CAPITULO 11 APASIONADOS

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La luna brillaba sobre la piel de los adolescentes dándoles una apariencia plateada y misteriosa. La mano de Terrence ascendía para volver a descender con lentitud suavemente sobre la espalda de su esposa.

"Tu piel es tan suave" – murmuró él.

"La tuya también" – contestó Candy, su mano acariciando el vientre plano de su esposo, descubriendo una vez más los músculos que se escondían bajo las camisas – "y tan firme."

"Nunca olvides que te amo, Candy."

Terrence la escuchó suspirar mientras sus brazos volvían a estrecharla, acercándola más a él, sus piernas enlazándose.

"Es hermosa" – pensó con satisfacción – "y es mía".

Candy llevó una mano hacia los cabellos de Terrence y sumergió sus dedos en ella.

"Me gusta…pareces un pirata." – dijo suspirando.

"¿Un pirata?"

"Sólo te falta un parche sobre el ojo" – dijo ella riendo con suavidad.

"¡Que cosas dices, pecosita!" – dijo riendo también.

Ella lo miró amorosamente. Terrence tomó uno de sus rizos entre los dedos y lo llevó a sus labios.

"Me gustan desde que te vi en el Mauritania" – confesó – "rizos dorados como el sol." –Inclinó los labios para tocar los de Candy.

"¿Te he dicho cuanto te amo?" – preguntó apasionado.

"Me lo has demostrado"- contestó ruborizándose – "Ahora entiendo."

El verano estaba terminando; los días se volvían menos calurosos y los turistas regresaban a sus hogares. Candy y Terry, ahora sin la compañía de los otros jóvenes, dependían el uno del otro más que antes. Tim y Grace los miraban a la distancia, pensando lo felices que sus patrones se veían.

"Nunca habría imaginado" – decía Tim a su esposa – "que el joven Terrence cambiara tanto."

Terrence había dejado de fumar y beber. Se había convertido en un joven más alegre, más risueño, y más atento con las personas a su alrededor. Era obvio que adoraba a Candy y la miraba con ojos llenos de amor. Grace se sorprendía que a pesar de la juventud de Candy, ella se comportara como una esposa ejemplar. Sabía llevar la casa, estaba al pendiente que los platos preparados fueran los preferidos de Terry, y lo llenaba de mimos. La conquista había sido mutua y ambos estaban completamente enamorados.

"Tan sólo necesitaba un poco de amor para salir de su coraza"- sonreía Grace, llena de sabiduría.

El pueblo estaba de fiesta, las calles iluminadas con linternas de papel, los campesinos ataviados con sus mejores trajes para celebrar las festividades del fin de verano.

"¡Es el hijo de duque!"

"¡Y viene con su esposa!"

"¡Son tan jóvenes!"

Terry los podía escuchar y se volvía a ellos para saludarlos, tratando de borrar esa imagen de chico malo que tenía; más de una vez lo habían visto en los bares bebiendo o empezando alguna pelea pero aquello había quedado atrás. Como magia, el encanto y la sonrisa de Candy había conquistado a los lugareños, la imagen de Terrence quedando en el pasado.

Las mujeres del pueblo miraban a Terrence descaradamente; al menos así lo pensaba Candy. Le sonreían y batían sus pestañas como alas de mariposa y Candy sentía celos. Celos que la hacían imaginarse arrastrándolas por el lodo.

Los hombres del pueblo no se quedaban atrás pero eran más discretos que las mujeres particularmente después de la mirada furiosa que Terrence había dado a uno de ellos. El duquecito tenía reputación de ser bueno con los puños, así que era mejor mantenerse a distancia.

Corazones en juego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora