CAPÍTULO 40

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EMMA.

Estoy parada enfrente de un edificio aproximadamente treinta pisos. Las personas salen y entran por la puerta principal, y a la vez que me quedo viendo el lugar inmóvil, me bajo del auto cuando el chófer nos abre la puerta.

-Gracias. – le sonrió.

Alan baja seguido de mí, y me toma de la mano. Caminamos juntos y al entrar en recepción dos mujeres se levantan de sus puestos de trabajo al otro lado del mesón para recibirnos.

-Bienvenido a la empresa señor Miller, lo estábamos esperando. – le dice la mujer en alemán. Solo logro entender el apellido Miller. – Llamare al gerente Müller para que se reúna con usted.

-Muchas gracias. Estaré en mi nueva oficina.

Saludo a las dos mujeres de la mano, y ella me responde con una sonrisa. Las personas aquí visten muy elegante y son serias.

Al subir al ascensor llegamos al último piso donde está la nueva oficina de Alan. Es muy grande y tiene muchas decoraciones en madera, desde los cuadros hasta las estatuas que están a una esquina. Las ventanas son de pared a pared dando un panorama a toda la cuidad de Berlín.

Alan se suela y camina hacia la gran mesa apoyando los puños en ella con la mirada decaída.

-Lo recuerda mucho ¿Verdad? – anuncio llegando a él.

-Me trae muchos recuerdos volver aquí. Nunca me imaginé tomar su lugar y menos tan pronto.

Me planto a su lado y le sobo el hombro. Su musculo está muy tensionado como si le hubiera daño este lugar. Está claro que Alan pasó mucho tiempo junto a su abuelo, y para eso no puedo dejar que decaída vendiendo lo único que le queda de él como si fuera un cobarde.

-Poco a poco te vas acostumbrando. – le digo.

Da media vuelta para verme.

-Todo será más fácil junto a ti. – sonreímos y toma mi rostro para dame un beso.

-Por eso debes de tratar de llevar esta empresa y cumplir con las metas que tu abuelo no pudo cumplir. Recuerda el motivo del porque te dejo la empresa.

Calla por un instante sin quitarme la vista de encima.

- ¿Crees que puedo cumplir con esto? No he estado a su lado para aprender a llevarla, es muy poco lo que se de ella y no quiero que por mi culpa se derrumbe.

-Confió en ti, eres muy inteligente y capas. Solo inténtalo.

No me gusta verlo de esta manera. Verlo tan rudo y serio, se me hace triste verlo así y no voy a permitir que decaiga.

-Mi abuelo fue un hombre inteligente. Y las pocas veces que lo vi, me enseñaba como ser un hombre con sus historias. Sabes, no todos en la familia sabían mucho de él porque según, se sentía mejor solo, y siendo así nunca lo deje. Me apoyaba en todos mis errores para que pudiera corregirlos, e incluso cuando llegue a la cárcel. – dice con orgullo trayendo los recuerdos. – Siempre he querido ser como él; un hombre eficaz, dedicado a lo suyo y con los propósitos llevados en la frente.

Me gusta cuando declara sus sentimientos compartiéndolos conmigo, infunde confianza y cariño. Alan mira un punto pensando en algo, y poco a poco se le va formando una sonrisa. Se queda por un rato así, y cuando reacciona me da un beso rápido.

-Y lo vas hacer siempre y cuando tengas presente los consejos que te dio que de seguro son tu manual de convivencia. Por eso no vas a vender la empresa y te vas hacer cargo como lo que eres; un Miller. Amo tu nombre y tu apellido por lo especial y luchador que has sido.

ESTARÉ CONTIGO #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora