CAPITULO 23 POSESION

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"¿Qué?... ¿Qué...haces aquí?" - preguntó sin aliento.

"Vengo por lo que es mío."

Candy tomó una bocanada de aire tratando de tranquilizarse. El Terrence frente a ella era mucho más apuesto que antes. Estaba más alto, sus piernas largas estaban enfundadas en un pantalón de lana negro de buen corte. El corte del saco resaltaba la anchura de sus hombros y su esbelta figura. Su rostro se veía más delgado, acentuando sus pómulos altos y su barbilla cuadrada. La melena le llegaba sobre los hombros, los mechones rebeldes cubrían parcialmente sus hermosos ojos azules.

"¿Te gusta lo que ves, pecosa?"

Su tono de voz irritó a Candy, sacándola de su ensoñación. Terrence la miró de pies a cabeza con descaro, reparando en su vestimenta.

"Lindo vestido" - se burló.

"¡No tienes derecho de estar aquí!"

"¡Claro que lo tengo!" - avanzó hacia ella - "¿dónde está?"

"¿De qué hablas?"

"De mi hijo."

FLASH BACK

Terrence corrió escaleras arriba hacia su cuarto. Eleonor lo siguió a corta distancia y al entrar a su habitación vio una maleta sobre la cama.

"¿Qué piensas hacer?"

"Traer a mi hijo al lugar al que pertenece" - dijo echando una muda de ropa dentro de la maleta."

"¿Traerás a Candy?"

"No."

"¿Qué?" - Eleonor se sobresaltó - "Terrence, no puedes..."

"¿No puedo, qué, madre? - la miró con los ojos fríos.

"No pretenderás separar a tu hijo de su madre. No querrás que él sufra lo que tú sufriste."

"Precisamente por eso es que lo traeré. Mi hijo no estará arrimado a otros."

"No creo que esté arrimado, como tú dices. Pude notar que era bien querido por su madre y por ese joven."

"Yo soy el padre" - cerró la maleta y la tomó de la manija.

"No cometas una locura, Terrence" - le pidió Eleonor con lágrimas en los ojos.

"Te prometo que no lo haré" - la besó en la frente -" y te prometo que traeré a tu nieto."

Una hora después, sentado en su vagón privado, Terrence esperaba la partida del tren de medianoche hacia Chicago. Sacó la cigarrera de plata de su bolsillo y un objeto brillante cayó a sus pies.

"¡Vaya! Así que estaba en este abrigo" - se dijo recogiendo la armónica del suelo.

Entrecerró los ojos y recordó que Candy se la había regalado pocos días después de su cumpleaños. Recordó el rubor que invadía las mejillas de Candy y la timidez que ella sentía porque se habían besado. Recordó los labios dulces y suaves de ella, la forma en que le robaba el aliento.

El hombre sacudió su cabeza para ahuyentar los recuerdos y frunció el entrecejo.

"¿Cómo pudo ocultármelo?"

Jamás habían hablado de hijos, del posible fruto de sus encuentros amorosos pero Candy sabía que él había sufrido por no tener un lugar al que llamar hogar...y ahora, ella pretendía hacer lo mismo con su hijo.

"¡No se lo permitiré! Mi hijo se criará conmigo."

Mientras el tren empezaba su marcha, Terrence miró su reloj.

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