Ya al día siguiente, Gerard encendió el celular con un poco de miedo, pues estaba seguro de que se encontraría con mensajes enfurecidos de Mikey, sus padres, e incluso de sus amigos... Y así fue.
Su mamá le dijo que la había dejado en ridículo al no haber asistido a la fiesta. Le escribió un sermón larguísimo donde lo hacía sentir culpable, también dijo que lo que realmente molestó a ella y a Donald no fue precisamente tener que disculparse con los invitados por la ausencia de su hijo, sino el desprecio ante aquel bonito acto.
Mikey le recitó el diccionario de insultos al derecho y al revés, lo llamó de todo. Incluso Ray le envió un montón de mensajes diciéndole lo incómodo que se sentía estando solo entre el montón de desconocidos. Se sorprendió más al ver un mensaje de Bert preguntándole por qué no llegaba. Gerard no recordaba haberlo invitado, tardó unos pocos minutos en tener el flashback de aquella noche cuando, estando borracho, los invitó a él y a su mejor amigo. Entonces se sintió peor.
El drama estaba latente. Esperaba hablar con todas las personas a quienes decepcionó y pedir disculpas, pero lo haría sólo después de que pasaran unas horas y pudiera reunir la templanza suficiente como para soportar los eternos reproches.
Bert lo llamó por teléfono a las dos de la tarde.
Respiró profundo y con la mano en su corazón, contestó, ideando distintos argumentos de disculpa. Al menos era más sencillo darle excusas a Bert que a su familia.
— ¿Cómo alguien puede faltar a su propia fiesta de cumpleaños? — No sonaba molesto, más bien, tenía el tono bromista habitual.
— Me dio diarrea. — Fue la primera excusa que inventó.
« ¡¿QUÉ?! ¡¿NO SE TE PUDO OCURRIR ALGO MEJOR, GERARD WAY?!».
— Oh, eso suena muy convincente. — Soltó la carcajada. — Nuestro estómago puede traicionarnos incluso en nuestro cumpleaños ¿No?
— ¿Qué te puedo decir? Je... Perdón si tú y Frank se quedaron esperando por mí.
— No te preocupes, igual Frank no asistió. Por cierto, tuve la oportunidad de hablar un poco con tu hermano y tus amigos, parecen agradables.
— Oh, lo son... Veo que al menos la pasaron bien sin mí.
— ¿Cómo vas a decir eso? Era tu fiesta, todos fuimos por ti... ¿Ya hablaste con tus padres?
— Eh... No lo he hecho.
— Pues deberías. — Habló con el mismo tono "maternal" que utilizaba con Frank en momentos de seriedad. — Ellos tuvieron el lindo gesto de hacer algo para ti en tu cumpleaños. Deberías disculparte por no haber ido.
— Pero yo no les pedí que lo hicieran.
— ¿Les tienes que pedir que te demuestren que te aman?
— N-no es para tanto, Bert. — Jamás había escuchado a McCracken hablando con tanta seriedad, ni siquiera cuando trabajaban juntos.
— Sí es para tanto ¿Okay? Disculpa si me pongo intenso con esto, pero es que no me gusta ver que alguien tenga la suerte de tener una familia amorosa y atenta y no lo aprecie ¿Sabes cuántas personas quisieran tener eso?
Bert era experto en la materia, porque Frank le había enseñado sobre eso.
Desde que tengo memoria, siempre he sido parte de la familia Iero. Alguna vez, en la escuela, llegaron a molestarme por ser adoptado por una pareja bastante mayor para tener hijos. Nunca me creó conflicto no saber quiénes eran mis verdaderos padres o los comentarios de la gente, ya fuera por los crueles niños de la primaria o de aquellos que alegaban que lo que más me importaba era el dinero de mis padres adoptivos. No soporto cuando creen conocerte.
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Life Online; Frerard
FanfictionDonde Gerard es un treintañero que no sabe qué hacer con su vida más que jugar juegos de rol multijugador; en ese pequeño mundo conoce a Frank Iero, quien le muestra que la vida real puede ser tan genial como la vida oline.