24.A Small World

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No morí de un infarto cuando me dijo que era Fun Ghoul...

No morí de un infarto cuando me dijo que era Kyran...

No morí de un infarto cuando me besó...

Pero cuando dijo que yo le gustaba, añadiendo el adverbio "muchísimo", definitivamente, sentí que mi alma abandonó mi cuerpo y volvió a él en un sólo segundo; más feliz que antes, con más euforia que antes y con más vida que antes.

Pero por desgracia, más idiota que antes: Aquella confesión me había dejado más pendejo de lo que ya estaba. No se me ocurrió qué decir o hacer, sólo sé que sentí mi rostro arder y, de repente, dije un montón de incoherencias entre las cuales finalicé con un "nos vemos después", luego, todo nervioso, me bajé del auto y pretendí entrar al edificio.


Por suerte, Gerard se dio cuenta en el mismo instante de que estaba siendo un imbécil al haber respondido con un "nos vemos después" y nada más, así que, apenas dio unos pasos hacia su edificio, volvió a girarse y corrió rápidamente con la esperanza de que Frank no se hubiera ido y, por suerte, así era. Se acercó, tocó la ventana de Frank para que bajara el vidrio, en lo que el tatuado llevó a cabo esta acción, el pelirrojo no dijo siquiera una palabra antes de inclinarse y besarlo con efusión. Este beso fue más breve que el primero que se dieron, pero, sin duda, causó el mismo efecto efervescente en ambos.

— Por si no está claro... — Dijo Gerard después del beso. — Tú también me gustas... Muchísimo.

Frank, quien al principio estaba por irse un tanto decepcionado, ahora estaba esbozando una gran sonrisa que sólo expresaba felicidad pura y absoluta.

— Entonces... — Agregó el pelirrojo. — ¿Estás disponible para jugar esta noche?

— Sí. — Asintió. — Hace mucho que no nos desvelamos juntos.

— Entonces... — Estaba tan nervioso que no sabía qué hacer con sus manos. — Nos veremos de nuevo esta noche.

Se despidieron torpemente con la mano antes de que Frank levantara el vidrio y pusiera en marcha su auto. Gerard ni siquiera sabía cómo controlarse; su felicidad era desmedida. No podía quitar de su rostro aquella permanente sonrisa, a la vez que, mientras caminaba con pasos torpes, como si estuviera saltando o algo parecido.

Abrió la puerta de su departamento, estaba dispuesto a tomar una siesta, pero sus planes se frustraron cuando se encontró con una afable reunión en su propia casa, reunión donde el líder parecía ser su hermano menor: Estaban Kristin, Ray y Lindsey. Incluso habían preparado café y galletitas.

— Y ustedes... ¿Qué hacen aquí? — Se detuvo en seco en medio de la sala. — ¿Cómo entraron? Qué miedo.

— ¿Se te olvida que tengo una copia de tu llave? — Respondió Mikey.

— En vez de preguntar cosas obvias, deberías tomar asiento y contarnos por qué traes esa permanente cara de idiota. — Dijo Lindsey risueña.

— Mejor les pregunto para qué vinieron sin avisar ¿No sería lo ideal? ¿Vinieron a tomarse mi café o... Qué?

— Vinimos para que nos cuentes por qué traes esa permanente cara de idiota. — Dijo Ray. — ¡Rayos! ¿No escuchaste a Lindsey?

— No es como si supieran que regresaría a casa con "cara de idiota". — Gerard se cruzó de brazos.

— No, pero les conté de tu romance. — Dijo Mikey.

— ¡Y necesito que nos des detalles porque escribiré una novela sobre esto! — Exclamó Kristin, muy emocionada. — Debes contarnos detalles. Maldición, cómo amo el yaoi.

Life Online; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora