IV: Terceros, no

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Ambos estaban caminando por un centro comercial, uno al lado del otro, distanciados, como dos desconocidos que simplemente, compartían el mismo ritmo al andar.

Ninguno hablaba, ni se miraban siquiera.

—Allí —dijo simplemente Víctor, entrando a un restaurante.

Ella entró después de él, y se sentó en frente.

—Cambia esa cara —sonrió—. Comeremos algo, y mañana temprano, saldremos a nuestro verdadero viaje.

—Víctor, me dijiste que serían cuatro días.

—Lo sé, bebé. Cuatro días en Bora Bora.

Suspiró. Tendría que pedirle a Fiana que cuidara unos días más a Tito.

—¿En que piensas?

—En nada.

Le dio la carta a ella, para que pidiera lo que quisiera.

—¿Vicent?

Escuchó la voz de una mujer, pero no levantó la mirada.

—Janet, que sorpresa encontrarte aquí.

—¡Sopresa la mía! —exclamó riendo, abrazándolo afectuosamente—. Cuanto tiempo sin vernos.

—Mucho, y te ves hermosa.

—Oh, sigues igual de charlatán —sonrió divertida—. Y sí que te ves bien tú.

—Gracias —sonrió.

—¿Tienes algo que hacer? Hay de tantas cosas que me gustaría hablar contigo. Mucho para ponernos al corriente.

—Claro.

—Y quizás... Hasta podamos recordar viejos tiempos —le dijo en un tono travieso, acariciándole uno de sus hombros.

Gesto que no pasó desapercibido por Ivanna.

La castaña se aclaró la garganta, y se puso de pie.

—Vicent, creo que mejor me voy.

Janet se giró, y observó curiosa a aquella muchacha. Realmente no la había visto.

—Ah... estabas con compañía, ¿Es tu novia?

—No, sólo soy-

—Es mi secretaria —la interrumpió Víctor.

Los observó a ambos, y sonrió levemente.

—Así es, y si me disculpas Vicent, debo terminar con un informe.

—¿Qué? —Preguntó confudido.

—Les dejó terminar su velada. Janet, un placer haberte conocido —sonrió falsamente, dándole la mano.

Aunque ni siquiera las habían presentado.

—Lo mismo digo, cariño.

—Vicent, para mañana tendrás el informe —le dijo dándole la mano también.

El rubio la miró con el ceño fruncido, sujetándola fuerte de la mano.

—Ivanna, tú conoces tu trabajo.

—Lo sé, eres mi jefe. No te preocupes.

—Espero ver mi "informe" esta noche —le dijo en un tono molesto.

—Oh, Vicent —rio Janet—. Es sólo una jovencita, deja que se divierta un poco. Es viernes por la noche. ¿Recuerdas cuando tenías su edad? Ni pensabas en hacer el trabajo.

Miró a Ivanna, y ella también lo estaba observando molesta.

—Que tengan una buena noche —sonrió forzada, quitando su mano del agarre del rubio.

Se giró, y observó su muñeca. Estaba colorada, ese desgraciado se había pasado.

-o-o-o-o-

Escuchó lo que anunciaban por altavoces, y tomó su bolso, dirigiéndose para abordar el avión.

Sí sabía que se metería en problemas por irse. Pero no le importaba.

Ella no sería la tercera allí, él estaría bien acompañado aquella noche, tal vez, ni siquiera notaría su ausencia.

-o-o-o-o-

Estaban riendo, recordando viejos momentos, cuando su celular sonó, llegándole una notificación.

—Un segundo.

—Adelante —sonrió Janet, tomando su copa.

Víctor desbloqueó la pantalla, y al ver el mensaje, apretó su puño con rabia.

Se había ido, se había atrevido a desobedecerle, y peor aún, viajar sola.

—¿Está todo bien?

—Janet, tuve un imprevisto, lo lamento mucho, pero debo irme.

—¿En serio?

—Sí —le dijo sacando un bolígrafo—. Podemos hablar en otro momento para reunirnos, ¿te parece? —le preguntó mientras le anotaba su número en una servilleta.

—De acuerdo —sonrió.

...

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