CAPÍTULO 27

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ALAN

-La ducha ya está lista. - repone la nana caminando detrás mí dejando su mochila en la silla cuando deposito a Emma sobre la cama.

Su cabeza descansa sobre la almohada y mechones de su cabello se esparce por todo el lugar.

-Gracias. - agradezco por encima de los hombros.

La mirada de la nana se suaviza cuando me agacho y le empiezo a quitar los zapatos manchados a Emma. No es normal estar en esta situación auxiliando a una mujer borracha, cuando nunca lo he hecho. Cada vez que estaba con una chica, la dejaba durmiendo en otra habitación o en el mismo lugar donde se dormía. Menos en mi habitación. Sé que a la nana se le conmueve el corazón, ella más que nadie sabe lo que siento por la rubia que se ha adueñado de mi cabeza. Es tan fuerte mis sentimientos y aquello que llamo mariposas explosivas significa que quiero cuidar y poseerla a mi manera. No quiero que nadie la toque ni la mire de la misma manera que yo lo hago, no quiero que nadie la haga sentir raramente feliz como yo la hago, no quiero que nadie la aprecie ni le hago daño.

La quiero para mí.

-Ayúdame. - le pido a la nana y ella corre. - Súbele la cabeza para quitarle la ropa.

Ella me mira con recelo, pero obedece a mi orden.

Le quito la ropa con delicadeza, arremango la blusa y la subo dejando libre sus pechos pequeños. Tan lindos y naturales, fueron de lo que poco deseé (siempre preferí senos operados) y al pasar las manos por su pecho siento una honda. Observo su piel detenidamente y el pecho se me contrae. La cicatriz grande de su hombro y tres pequeñas de quemadura marca algunos lugares de su abdomen. Son tan pequeñas, pero la marcan horriblemente.

La nana abre los ojos sorprendida, me mira y la miro. No es posible que le hicieran esto. La noche anterior cuando estuvimos juntos en el auto no alcance a observar con determinación la grande cicatriz que marca su hombro hasta la parte baja de su seno. Es muy... grande parece ser que le dolió mucho.

Cierro los ojos e imagino el rostro de su padre y del maldito que le pudo causar esto. Con cada prueba o señal que ella trasmite de su pasado, alimenta mi odio y las ganas de hacerlo sufrir y de matarlo. Al quitarle toda la ropa, la tomo en brazos y la llevo al lavado. La siento en el retrete con dificultad para que no se caiga, pero se cae.

- ¡Maldición! - la tomo de nuevo en brazos y en esas entra la nana en ayuda.

-Yo la bañare, ve y prepárale bien la cama, para que esté lista.

Miro a la nana y sonrió para mis adentros al ver como aquella mujer que no lleva mi sangre se comporta como mi madre. Estoy seguro que si estuviera mi madre en su lugar, dejaría Emma tirada en el baño y me dejaría el trabajo a mí. Sería adecuado dejar que ella ayude a Emma, ya que es mujer. No quiero que cuando se despierte se entere que fui yo quien la baño, sin embargo, quiero ayudarla y ser yo quien borre los besos y los abrazos de Stefan.

La nana me mira en espera a que me retire antes de quitarle su sostén, y me salgo a regaña dientes. No sería capaz de ponerle una mano maliciosa a Emma, ella no es como esas, ni tampoco lo convertiría en ellas. Al salir escucho un gemido que proviene de los labios de la rubia.

-Alan, no me dejes. - arrastra las palabras con dificultad. Me devuelvo y la encuentro con las manos sobre su cabeza mientras la nana pelea por sostenerla.

Corro a su lado y me inclino.

-Aquí estoy, tranquila.

- ¿Dónde estoy?, ¿él se fue? - llora. - Él me hizo daño, él me golpeo y me dijo cosas feas. Dile que se vaya. – los ojos le pesan para abrirlos y murmura cosas sin sentido.

ESTARÉ CONTIGO #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora