CAPITULO 35 NUNCA DIGAS ADIOS

3.4K 162 38
                                    


La lluvia de verano caía copiosamente sobre la ciudad de Nueva York. Candy, resguardada bajo el techo de la boletería, esperaba ansiosamente que el tren se detuviera. Una mano se agitó desde una de las ventanillas y ella devolvió el saludo efusivamente mientras corría hacia el andén.

Albert se puso de pie dentro de su compartimiento privado y le hacía señas que se detuviera y no se mojara. El esfuerzo fue inútil ya que Candy seguía corriendo junto al tren mientras el chofer intentaba mantenerse a la par con ella. La máquina de acero por fin detuvo su marcha y se apresuró a descender. Ella lo esperaba al pie de la escalerilla y se lanzó a sus brazos apenas él pisó tierra.

"¡Hola Candy!"

"¡Albert! ¡Cómo te he extrañado!"

"¡Candy! ¡Qué manera de comportarse es esa!" – dijo riendo mientras los dos se empapaban.

"¿Qué hice?"

"Una señora no anda corriendo ni dando gritos."

"¡Deja de sermonearme! Hace mucho que no te veo y ¡estoy feliz!"

"¡Exagerada!" – Se rió él – "Quien te escuche pensará que hace siglos que no nos vemos."

"La última vez fue durante mi cumpleaños… ¡y eso fue hace más de dos meses! Ni siquiera viniste para el cumpleaños de Alex" – le reclamó.

"¡Lo sé! Estuve muy ocupado" – se disculpó – "pero le he traído regalos al pequeñín."

El chofer que Albert había contratado carraspeó. El rubio le hizo una seña y todos empezaron a caminar hacia el auto. Candy subió mientras Albert le daba indicaciones al conductor.

"Dime ¿cómo están todos?" – preguntó Candy mientras el chofer encendía el motor.

"Todos te envían su cariño y un par de regalos. Me dijeron que te extrañan y esperan verte pronto."

"¿También los Cornwall?"

"Ellos están muy bien."

"¿Incluye eso a Stear?"

"¿No lo has visto?" – Albert la miró de soslayo – "¿No te ha visitado?"

"¿Visitarme?"

"Stear se fue de Chicago hace días."

"¿Te dijo que vendría a Nueva York?"

"No en tantas palabras. Más bien me dijo que tenía algo muy importante que hacer."

"¿Y ligaste esa idea conmigo?"

"Bueno, tú sigues siendo importante para Stear."

"¿Adónde habrá ido?" – se preguntó frunciendo.

"Yo no me preocuparía, Stear sabe cuidarse."

El hombre se volvió hacia ella para mirarla y sonrió.

"¿De qué te ríes?"

"No me río. Sólo estaba admirándote porque estás radiante."

"Gracias" – dijo sonrojándose – "pero no es para tanto."

"Puedo ver en tu mirada que eres feliz. Supongo que eso significa que Grandchester se está comportando ¿verdad?"

"No me puedo quejar. Terry es muy bueno."

"¿Será posible que haya madurado?"

"Para aceptar lo que su padre propuso" – murmuró.

"¿Su padre?"

"El duque vino a vernos."

Eleonor cerró la puerta tras ella y se llevó la mano hacia el corazón.

"Es como si fuera ayer…" – se dijo llena de melancolía.

Corazones en juego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora