CAPÍTULO 28

444 13 1
                                    


EMMA

Mi cabeza. Siento que voy a morir por estos fuertes golpes de cabeza. No siento mi cuerpo y la garganta la tengo carrasposa. Me saboreo la boca y sabe asquerosamente horrible como si estuviera vencida, o lo estoy.

La almohada y el colchón están suaves y cómodos que intento abrir los ojos, pero medito si en quedarme aquí hasta que se me quite el dolor. El olor que se desprende de las sabanas es sabroso, huele a menta y a limpio. Sin abrir los ojos me dejo desprender por el sueño, para no sentir como la cabeza se me rompe en dos y poder aclarar mis ideas. No recuerdo nada, ni de lo que paso. Cada paso fue borrado de mi memoria como mensaje en computadora.

Caigo de nuevo en un profundo sueño.

Los recuerdos de años se vienen a mi mente por ocasiones mientras llego al último sueño. Jaime tocándome las piernas, quitándome la ropa y diciéndome cosas cochinas. Una niña, si, una niña se me viene en mente. Ella llora desquiciadamente contra un rincón de una habitación oscura y mugrienta llena de objetos que demuestran que no son utilizados. El azul de sus ojos se apaga a medida que el lugar se pone opaco, hasta el punto que todo queda negro, y un grito eufórico rompe las paredes de sementó. Unos brazos me abrazan mientras lloro mientras siento algo frío debajo de mi cuerpo. Él me abraza y yo me pierdo a través de sus brazos mientras siento esa niña dentro de mí. La niña que rogó por años ser abrazada y amada de esta manera. El corazón se me sale del pecho y la cabeza explota con cada llanto que suena en el interior. Solo veo lágrimas de color cristalino que cubre ambos cuerpos.

Mi cuerpo es oprimido por mucho peso ahogándome contra el colchón suave. Gotas de sudor bajan por mi espalda y la frente. Quiero moverme, pero no puedo. Mientras me dejo llevar por un sueño nuevo, creo imágenes de lo que sucedió ayer, pero no logro recordar nada, solo que los ojos me pesan, y eso quiere decir que por alguna razón llore. Logro mover los dedos sobre la sabana que me cubre y la deslizo por mi vientre, pero algo llama mi atención. Un brazo duro y grueso me cubre cortándome la respiración preguntándome que paso ayer.

Doy un brinco y abro los ojos de golpe. No veo nada, todo está oscuro solo una luz diminuta pero chillona, descansa sobre una mesa e ilumina el espacioso lugar. Me giro de golpe para ver el bulto que me oprime el cuerpo. Veo a través de la oscuridad una cabellera negra revuelta y unos labios que tocan mi hombro. Se me sube la bilis por la agriera que atormenta mi garganta y por el susto de no poder recordar que hice ayer, ni en donde estoy.

El dolor me provoca malestar y siento como mis intestinos se revuelcan provocando que las ansias por trasbocar se aumenten, junto con la agriera. Me da asco tragar y olor el alcohol que desprende de mi cuerpo. Nuca en mi vida había ingerido alcohol de esta manera, o bueno nunca lo he hecho. Recuerdo la razón del porque lo hice, y lo primero que se me viene a la mente es a mi padre llegaba a casa a golpeándole a mi madre borracho. No quiero ser, no quiero causar ese daño.

Parpadeo repentinas veces enfocando mejor la vista y adivinando quien es el pelinegro que duermen. Me incorporo sosteniéndome la cabeza mirando a todos lados intentando volver a tierra para reaccionar. Muevo los cabellos revueltos del hombre y... ¿Alan? sonrió con ternura por saber que es él quien está conmigo y no un desconocido, más sin embrago también por su estado. Esta relajado con la boca entre abierta y el ancho de sus espaldas esta relajada y no contraída como suele estarlo. Se ve tan admirable que lo dejaría quietecito mientras lo observo, creo que es la primera vez que lo veo tan relajado.

Me quito su mano de mi abdomen con cuidado de no despertarlo, pero este abre los ojos de golpe. Sus ojos saltan a los míos y me sonríe de lado cuando se gira para quedar boca arriba. Me toma de la mano tirándome de nuevo hacia la cama. Miro la ropa que llevo puesta.

ESTARÉ CONTIGO #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora