CAPITULO 12 TERRENCE DUQUE DE GRANDCHESTER

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"¡No voy a poder soportarlo! ¡No voy a poder!" – se decía Terrence mientras fumaba en el balcón de su habitación.

Sintiéndose culpable, le dio una última bocanada al cigarrillo antes de tirarlo hacia la fuente que se encontraba en el jardín. Dándose la vuelta, se recostó en la baranda mientras miraba hacia la habitación donde la tenue luz de una vela alumbraba el rostro de Candy.

"Si no fuera por ti, querida Candy…" – pensó con cierta tristeza.

Candy dormía apaciblemente, una mano bajo la almohada, la otra extendida hacia el lado de Terrence. Tenía un hombro al descubierto, el tirante de su camisón habiéndose deslizado, su blanca piel acelerando el latir del corazón del joven.

"¿Qué voy a hacer, Candy?" – le había preguntado horas atrás.

"Paciencia, mi amor, ten paciencia".

"¿Cómo tenerla si me estoy condenando a una vida que he detestado desde siempre?"

Casi un mes había transcurrido desde su regreso a Londres. Casi un mes desde que habían ocupado el ala oeste del castillo, el hogar que ahora ocupaban. Aquel gesto había sorprendido a Terrence; el duque simplemente había dicho que las parejas jóvenes debían tener privacidad y había mirado a su hijo con una sonrisa mientras este rogaba que la tierra se lo tragase.

Ni bien se habían instalado en el castillo cuando el duque citó a Terrence en su despacho para pedirle, no, ordenarle, que a partir del Lunes lo acompañaría a la Cámara de Lores.

"¿Estás loco?" – Se sobresaltó Terrence – "¿Qué rayos pretendes que haga allá?"

"Haz el favor de controlarte" - el duque lo miró con severidad –"Es tu obligación como futura cabeza de los Grandchester."

"¿Futuro…qué?"

"Sabes que eres mi heredero ¿verdad? Eres el próximo Duque de Grandchester."

"No me interesa."

"Quieras o no, eres el siguiente en la línea de sucesión.".

"Tienes otros hijos ¿o no?" - Terrence se cruzó de brazos.

"Ellos no son tú, Terrence."

"¡Que explicación tan lógica!" – Se burló Terrence – "Lo siento, padre pero no quiero ser el próximo Duque de Grandchester."

"Eso lo decido yo, no tú, chiquillo insolente" – dijo poniéndose de pie –"Eres el siguiente duque."

"¡No!"

"¡Si!"

¡No!" "¡¿Por qué yo?!"

"¡Porque eres diferente!" – dijo el duque golpeando la palma sobre la mesa.

"¡¿Qué me hace diferente?! ¡Los otros también son tus hijos!"

Richard miró a su hijo con desesperación. Quería decirle que él era su preferido, que él era el hijo del amor y no de la obligación. Quería decirle que ese espíritu independiente al igual que sus ojos azules eran los de la mujer que amara…que aún amaba...pero no pudo.

"¡He dicho que serás el duque y punto!" – le grito con prepotencia.

"¡No lo haré! ¡Y si me obligas a ir a la Cámara, te avergonzaré!"

"¡No lo harás, Terrence! ¡Si te atreves, me encargaré de hacer tu vida miserable!"

"¡Lo has hecho con anterioridad, padre!"

"Esta vez no estás solo"- dijo con voz gruesa.

"¿Me estás amenazando?" – Terrence alzó una ceja, sorprendido.

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