XLIV: Preparativos

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—Tres meses después—

—¿Quieres algo?

—No, sólo saber los resultados.

—Estarán bien —asintió con la cabeza Ivanna.

—¿Por qué lo dices?

—No lo sé, así lo siento —sonrió.

—Eso espero, pero... En el caso que no sea así, he hablado con Leo.

—¿De qué?

—Para que prepare todo, ¿o crees que los dejaría en la calle? —sonrió.

—No digas estupideces, tú estás sano. Y vas a ver a tus hijos crecer. Ni creas que te dejaré partir, dejándome sola con el cuidado de cuatro niños.

Rio bajo, y la observó, sonriendo.

—No importa como hayan salido los resultados, encontremos otro tratamiento. Como tú dijiste, agotaremos todas las posibilidades. Pero esta noche, quiero que salgamos los seis a comer.

—¿Qué? Pero con los bebés no nos aceptarán en ningún lado —sonrió ella.

-o-o-o-o-

"—Pero son muy pequeños.

Iva, te hará bien salir unas horas sola. No te preocupes, Leo y yo los cuidaremos bien.

—No lo sé —le dijo insegura.

—Oh, vamos. Cuidaba a Tito desde la misma edad. Ellos estarán bien.

—Solo una hora, o quizás hora y media, más de eso no demoraremos. Promete llamarme, y mandarme mensajes para saber como están ellos.

—Lo haré. No exageres, sólo se irán a unos minutos de aquí."

Se observó en el espejo, y negó con la cabeza, colocándose una camisa que le quedaba bastante holgada, y una campera arriba.

Se miró una vez más, y chilló frustrada, quitándose todo.

Nada le gustaba como le quedaba. Luego del nacimiento de los trillizos, había aumentado de peso, y aún no lo había podido perder.

—Iva, ¿estás lista? —preguntó Vicent desde el otro lado de la puerta.

—No iré.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No tengo ropa.

—Oh vamos, ¿Cómo qué no tienes ropa? Tienes el armario lleno.

—Sal tú solo Vicent, yo no iré a ningún lado.

Suspiró y colocó su mano sobre el picaporte de la puerta.

—¿Puedo pasar?

Esperó varios segundos, hasta que ella abrió la puerta. Entró a la habitación, y observó que había varias prendas de ropa sobre la cama de la castaña.

—Ropa tienes, ¿por qué no te gusta?

—Nada me queda bien, no con esta panza.

—Pero es porque tuviste tres bebés preciosos hace muy poquito.

—Fue hace tres meses, Vicent. Cuando tuve a Tito, al mes ya había recuperado mi figura.

—Sí, pero Tito fue sólo uno.

Fue hasta el armario, y buscó algo para ella.

—¿Qué tal este?

—No me voy a poner un vestido floreado con lo gorda que estoy.

—Yo creo que te quedaría bien.

—Yo no.

Tomó una camisa rosa, de tela fina, y unos jeans.

—Ponte esto.

—No, eso me hará ver más gorda.

—Póntelo por favor, y si no te gusta, entonces llamaré a Leo y le diré que se cancela nuestra salida.

Bufó con molestia, y luego de tomar la ropa, se dirigió al baño que había en su habitación.

Minutos después, salió ya cambiada, y no se veía para nada mal.

—¿Entonces? ¿Te gusta?

—No sé, eso creo —pronunció desinteresada.

Pero lo cierto era, que se había sorprendido con la elección del rubio. Había acertado.

...

¿Sugar Daddy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora