Desde su balcón, Terrence la siguió con la mirada y no pudo evitar sonreír.
"Que linda es…" – pensó mientras seguía sus movimientos con atención.
Tuvo que reconocer que Candy poseía un extraño magnetismo que había cautivado su atención. Tal vez era su sencillez, el hecho de que ella era amable con todos o que siempre estaba sonriendo. Algo en ella hizo que él sintiera el deseo de disculparse con ella por su comportamiento y de contarle un aspecto de su vida que siempre guardaba con recelo.
"¿Por qué lo hice?" – se preguntó por enésima vez.
No podía explicárselo. Sólo sabía que algo en esos ojos verdes le inspiraban confianza. Ella tomó su relato con naturalidad y él supo en ese instante que podría hablar con ella como nunca lo había hecho con ninguna otra persona. Candy se arrodilló junto a los rosales vistiendo sus pantalones de mezclilla, camisa a cuadros y botas negras. Empezó a inspeccionar los capullos mientras tarareaba una melodía. Inadvertidamente, tomó una por el tallo y se clavó una espina.
"¡Ay!" – se quejó antes de llevarse el dedo índice hacia los labios.
"¿Está bien?" – preguntó Tim levantando la cabeza del arbusto que podaba.
"Sí. Sólo me clavé una espina. Siempre me pasaba lo mismo con Anthony."
"Otra vez ese nombre" – se dijo Terrence - "¿Quién será Anthony? ¿Y por qué Candy odia a los caballos?"
Era una pregunta que no dejaba de hacerse desde el día que en que ella había corrido despavorida al ver a Teodora. Hubiera querido preguntárselo pero Candy evitaba encontrarse con él. Sonriendo de medio lado, Terrence pensó en la ironía de la situación; antes era él el que eludía sus encuentros.
"¿Por qué le teme a los caballos?" – se volvió a preguntar.
Su comportamiento no era lógico. Candy había sido criada en el campo y había trabajado en los establos de los Leagan. Entonces ¿de dónde provenía su fobia?
Candy se pasó el dorso de la mano por la frente, dejando a su paso una estela de barro sobre la piel. Una suave risilla se escapó de los labios de Terrence al ver el maquillaje de la joven.
"Sería todo un éxito durante la temporada en Londres" – pensó divertido.
Algo pareció indicarle a Candy que se había ensuciado puesto que sacó un pañuelo de su bolsillo y se limpió el rostro antes de volver su atención a las rosas.
"¿Cómo están las rosas, señora?" – preguntó Tim.
"Muy pronto florecerán" – dijo sonriendo – "Sólo necesitan un poco más de agua."
"Está de suerte, señora" – dijo él mirando hacia el cielo – "Mire esos nubarrones."
"¡Perfecto! Es justo lo que necesitan."
"¿Cómo aprendió tanto sobre las rosas, señora?"
"Un amigo me enseñó."
"Quienquiera que le haya enseñado debía tener muchísimos años de experiencia."
"No, no tanta" – dijo pensativa – "Anthony es…"
"Era" se recordó a sí misma. Cerró los ojos unos instantes, evocando el rostro de su príncipe, sus ojos azules y su tierna sonrisa. Su mirada de ensoñación no pasó desapercibida por Terrence, que frunció el ceño.
"Anthony aprendió a cuidarlas desde muy pequeño. Su madre se ocupaba personalmente de los rosales en Lakewood."
"¿Lakewood?"
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Corazones en juego
FanficEsta historia no es mia es de la autora MS Grandchester A mi en lo personal me fascino.