pues realmente estaba emocionada por leer esa carta.

Piper—no tenias que romperla Alex…, sonrió con tristeza tratando de contener el nudo en la garganta que el regaño le causó.

Alex—¿a donde vas? Preguntó al ver que caminaba a la salida. Pero Piper no le contestó.

Alex—te estoy haciendo una pregunta, no me des la espalda.

Piper—no quiero estar aquí Alex, no si estas enojada. La voz de Piper sonó triste, apagada, sin rastro de la emoción que unos instantes atrás la invadían.

Alex se quedó callada al darse cuenta de lo que su reacción había causado, rara vez en su vida se sentía insegura, pero esta vez tuvo miedo, miedo de decepcionarla, de que aquella carta no fuera lo que Piper esperaba, y por ese miedo, le había gritado sin razón.

Alex— no te vayas Piper, dijo ya con serenidad.

Alex- los demás fuera de aquí!, ordenó a secas, quienes allí se encontraban salieron al instante, era poco común ver a su reina en esa situación, así que lo mejor era desaparecer.

Alex se acercó a Piper quien seguía en la puerta del salón, caminó con paso seguro hacia ella pero mucho más silenciosa que en otras ocasiones, y no fue hasta que estuvo detrás de ella que Piper la notó.

DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora