CAPÍTULO 35

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EMMA

Al quedarme hablando de todo con Sara no es lo mismo que antes, verla conectado a una pipa de oxigeno no es lo más cómodo. Se me hace difícil volver a lo mismo y no saber que se está recuperando, sino que todo cada día el cáncer crecerá. No pude soportar más y tuve que ir al baño con el pretexto para poder encerrarme y llorar por verla en ese estado, tan diferente y delicada. No quise demostrar lo mal que me sentí para no desorientarla y prevenir que se le bajara la autoestima, porque seguía con el mismo cuento de no ser bonita.

Me sentí poca su lado, sin tener nada que hacer, ni tampoco con la emoción de decirle que toda tenía cura, cuando sé que no es verdad. El cáncer despertó esta vez más fuerte y está atacando su organismo y lo único que puede hacer es tener fe, para que el cáncer se quede quieto y no esté invadiendo su cuerpo por lo menos unos años más.

Al poco tiempo para desviar que me vean ojos hinchados, invite a las chicas a entrar de nuevo y compartir con ella. Le hicimos el día haciéndola reír, y con la buena noticia que Julia nos dio; Niko le pidió mudarse a vivir con él, y ella acepto. Todas sospechamos que de pronto tiene pensado pedirle matrimonio, porque Marcus lo ha visto mirando en joyerías anillos de compromiso. Eso sí, lo dijimos cuando Julia se escapó unos minutos para hablar por celular. Después de un buen rato en chicas, pedimos comida rápida y a las horas nos despedimos. Quería quedarme toda la noche con Sara, con la decisión de no obedecer las reglas de Alan, pero Sara prefirió quedarse sola e insistir que me fuera a casa, y evitar problemas. Todo paso en un ya y cuando me di cuenta ya me hacía en casa y en pijama para irme acostar a dormir. Cuando llegue espere que la nana me dijera algo por la hora en la que había llegado, solo me recibió con normalidad.

Toda la noche la pase desvelada, mirando el techo sin tener en nada más que pensar que en lo que me sucede ahora. Cerraba los ojos y me imaginaba el rostro de Jaime, lo que hacía que me sobresaltara. Giré por toda la cama buscando un lugar específico que me diera tranquilidad, pero no lo pude obtener. A la madrugada me di un baño con agua caliente con el fin de poder descansar bien, pero ni eso sirvió. Fueron pasando las horas, y antes de que saliera el sol, mis ojos se cerraron.

Me levanto sobre saltada al escuchar un fuerte golpe. El corazón me late tan fuerte que respiro profundo para calmarme.

-Lo siento, señorita no era mi intención despertarla otra vez. – dice la misma empleada. Deja una bandeja sobre la mesa de noche. El desayuno se ve tan provocativo, que antes de que lo pueda pedir en la cama, algo llama mi atención.

Un ramo de flores está bien puesto al otro lado de la habitación. Son rosas blancas con orquídeas y un sobre dorado.

-Tranquila. – le digo. - ¿Quién trajo eso? – le pregunto con el ceño fruncido señalándole el ramo de flores. No recuerdo ayer haberlas visto.

-Este ramo se lo trajeron hoy en la mañana. La nana lo recibió y te lo trajo. – me dedica una sonrisa, entrando un balde de agua y productos de limpieza, como todos los días. Al principio me incomodaba que tuviera que limpiar cuando yo podía hacerlo, pero ya es tanto que a lo último decido ducharme y organizarme mientras ella hace su trabajo.

Me levanto de la cama con las ganas de seguir durmiendo. Camino descalza solo con una playera de Alan encima. Desde que siento su ausencia, no dejo de pensar en él, he decidido dormir con sus playeras, dejando que su aroma de arrulle en las noches

Tomo el hermoso ramo y admiro cada pétalo con precisión. Los colores son tan intensos que parecen como si los hubieran pintado y afilado, y ni hablar de cómo huele. Tomo la carta dorada, y la abro con el cuidado de no romperla.

"Ame hablar contigo, mi bombón sabroso.

Déjame volver, y prometo hacerte sentir mejor."

ESTARÉ CONTIGO #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora