CAPITULO 13 FUGA A MEDIA NOCHE

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La ciudad aún no amanecía y la bruma sobre el río le daba un aspecto fantasmal a la ciudad; el joven que la contemplaba sintió la nostalgia invadir su alma. Aspiró con profundidad el cigarrillo que tenía entre los labios y dejó que la nicotina llenara sus pulmones antes de exhalar con lentitud. Se llevó una mano hacia la frente para apartar los rebeldes mechones que caían sobre su rostro para encontrar frente a él a la dama de sus sueños.

La Estatua de la Libertad o "Lady Liberty" le dio la bienvenida a Nueva York. El barco empezaba a aminorar su marcha, preparándose para atracar en el puerto.

"Ya verás, padre...Verás que no necesito de ti"- pensó con determinación.

Lo había dejado todo atrás. Había abandonado la confortable cuna en la que había nacido y estaba dispuesto a enfrentarse al mundo. Sólo había partido con una maleta llena de ropa, un maletín de libros, y un reloj que su padre le había regalado al cumplir los doce años; el cual había vendido para solventar su pasaje a América y los gastos iniciales.

El joven escuchó pasos tras él.

"¡América! ¡América!" - exclamó un joven alborozado.

Era otro pasajero de tercera clase que hablaba con una mujer rubia de ojos claros ¿verdes? ¿Azules? Era imposible saber. La joven mujer abrazó al hombre y sonrió.

"Construiremos un futuro entre dos, mi amor. Tendremos una casita y un perro... ¡el mundo es nuestro!"

Una sonrisa triste se esbozó en el apuesto rostro de Terrence al escucharlos.

Beth miró a su joven ama con ansiedad.

"Señora Candy, tiene que comer algo" - dijo depositando la bandeja sobre la mesa.

"No quiero. No tengo hambre" - dijo una voz desde la cama.

"Señora, lleva muchos días sin comer. Se va a enfermar."

"No me importa...no me importa nada."

"¿Qué voy a hacer?" - se preguntó Beth con preocupación.

Desde la partida de Terrence, Candy se había negado a salir de su habitación. Beth la había observado sumergirse en una depresión terrible. Candy no se levantaba de la cama, se negaba a comer y lloraba hasta empapar las almohadas.

"El duque desea hablar con usted, señora."

"Dile que no me siento bien, Beth."

"Lleva una semana intentando hablar con usted, señora."

"¡Que siga esperando! ¡Es su culpa que Terrence se haya ido!"

Los hombros de Candy empezaron a estremecerse a causa de su llanto.

Beth se sentó al borde del lecho y se atrevió a rodearla con los brazos.

"¿Qué voy a hacer sin él, Beth? ¿Qué voy a hacer?"

"¡Levantarte y seguir viviendo!" - dijo el Duque desde la puerta.

Beth y Candy levantaron la mirada.

"¡Señor!" - exclamó Beth poniéndose de pie.

"Necesito hablar con Candy a solas" - dijo Richard.

La doncella hizo una pequeña reverencia y abandonó la habitación. Candy se cubrió con el edredón hasta el cuello.

"¿Qué puedo hacer por usted, Duque de Grandchester?"

"Quiero que te levantes y empieces a comportarte como un adulto. Mi esposa me ha dicho que te has negado a salir de la habitación y empezar tus estudios."

Corazones en juego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora